Donde Arden las estrellas
Por Fenrisulven
Ojos tristes y melancólicos, como los de alguien que busca algo, ojos desesperados, como los de un ángel caído. Así eran los ojos de aquel extraño en tierras desconocidas, esa era su mirada, aquella noche en la que paseaba por ese recóndito lugar sin saber donde iba y sin pensar en eso, de vez en cuando, mientras el sonido del viento le acariciaba suavemente las orejas se detenía tratando de comprender el extraño lenguaje que formaba el murmullo que provocaban los peces de por ahí que seguían, sin remordimiento, su destino inútil y vacío.
Había sido un largo y novedoso viaje, vagó pacientemente por tierras desconocidas, por desiertos y junglas descubriendo muchas y variadas cosas. Aun así, nunca encontró una nueva emoción que lo invitase a quedarse, por tanto, nunca miro hacia atrás y pensando que el destino le preparaba algo mas grande que todo lo que ya había visto. Ahora por fin, la soledad y la libertad que le eran tan agradables se le regalaban en aquella tierra sin nombre en la que estaba.
Así cansado por el camino se sentó debajo de un viejo sauce, inmenso y de ramas gastadas por las maldades del tiempo, dándole una sensación de protección que dejo tranquilo al desconfiado extranjero en esas tierras tan novedosas Se tiro a descansar debajo del melancólico sauce y se puso a pensar en su vida, no tenia nombre, no recordaba su cumpleaños y no tenia claro si alguna vez tuvo una familia, su existencia no era mas que el presente, futuro y pasado eran la misma cosa , estaba parado ahí porque si, porque así se dio la cosa y así quiso el destino. De cualquier forma todo esto, poco le importaba, ahora solo quería dormir y descansar para ver si mañana proseguía su andar o se quedaba un tiempo por esos lugares así pasó alrededor de una hora, sus ojos aun no se cerraban, estaba alerta, su alma le decía que no todo estaba bien pero el cansancio lo vencía, hasta que finalmente cayó y se durmió.
Paso una noche tranquila, sin sueños durmió profundamente hasta que en su cuerpo todo marca de cansancio y fatiga desapareció. Solo despertó cuando el sol ya brillaba fuerte en el cielo y al sentir el calor que traspasaba las hojas del sauce, no le quedo más remedio que levantarse entre gruñidos y maldiciones al astro rey. Cuando por fin despaviló, decidió bajar al río a beber agua, caminó lentamente sintiendo la fresca brisa que le encantaba de ese lugar por que hacia cantar a los árboles y bailar a la hierba. Se puso a beber del río y consumió agua suficiente para saciar a tres lobos de su tamaño, era tibia pero a el no le importo y cuando termino volvió lentamente a ponerse a la sombra del sauce tratando de no pensar en algo que le sacara del trance tan hermoso en que estaba sumido, observaba los detalles que la noche le había escondido sobre aquel lugar, era un lugar precioso, el río era cristalino como nunca antes había visto, las praderas verdes como no se veían en su tierra y el olor era nuevo porque llamaba a la aventura y al desafió.
De esta manera tan tranquila paso alrededor de una hora cuando un sonido muy a la distancia llego a los oídos del lobo, lo despertó del trance y lo puso alerta, erizo los pelos y dirigió su mirada hacia todos lados tratando de descubrir infructuosamente el origen de aquel sonido que a cada momento se hacia mas fuerte y asemejandose cada vez mas a una canción entonada en un extraño idioma. De repente el sonido ceso y el lobo estuvo tranquilo por un segundo por que inmediatamente un sonido de alas y un extraño animal volador que se pozo justo enfrente de el, lo hizo dar un salto hacia atrás y mostrar los dientes ferozmente. Pese a la sorpresa del lobo el animal volador no se inmuto y permaneció ahí mostrando su lomo verde y sus alas amarillas y clavando sus curiosos ojos negros en el. Movía su cabeza analizando al extranjero, este que no sabia muy bien que debía hacer, se decidió por hablar primero:
-¿¡Quién eres!?- trago saliva y volvió a gritar-¿¡Que eres!?
- No se quien soy-Respondió el pájaro con una vocecilla aguda pero que derrochaba sabiduría- Pero puedo decirte que soy un ave, un pájaro, amo del aire y de la libertad, conocedor de los vientos, mensajero del cielo y portador de augurios.
El extranjero lo miro extrañado, Mostró su pelaje gris, sus ojos celestes y sus orejas puntiagudas, dejo al descubierto todo su lobuno cuerpo, se acerco un poco y entro los dientes para luego decir:
- ¿Un Pájaro?, de donde vengo los pájaros son diferentes, son mas grandes y negros y no son mensajeros del cielo y portador de augurios, son mensajeros de la muerte y portadores de desgracias.
- Maldito es el lugar de donde vienes, mi querido lobo-Continuo.-Aquí no hay como tu, ni de tu raza, ni de tu soledad, ni menos aun, existe alguno que busque lo que tu te empeñas en encontrar. Conozco poco de lobos y de tu gente solo llegan rumores incluso para los mensajeros del cielo, solo se que mucho tiempo has esperado por tu destino, mucho tiempo has estado solo, por largos días has buscado algo que ni tu sabes como es, debido a eso mi buen amigo te contare una historia, una leyenda de tu tierra que ni tu conoces.
-Silencio- Gruño el lobo- ¿Qué sabes tu de mi tierra? ¿Que sabes tu de mi? En nada puedes ayudarme y en nada te he pedido ayuda, los pájaros son engañosos por eso deben de callarse, así que has honor a tu raza y guarda silencio.
El Pájaro sonrió y dijo:
-Bien ganado tienes el nombre de lobo y orgullosa corre la sangre solitaria de tu raza por tus venas, pero debe decirte amigo lobo, ni tú ni yo sabemos bien porque estamos acá, no manejamos la vida ni la muerte así como tampoco manejamos el dolor que traen estas. De todas formas, si podemos enfrentarlas con la nobleza que nos caracteriza y saber que si bien no podemos luchar contra estas, bien podemos morir peleando- Hizo una pausa y extendió sus alas creando un reflejo brillante con el sol- …Traición, Cobardía, mentira y humillación; aquellas cosas, aquellas aberraciones del mundo son las que mas odias, te han traicionado, se han portado cobardemente contigo y te mintieron para luego humillarte. Ahora sufres por aquellos pecados que tu no cometiste, sufres por la mordida que no diste.
El lobo solo se limito a guardar silencio recordando con un odio y con una rabia que le carcomía el corazón como gusanos a una manzana podrida.
-Hubo una vez- Seguía con su discurso el pájaro- Un lobo llamado Fenrir, era el lobo mas terrible de todos, hijo del dios mas malvado que haya visto la tierra. Se decía que Fenrir iba a acabar con el mundo, así que los dioses decidieron encadenarlo y confinarlo a una prisión eterna, pero no todo fue como ellos quisieron y se profetizo que cuando el lobo se liberara, el fin del mundo comenzaría... Así será tu destino Fenrir, por que así has de llamarte desde ahora, cuando consigas liberarte, cuando encuentres lo que buscabas; veras el fin y podrás morir tranquilo.
El extranjero quedo perplejo por la sabiduría del pájaro, se le ocurrió preguntarle que final esperaba o mas acerca del lobo mitológico, pero solo pudo guardar silencio y después de unos momentos de reflexión y movido por el orgullo dijo:
-No se a que te refieres extraño pájaro pero no creo en tus palabras sin sentido y en tus falsos presagios. No te necesito ni menos aun de tus profecías e, no te preocupes por mí y lárgate- Le dijo mostrando una risa sarcástica
El pájaro solo sonrió y le dijo.
-Has dicho, buen Fenrir pero no hay dolor más grande que el que no se sufre ni pena más terrible que la que no se quiere sufrir- Y voló.
Fenrir, como había decidido llamarse, se quedo sentado pensando en las palabras del pájaro, no las quería creer pero no podía olvidar las profecías que le habían sido confiadas y que ahora le molestaban como hormigas. Prefirió no pensar en esto y con la idea de despejar las dudas de la mente decidió caminar un poco, dejo atrás el sauce y giro hacia el sur con trote lento. Hubo andando unos kilómetros cuando cayó en la cuenta de que tenía hambre y que no había comido nada hace tres días, para colmo, el único animal que se había visto por ahí era el pájaro. Pensativo como siempre, agudizó su olfato para no dejar escapar ninguna posible presa. Anduvo unos cuantos kilómetros más sin poder encontrar mas que hierbas para masticar y luego escupir.
Cuando ya masticaba el cuarto bocado de hierba y el sol ya había pasado del mediodía, sintió que lo miraban, dio la vuelta y se sorprendió al ver un gran animal que estaba acostado en una roca a unos cuantos metros de el, aquel animal que tenia rasgos femeninos lo miraba con una cara juguetona y pensativa donde resaltaba penetrantes unos ojos cafés. Fenrir que ya estaba bastante turbado por la visión, apretó los músculos y mostrando los dientes le dijo.
-¿Quién y que eres tu?
El animal se levanto dejando ver su vigoroso cuerpo que tenia el color de la madera tallada, era un espécimen precioso, de largas patas y con un cuerpo terminado en una cola magnifica y perfecta. El lobo le midió el porte y pensó que le seria fácil morder su cuello para hacerla caer. Pero la felina no parecía sorprendida por el hambre del extranjero y se quedo donde estaba sin decir palabra alguna. Hasta que por fin el hambre lobuna impaciento a Fenrir.
-Me llamo Fenrir, soy un lobo-espero unos segundos y pregunto - ¿Quien eres tú?
-Mi nombre es Talien, soy una leona- Dijo abriendo su pequeña boca-Pero los nombres no interesan, en este lugar tan recóndito, mejor dime… ¿Que haces por estos lugares tan solo y con tanta sed de vida?
-Busco mejores lugares- Respondió acercándose el lobo, ahora movido mas por la curiosidad que por el hambre- En mi tierra todo es frió y sin sentido, hay mucho dolor y soledad, muchas cosas a las que me acostumbre pero no por eso me gustan.-Sorprendido por sus propias palabras, prosiguió- Mi fin, creo, no es encontrar mejores lugares, sino mas bien, comprobar si existen.
La leona se acerco también y quedo justo enfrente del lobo, curiosa comenzo a olerlo maravillada con el pelaje del extranjero, el lobo por mientras se quedo quieto sorprendido por sus palabras sintiendo que la leona estaba en medio del ritual mas importante que el haya visto y del que ahora era parte. Ella comenzó con la nariz de Fenrir, luego paso a sus orejas, por el hocico, por el lomo y por sus patas cansadas, hasta que finalmente descubrió que lo amaba, no lo amaba desde que lo vio, ni desde que sintió su olor, sino desde que las estrellas nacieron y desde que sus almas fueron puestas en el mundo. Lo amo con la nobleza de los animales y con la inocencia de la naturaleza, con la fuerza de los vientos y con la tranquilidad del agua sobre la hierba. La leona dio unos pasos atrás y se quedo observándolo, sus orejas puntiagudas, el pelaje gris, la cara solitaria, la sonrisa lobuna y los ojos tristes y le pareció que todo era perfecto.
La leona se quedo observándolo unos segundos más antes de que Fenrir motivado por eso que por fin había encontrado saliera corriendo valle abajo sin decir palabra alguna pero con la seguridad de que ella lo seguiría hasta el mismo infierno si el se lo pidiera. En efecto, así fue, ella apuro el paso detrás de el hasta que corrió junto a el, dando saltos y riendo sin abrir la boca mientras el le respondía con mordiscos cariñosos y juguetones empujones. Así fue como el la amo, como aman lo solitarios casi como el brillo de las estrellas que ya se hacían visibles. Sin quererlo o quizás por el destino en aquel extraño lugar donde arden las estrellas nació eso a lo que llaman amor, eso que mucho conocen pero pocos tienen la valentía de explicar y menos aun están en lo correcto.
Así corrieron juntos, toda la tarde hasta que el destino los llevo al sauce donde Fenrir había dormido la noche anterior, ahí el lobo imagino como pasarían noches y días juntos, imagino la felicidad de romper con su tristeza y se imagino lleno de alegria corriendo y compartiendo su libertad junto a Talien. El lobo se acostó en el suelo y la leona sin decir nada se hecho sobre el, Fenrir sintió el calor felino de Talien y por fin tuvo tranquilidad antes de dormir, cerro los ojos lentamente tratando de disfrutar cada instante mientras miraba arder las estrellas junto enfrente de el, hasta que cayo rendido por el amor y por el sueño.
Fenrir despertó muy entrada la noche cuando la luna llena brillaba preciosa enfrente del, pensó en despertar a la leona para que lo escuchase aullar y para que viese como le contase a la luna la felicidad que había alcanzado desde que la conoció. Así que la miro y solo pudo sorprenderse en silencio cuando vio en la leona la sonrisa de felicidad y entrega que tenia. Talien había muerto, había muerto de hambre al no comer en seis días, pero eso Fenrir no lo sabia y con la tristeza en la garganta aulló con todas sus fuerzas a luna y fue tal la tristeza de aquel lobo que su llanto callo a los peces, los pájaros guardaron silencio y los fríos lobos de su tierra sintieron respeto por el dolor de su vida.
Fin.
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