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EL BESO.
El roce rítmico de su hombro contra el mío por primera vez despertó en mí una extraña emoción, diferente a los sentimientos fraternos que nos profesamos desde siempre. El antecedente de ser mi paño de lágrimas en varias rupturas de corazón adolescente había fortalecido el sentimiento de hermandad que fuimos construyendo, mas aún que yo a mi vez le había servido de consejero sentimental con un primo de pelo rizado que le había cautivado en la Secundaria. Tal vez no advertimos que cualquier cosa puede suceder en una mecedora una tarde de verano y que entre niños crecidos el contacto de los cuerpos produce efectos extraños. Solo se que de una manera inexplicable nos miramos tiernamente a los ojos y por primera vez, me besé con Lupita. Ni ese primer beso fue lo íntimo que debía ser ya que su madre salía a ofrecernos limonada y tomándonos en perspectiva panorámica exclamó grititos de gusto; ¡ay, ay hijos, que bueno, yo sabía que iban a ser novios! “Novios” resonaba en mis oídos la palabra “NOVIOS” imaginándome a la salida de la iglesia del pueblo en medio de una valla de boy-scouts que hacían una pasarela con sus bordones entonando alegres himnos escultistas. O cargando hijos con la naricilla Lupesca respingona que siempre me había parecido que sería lo primero que les habría de heredar. Yo dando mamilas en lugar de estar estudiando Química. Todo por un ósculo inofensivo y una madre agenciosa que no podía voltear para otro lado o hacerse la ruidosa y no sorprendernos de esa manera tan vil. Tal vez si le hubiésemos explicado que solo ensayábamos para cuando tuviéramos novio y novia, o que nos íbamos a decir un secreto y equivocamos el lado o que practicábamos la resucitación con respiración de boca a boca. Nada. Sólo insomnio.
Patio central de la Secundaria, frente perlada de sudor pegajoso y frío, visión borrosa producto del desvelo, confusión general por alteración nerviosa por futuro incierto, cero alimento en estómago por estrés ,ojos rojos por lagrimeo involuntario por inminente evento matrimonial indeseado, náusea incipiente por reflujo involuntario, febrícula alternada con escalofríos.
Al fondo del patio, en el césped, Lupita con mi primo de pelo rizado tomados de la mano, me grita ¡Bichito! Ven que debes saberlo antes que nadie: ¡ya soy novia de tu primo¡.
Las lágrimas escurren suavemente por mis mejillas y yo quiero como nunca a mi primo.
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Texto agregado el 19-05-2005, y leído por 235
visitantes. (3 votos)
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Lectores Opinan |
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09-09-2006 |
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Buen texto. bruja |
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13-07-2005 |
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El título de este cuento es muy atrayente, despierta curiosidad, el contexto muy bien manejado, sencillo, lo que más me gustó fueron las descripciones que usaste. Me encantó. fabiangs |
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08-07-2005 |
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ajaja.. bueno una mala experiencia la tiene cualquiera... La Lupita, buscaba "enganchar" .. como fuera..tu te libraste por la campana,a jaja..un susurro* susurros |
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23-05-2005 |
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Un humor especial entre alegres himnos escultistas y un beso que seguramente será inolvidable. Shou |
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19-05-2005 |
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jajajajajajjaaj hay algo de humor negro en este suave texto. Tienes buen ritmo y mantienes la tensión exacta que requiere un cuento. Me ha gustado "el beso" un simple beso convertido en pegagoso, frio, borroso, confusión, alteración nerviosa, estrpes, indeseado náuseas y escalofríos jajajajajajajaja Mis besos de estrellas. ElSerYelTiempo |
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