Aquel domingo desperté mal de la cabeza
Totalmente ebrio. quería pensar que anoche nada sucedió.

El sábado (anoche):

Vagando sin rumbo por culpa de las luciérnagas y grillos que me seguían y no me dejaban descansar terminé bajo unas estrellas metálicas, que se multiplicaban, Fui enloqueciéndome.
Pude ver la noche como algo transparente y por un instante se detuvo mi corazón al ver un ser irreal, mitológico, con un clarinete en sus manos que no sabía tocar
Vi. la luna marchitarse; como una margarita azul en mis manos pálidas,
Amarillentas, con heridas solares y en su lugar las estrellas cómplices cambiar de lugar.
Brillando extrañamente fueron volviéndose rojas, amarillas, naranjas y moradas, apagándose y encendiéndose rápidamente.
Y creí que aquella noche cuando bailaba con ella nunca acabaría; pero lamentablemente para mi no fue así. Ella me decía susurrándome al oído que aquello que veía era el infierno yo huí rápidamente de allí. De ese extraño lugar; quitándole el clarinete que no sabía tocar.

De ella no supe nada jamás y tirado en mi cama ebrio lloré por que solo pude quitarle el clarinete que no sabía tocar; en cambio ella se llevo el amor que nunca mas pude dar