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He aquí el otro cuento de la época oscura (jajaja) Me acordé de éste cuando vi la película del padre Amaro, en realidad, tengo mi postura muy particular acerca de la iglesia como parte de la sociedad.



Aparente devoción

Transcurría la mañana de un día martes; era el mes de junio. Los periódicos más importantes de la ciudad reseñaban en sus páginas sociales: “Agasajo en Las Bromelias”. Una de las familias más adineradas del país había sido tocada por la gracia divina.

Entre copas de champagne y finos canapés, Raúl Montenegro contrastaba con su falsa sonrisa. Estaba ahogándose... la sotana era la culpable. Luis Manuel y Verónica hicieron más de una vez que sus padres se avergonzaran de haberlos traído al mundo, sus diplomas y reconocimientos, eran opacados por sus vicios. La ilusión del matrimonio Montenegro estaba enfocada en su hijo menor, Raúl, al cual habían educado con cierto puritanismo y, por qué no decirlo, con cierta esperanza enferma de aquel que juega su último centavo.

El pianista terminaba su pieza cuando Raúl se ausentó de la reunión. Esa noche, caminó por las calles donde transitaba aquel rebaño que debía encaminar. En su mente, los sentimientos encontrados no hallaban salida.

¿Cómo guiar? ¿Cómo asistir a tantos humanos que buscan respuesta entre imágenes de yeso y paredes que cuentan su propia historia?. Esas personas que ven a un salvador en los rostros reflexivos de los sacerdotes. Esas personas que no buscan dentro de sí. ¿Cómo poder sentir el dolor de otros si no le permitían sentir su propio dolor?

Pocos meses pasaron y no mermaban las preguntas. Raúl, tras la sotana, daba respuestas a sus fieles que él mismo no atendía. Entre centenas de voces. Una era especial.

Rita pertenecía a una familia pudiente cercana al círculo social de los Montenegro. Oveja negra de la familia, siempre se sintió cercana a la inocencia de Raúl que, de alguna forma veía en ella una salida a su realidad. A pesar de los vicios de Rita, él aprendió a ver más allá de la coraza de agresividad y descubrió a la mujer ansiosa de ternura, calor y comprensión. Aunque los Montenegro se opusieron a cualquier tipo de relación, ellos siempre encontraban la manera de compartir. Las emociones y sensaciones, más allá de la amistad, que se despertaron al paso del tiempo se ven truncadas cuando Raúl fue enviado al seminario.

Entre las paredes del confesionario, acosado por sus pensamientos, el padre Montenegro desnudó su alma tan reprimida por los patrones absurdos de la Alta Sociedad, tan maltratada por la apariencias. Sus anhelos de Ser se unieron a sus ambiciones para crear en este hombre la fuerza necesaria para revelarse ante su falso mundo.

Una noche fría Raúl abandonó su despacho parroquial más tarde que de costumbre. Debía ir a las Bromelias.

En su casa, recorrió sus pasillos, sus habitaciones... Recordaba a cada instante si niñez cohibida. El aire pesaba cada vez más, el silencio le gritó su decisión...
Raúl estaba de pie frente al lecho de sus padres. Tenía mirada triste y confusa. En su mente, el deseo del pecado; en su mano, el arma que siempre reposaba en la tercera gaveta del estudio. Aquella con la cual había jugado más de una vez a escondidas.

En la mansión Las Bromelias se escucharon disparos...

Luis Manuel recién llegaba de su ultimo desparpajo. Subió rápidamente las escaleras, encontrándose con una escena que en su mente no había tenido cabida.

Transcurría la mañana de un Viernes Santo. Rita dejó caer su pocillo lleno de café humeante. Los diarios más importantes de la ciudad reseñaban en sus páginas de sucesos: “Sacerdote viola quinto mandamiento”.

Texto agregado el 27-08-2003, y leído por 233 visitantes. (1 voto)


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