Réquiem (quebró la orquesta) Las estrellas del amanecer marcaron la impronta. El contrabajo inició su queja. El pentagrama se burló del solista. El día se fugó entre sostenidos agónicos. El concertino irreverente despertó en un llanto dilatado. Una sinfonía intentó armonizar las cuerdas. Las teclas negaron su percusión, los parches ahogaron sus timbales. El coro disfónico intentó un andantino sordo, pero una letanía helada empezó a gotear desde abajo. En el foso velaban la batuta. Silvia Haydeé García 2004
Texto agregado el 19-05-2005, y leído por 202 visitantes. (2 votos)