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Existió alguna vez un hombre que pasó buena parte de su vida buscando a la mujer perfecta...

Tu sabes, nunca se decidía por nadie, siempre vió en cada mujer un pezón mas chico que el otro, una oreja caida medio milímetro hacia el frente, un kilito de más que seguro la convertiría en mujer gorda pasados los 55, novios en su pasado con los que seguro tuvo mejor sexo del que tendría con él, un pie algo trastabillante al correr los 400 metros planos, un dedo que se trababa en el décimo compás del noveno arpegio de la tercera sonata de Beethoven... En fin, la idea era decir no.

Un buen día, sin embargo, harto de la soledad y harto de gastar en klinnex y en la mensualidad de su página porno favorita, decidió tomar la iniciativa con la chica aquella, dos tres buenona, que le habían presentado en el convivio de fin de año en la oficina de su primo. Sólo por ver que pasaba.

Para su sorpresa la chica accedió alegremente a salir con él, rió con todos sus chistes durante la cena, aceptó pagar la mitad de la cuenta, le tomó de la mano mientras vieron una película en video en la sala de su casa, y al final le otorgó su cuerpo con una pasión inusitada, cumpliéndole una a una todas sus fantasías, sin chistar y además sin pedir nada a cambio.

Dado lo cual, él se enamoró por primera vez en su vida, y como un demente. Creyó a pie juntillas que su búsqueda había al fín terminado.

Pero lamentablemente ella no sentía por él nada por el estilo. De hecho tan no sentía nada que el día que él le pidió formalizar, ella contestó con un largo discurso, compuesto de las frases más dolorosas que se le pueden decir a un tipo enamorado:

Es más, para no verse tan directa empezó con algunas "sutiles":

- Eres muy lindo y vales mil, pero no estoy enamorada de tí
- Tu te mereces a alguien mejor.
- Quiero divertirme sin compromisos...

Pero ante las insistentes y lloriqueantes peroratas de él ante cada una de estas frases, ella se desesperó y dijo otras más, de tono definitivo:

- Mira, es que me doy cuenta de que me la paso tan bien sin ti...
- antes tenía mis dudas pero ahora estoy segura ... no te quiero
- te voy a hacer un gran favor...
- Seamos amigos, ¿sale, amor?

Fueron tal el dolor y la desilusión, que el tipo se bebió a la noche siguiente una botella de tequila y se pegó un tiro en la sien.

Cuando llegó al mas allá, las autoridades le dijeron que 'sorry', pero que tenía que reencarnar, pues había dejado muchos pendientes espirituales y filosóficos sin los cuales su alma no podía pasar al nivel dos.

No le dieron a escoger en qué animal, vegetal, mineral o cosa podía reencarnar, y ¡paf! en un determinado momento apareció convertido en vibrador, en un sex shop.

No estaba tan mal. Era de colores fosforilocos, con la punta doblada para estimular el punto G, sólo usaba dos baterías doble A y tenía tres velocidades de vibración: lenta, mediana y rápida.

Sus primeros tres meses fueron relajados, incluso algo aburridos. Pero así aprendió a tener paciencia, sobre todo no ansiando tanto el ser comprado como el ser bien escogido. La gente se tomaba su tiempo para escoger un juguete de estos, mucho(a)s clientes se iban de hecho sin comprar nada, para luego regresar menos tímidos a hacer su compra un par de semanas después, y así como él, muchos otros dildos, consoladores, vibradores y similares, a veces más caros o más atractivos, eran igual dejados en el anaquel, o simplemente ignorados, asi que también aprendió que todo es cuestión de gustos, no realmente de capacidades.

Aprendió también mucho de la vida de pareja, observando a las que se metían al sex shop y discutían a susurros sobre el comprar o no comprar lencerías, películas, revistas, accesorios o lubricantes sabor fresa, banana o chocolate fudge. Se dió cuenta de que a veces la mujer más atrevida en su vestir, era la más intovertida, y que a veces no necesariamente, y también que los maridos y/o novios son usualmente más tímidos para preguntar dudas a los dependientes de las tiendas.

Aprendió mucho de mujeres, pues vió pasar frente a él a una amplia variedad de ellas: viejas, jóvenes, altas, despampanantes, simplonas, delgadas, gordas, alegres, amargadas... Y casi todas opinaban en voz baja o alta sobre las características de él o de sus compañeros, asi que aprendió a escuchar atentamente. Aprendió de gustos, de formas, de aromas, de pensamientos...

Un día una chica darketa lo compró y lo llevo a su casa. Lo estrenó a los diez minutos de llegar, bajo el agua tibia de la regadera. Aunque él no sentía nada realmente, por estar hecho de plástico y componentes electrónicos, si pudo entender al fin el significado de los orgasmos por la manera en que lo usaron. Para el final de la semana, cuando ya había satisfecho las ansiedades de la muchacha una docena de veces, podría decirse que ya era un dildo conocedor, todo un experto en la anatomía y los sentimientos femeninos.

El mes siguiente, ella tuvo un novio. El tipo era algo rudo para con la chica, y a él lo hacía parte de esa rudeza en ocasiones, pero gracias a eso pudo aprender otras cosas, como el saber dar a una mujer lo que le gusta y no solo lo que te pide, o lo que tu crees que ella quiere. Tremenda lección fué también el ser consuelo cuando el novio nunca contestó las llamadas tras de la pelea que tuvieron saliendo de un concierto: nada es definitivo.

Después ella trajo una amiga, y asi él pudo disfrutar de sensaciones nunca antes pensadas, como el el dar, el recibir, y su nueva favorita: el compartir. La amiga de la muchacha trajo en una de sus visitas a otros tantos vibradores y consoladores, de los más diversos materiales y formas. Él pudo así hacer amigos, compararse, meditar sobre sus limitaciones y al fin aceptarlas.

Para su segundo año de vida, podríamos decir que ya era un dildo maduro y sabio. Tenía la suerte de estar entre los objetos favoritos de su dueña, amén de que siempre era tratado y limpiado con cuidado.

Si hubiera sabido al menos algunas de las cosas que ahora sabía cuando fué hombre, pensaba el dildo. Si hubiera aprendido a abrir mi mente y no a fruncir mi nariz... Cuántas cosas serían distintas de saber los hombres que las mujeres, a final de cuentas no son tan diferentes de los hombres... sobre todo a la hora de sentir.

Pero un día la chica le dejó las pilas puestas y se fué de vacaciones a Europa para celebrar el final de sus estudios. Cuando regresó del viaje abrió el cajón donde vivía y le puso encima suéteres de lana de Oviedo, camisetas de Praga y dos libros de compilaciones de Astérix. La combinación de peso y calor aceleró el proceso de oxidación de las pilas y para cuando la chica decidió usarlo para una de esas sesiones de mota, Liz Phair y velas que tanto le gustaban, el ácido de las pilas se había regado por dentro del plástico.

La chica, viendo que algo no funcionaba, abrió la tapa del vibrador reencarnado sobre su pubis desnudo y sufrió graves quemaduras químicas. Nuestro amigo, o mejor dicho lo que quedaba de el, acabó en el bote de la basura sin saber más de nada ni de nadie. Luego al bote de basura lo llevaron a un tiradero y sus últimos días de su vida los pasó en algún rincón de una gigantesca montaña de desperdicios a la salida de la ciudad. Al final murió entre hediondeces y las ruedas de una pala mecánica.

De regreso al más allá, le preguntaron si se sentía mejor espiritualmente tras de su reencarnación. Como no supiera que contestar, lo dejaron en el limbo. Pidió audiencia a los veinticinco años, como era la regla. Apeló su caso y contó su historia. Como no les pareciera lo suficientemente sincero, lo volvieron a reencarnar, solo para estar seguros de que no había ya ninguna duda.

¿En qué cree usted, querido(a) lector(a), que pudo haber reencarnado esta alma perdida esta vez? Ayúdenos a resolver el misterio.

http://chukustako.blogspot.com

Texto agregado el 19-05-2005, y leído por 318 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-05-2005 El penúltimo párrafo medio afloja el cuento. Y el último... ¡Changos! Eso no se hace! ¡NO! Ademas, hay un lapsus en esta sección: ..."Se dió cuenta de que a veces la mujer más atrevida en su vestir, era la más intovertida, y que a veces no necesariamente, y también que los maridos y/o novios son usualmente más tímidos para preguntar dudas a los dependientes de las tiendas." FUERA DE ESO... QUE BUENA HISTORIA! El segundo párrafo no tiene desperdicio y, en general, es una estupenda historia. Me hubiera gustado ver diálogos. A seguirle adelante todos! ponchodemx
 
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