Este cuento tiene su anécdota. En el colegio donde curse el bachillerato se organizaba cada año un concurso literario, a mi profesor de quinto año se le ocurrió la brillante idea de alentarme a escribir un día antes del cierre del concurso. Llegue esa noche y escribí lo primero que se me vino a la mente, le di forma y lo entregué al día siguiente apurada. Puedo decir que valió la pena la el apuro, fue la primera vez que gane un premio.
Churún Merú
El sigilo de la Amazonia fue perturbado por el estruendo de un llanto que provenía del espeso bosque. Entre los arbustos podía verse la continuación de esa fusión de culturas que nos caracteriza a los latinoamericanos. Yacía sobre un cúmulo de palmas, embebidas por la vida, una india perteneciente a una de las pocas tribus sobrevivientes a la civilización. A su lado, la cabeza de una exploración proveniente de Norteamérica en busca de los secretos de la selva virgen. Ambos admiraban a una adorable mestiza que se confundía con los troncos de los árboles; su piel canela y sus ojos de azabache, en los cuales se reflejaban las copas de los árboles, mostraban las más pura inocencia enmarcada por la alegría de su primera sonrisa, provocada al observar los movimientos de las guacamayas que adornan los cielos de la vasta región con su colorido.
Los objetivos del profesor Harrison consistían en llegar a su país natal y formar una familia con aquella mujer cuyo cabello le recordaba al majestuoso salto que los indios le señalaron como Churún Merú, y cuya naturalidad y pureza desplazaron de su mente mujeres doradas. Pero no pudo lograrlo, la india murió en el trayecto a causa de una hemorragia. Fue dejada en una piragua río abajo. La mirada de Harrison se perdía entre los arcos que formaban los arbustos. A lo lejos, la piragua se alejaba cada vez más, y con ella los recuerdos de unos meses fantásticos, alejado de los intereses mezquinos y la frialdad de las grandes ciudades. En sus brazos, el producto del más grande amor que había sentido, lo miraba tranquila, sumisa, entretenida por la majestuosidad de los paisajes que ofrece el gran Orinoco. Un lugar ncantado que volvería a sentir su presencia más tarde...
Saray creció en la gran metrópoli , rodeada de todas las comodidades que ofrece la tecnología de un país desarrollado, aunque sabía de sus raíces, de su madre, de su origen. Desde su niñez manifestó el deseo por conocer aquel territorio mágico que enmarcó su nacimiento, en donde su padre dejó el alma, y que hizo que éste no volviera a entregarse a otra mujer. Sin embargo, Saray no pudo cumplir este sueño hasta culminar sus estudios, su padre quería demostrar, a la sociedad que le reprochó el origen de su hija, que Saray, a pesar de sus raíces, podía desenvolverse con todas la cualidades de una mujer moderna en las grandes empresas de la potencia económica. Aclarado este punto y con el apoyo de su padre, emprendió el viaje que cambiaría sus destino. Poseían referencias sobre donde encontrar el Chabono de la tribu estudiada años atrás. Una vez llegado al lugar exacto, sin dudas de haberse equivocado de camino, al profesor Harrison le invadió una profunda ira e impotencia...Se encontraron con un vasto terreno talado, con evidencias de que había ocurrido una gran masacre, pues entre los arbustos se encontraron restos humanos pertenecientes a la tribu que dejaban en claro que el hecho era reciente.
Con decisión, Saray regresó al país que la vio crecer y que le había enseñado que hechos como estos no pueden quedar impunes. Sin embargo, no encontró ayuda. Así, decidió llevar por si misma el caso. Luchó durante meses contra poderosos opositores... Venció. Sin duda alguna, había honrado la memoria de su padre, que murió durante el proceso, y dio un firme ejemplo de que no puede recriminarse a un individuo por su origen étnico.
Orgullosa de este hecho, hoy la podemos encontrar en alguna comunidad indígena sobreviviente a innumerables masacres que ocurren a diario en la Amazonia en contra de sus verdaderos habitantes y que desestabilizan el delicado ecosistema existente. Allí está, compartiendo con sus hermanos, siempre dispuesta a defenderles, despojada de las máscaras de la tecnología, natural, viviendo en equilibrio con su mundo, y desbordante hasta su cintura...su Churún Merú.
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