Vaya. Eso fue raro.
Y se veia tan lejos... que parecio increible que fuera tan rapido. No logro oir ningun ruido, salvo el de las cortinas agitandose por el viento, golpeando la ventana. O mas bien lo que queda de ella.
En la habitacion aun quedan huellas de la discusion; y vaya que discusion, una verdadera tromba que arraso con mi inmueble. Nuestra foto esta en el suelo, fuera del destrozado marco, contrastando con este despojo del odio, del desamor...
La gente ha aparecido alla abajo. Se arremolinan curiosos, mirones, maleantes, freneticos y desesperados nicromantes en busca de una razon de existencia... ahi junto a Melissa, ellos esperan.
La ventana esta rota, el balcon esta manchado; su destino se adivina al observar mis manos. Me he manchado con su muerte, he pecado contra su santidad, de la que me arrepiento de haber dudado. La locura me descarrio, me enajeno, me desboco; ahora es ella la que yace alli en el suelo, con su sangre fluyendo fuera de ella, arrastrando consigo la vida, esa hermosa y radiante vida que poseia.
La sirena de la ambulancia se oye a lo lejos y rompe el silencio. Mi celular suena pero no deseo contestarlo; es mas, no puedo seguir de pie, caigo de rodillas preguntandome una y otra vez que es lo que he hecho.
La sirena suena, el celular sigue repicando, la puerta se abre y entra mi hermano, me pregunta: ¿que paso Jose, que es lo que le paso a Melissa?
No puedo mirarlo a los ojos. No puedo decirle que soy el culpable de que ella ya no sea mas. Que yo no queria hacerlo. Que las cosas pasaron muy rapido. Que todo lo hice por amor. Mi pena es ahora mi unica compañia; la culpa, mi tormento.