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Tenía los ojos húmedos y aterciopelados. Las orejas, como haciendo vida aparte se movían independientemente al simple presentir de algún sonido.
La cornamenta apenas comenzaba a despuntar y los cascos diminutos con los que remataba sus flexibles y esbeltas extremidades, destrozaban, con huecos puntiagudos de doble cavidad, la antes inmaculada tersura del barro en la ribera.
Lo vio, cuando asustado por algo, dejó de beber y alzó la cabeza olfateando. Clavó algunas miradas recelosas en los chaparrales entre los que se ocultaba, especialmente debajo de aquellos dos árboles más bien torcidos. Después de un breve agitar de su minúscula cola de pelaje casi blanco, prosiguió succionando, a tragos largos y silenciosos el agua clara del remanso.
Inmóvil, casi sin respirar, calculó que el venado se encontraba a menos de veinte metros de distancia. Algo oculto entre los arbusto dejaba ver, sin embargo, buena parte del pecho, los cuartos delanteros, casi todo el cuello y la cabeza; inclinada en ese momento como besando la superficie del agua.
- Un tiro fácil - se dijo.
Y de golpe le vino a la memoria aquel sabor delicado y algo dulzón de la carne sólo ligeramente asada con sal y yerbas de olor. Muslos ensartados en una vara, chamuscándose en una hoguera improvisada en cuatro piedras y el fuego de unas pocas ramas relativamente secas. Mucho sudor y soplido, y el humo que hace llorar y cerrar los ojos muy apretados.
Con la lentitud exagerada, casi ridícula que exigían las circunstancias, fue girando el torso; levantó el hombro derecho y lo adelantó un poco. Sintió el peso del rifle entre sus manos, lo recorrió con la imaginación: la culata... el guardamonte, el gatillo con el suave accionar de lo bien lubricado. El cañón, pavonado, recto, terso y limpio; con la ausencia de huellas y pelusas que deja el paso de la franela impregnada de aceite. También se adentró en el helicoidal e hipnótico rayado del ánima; sabiendo que al salir el proyectil, lo haría girando. Nunca entendió bien por qué, pero sabía que eso lo haría llegar sin desviaciones; directo al blanco, aunque en este caso, más bien pardo rojizo con manchas cafés.
Con aquella mirada de ensoñación que parecía mantenerlo flotando recorrió también las miras: La "V" como cañada cercana a su ojo derecho y el punto rectangular de brillo metálico en que remataba la punta del cañón. Pensó más de una vez hacia dónde alinearlas, y después de muchos titubeos y correspondientes reacomodos, se decidió por la paletilla, si, al corazón, eso era lo más seguro. Reacomodó los pies firmemente en el suelo, alineó las miras en derechura a una pequeña mancha café que ostentaba el animal en su costado... No sintió cuando el índice se recargaba en el gatillo. Recordó cómo tenía que operar el mecanismo, tantas veces desarmado, lubricado y vuelto a armar: El resorte súbitamente liberado lanzaría hacia adelante al percutor, y entonces...
Debía ser muy cauto, moverse sólo lo indispensable y sobre todo no hacer ningún ruido. Tenía que tranquilizar la respiración para que sus movimientos no alteraran la estabilidad del arma; ¿habrá cartucho en la recámara? se preguntó un poco azorado para tranquilizarse de inmediato al recordar con claridad los movimientos suaves y precisos con que se corta cartucho...
Aspiró aire lentamente entrecerrando ambos ojos, mientras sentía cómo se rigidizaba su mano izquierda, al seguir la forma curva de la madera.... detuvo el paso de aire a sus pulmones, rectificó la alineación de las miras, endureció los músculos de la espalda... y...

- BANG –

...fue el grito estentóreo que precedió por instantes al primer y desesperado salto, seguido por ruidos de hojarasca, cada vez menos perceptibles... hasta que no se escuchó más que el silbo intermitente de un pájaro asustado por su grito.
- De haber traído el rifle - le dijo al árbol más próximo - ¡... de seguro lo tumbo..!
Y dejando caer los brazos adoloridos, se estiró curvando la espalda hacia atrás. Recogió el morral un poco más manchado de lodo, y comenzó a caminar, sigilosamente, oteando las ramas y el follaje... en busca de otra presa...

Texto agregado el 18-05-2005, y leído por 100 visitantes. (0 votos)


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