El día del único abrazo que pedí, morí.
Mi alma se fue desgarrando en aquello brazos que por unos segundos me sujetaron. Unos segundos me sentí satisfecho, había alcanzado el fin del mundo y había podido tornar la vista para ver lo que quedaba después del triunfo.
Pero solo fueron unos segundos.
Tan pronto me solté, mi cuerpo no lloró, porque un cuerpo sin vida no llora. Pero mi alma derramó algunas lágrimas y desde ese entonces se ha dedicado a vagabundear con el poco aliento de vida con el que se quedaba.
El día del único abrazo que pedí, supe que todo lo que quería nunca lo podría tener. ¿Quedarme soñando un rato mas?,
era la única opción que me sujetaría a la vida, y la rechazé.
Quize volar, abrir los ojos, emprender vuelo, pero me dí cuenta que ya no tenía alas, ya me las habían cortado,
¿quién?
no sé si la pregunta es quién,
¿o qué?, creo que esa sería mejor pregunta,
de todas maneras la respuesta es obvia.
El día del único abrazo que pedí, pedí suicidio, y me lo concedí.
El día del único abrazo que pedí, morí. |