Escribo desde la rabia, la nostalgia, la osadía. Hablo desde las entrañas retorcidas de una ciudad baldía. Grito, de vez en cuando grito, desde mi piel carcomida. Canto, también canto, desde la esperanza perdida. Vivo y muero dejándome atropellar por la vida.
Porque escribo, hablo, grito y canto.
Porque vivo, porque muero.
Porque me dejo llevar por el mismísimo diablo a esos senderos de amores inciertos, sueños frustrados, intentos coléricos por seguir luchando. Espantar el miedo a porrazos. Ver tu rostro y dedicarte mi llanto. Despertar, simplemente despertar, batallando.
Porque escribo, hablo, grito y canto.
Porque vivo, porque muero.
Escribo desde las confusiones pasadas, pesadillas rezagadas que callan. Aniquilo cada pensamiento y vibra, mi sangre vibra desechando utopías. Hablo porque quiero, porque muero si guardo silencio. Grito y canto al son del tiempo, malditos años que por un lado pasan sobreviviendo. Vivo y muero a la orilla de los lamentos ajenos.
Porque escribo, hablo, grito y canto.
Porque vivo, porque muero.
Porque quiero morir de a poquito, sin apuros ni juramentos. Porque quiero vivir sin pensar que muero. Porque sigo escribiendo, hablando, gritando y cantando mientras vivo, mientras muero. Porque me canso de pelear por lo que quiero. Porque ya no tengo idea de qué demonios merezco.
Aunque por ello vivo.
Aunque por ello muero. |