Apocalipsis en la ciudad,
llena de vidrios,
plásticos, jeringuillas,
sexo, drogas y alcohol.
"Combinación perfecta"
diría yo.
"Terrible maldición"
dirías tú.
Los muertos no resurgen, no,
no esta noche.
Ni los ángeles tocarán las trompetas,
ni se abrirá el cielo
por una luz celestial,
o por una oscuridad infernal,
no, no en este poema.
Sólo los animales nocturnos
vagan por las discotecas,
bares, calles,
vertederos,
parques.
Quizá algún oso escondido
salga de su madriguera
a buscar alimento.
Quizá devore al hombre
ante la indiferencia de transeúntes.
Los semáforos, se agobian,
ya no pueden más,
tanto tráfico les matarán,
acabarán fundiéndose sus bombillas
y sus cuerpos de hierro se derretirán
al son de claxon.
Pero el caos emergerá
y nada se podrá hacer
por evitar lo que parece inevitable.
Suicidio continuos,
rosas marchitas,
farolas caídas,
setos cortados.
El reloj no para.
No nos importa,
"¿para qué?" dirán ellos,
"pues para ser libres" diría yo,
"ya lo somos" contestan ellos.
¡Qué concepto de libertad!
¡Qué tiranía, qué angustia,
qué tragedia, oh misericordia!
"Si esto es libertad,
prefiero ser esclavo" opino yo.
En los hogares maltratos,
homicidios, atracos,
videoconsolas, la caja tonta...
Alcohol, peleas,
bailes prohibidos en los bares.
Divorcios, secuestros,
amenazas, operaciones,
sectas, vandalismo,
quinceañeras enloquecidas,
incendios, inundaciones,
frío, calor,
barcos hundidos,
aviones estrellados,
guerras, hambre,
discriminación, castigos,
inmigrantes, emigrantes,
esclavos, prisioneros,
razas, religión,
sexo, drogas y alcohol.
Apocalipsis en la ciudad...
A todos los que piensan que la vida no sólo hay que vivirla.
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