Lo dudó otro instante, luego se dirigió rápidamente hacia la barandilla, pasó primero una pierna y luego la otra sin soltarse de las manos un tanto crispadas. Miró hacia abajo, hacia el fondo del barranco donde corría impetuoso el riachuelo, lo examinó con gran detenimiento, como buscando entre espumas y remolinos algo que le hiciera encontrar una alternativa diferente al suicidio.
Esperando algo miró hacia un cielo sin nubes, cerró con fuerza los ojos y soltó una mano... sintió que se le patinaba un pie sobre el tronco húmedo... en medio de gran espanto se agarró fuerte con las dos manos, y decidió que para empezar no había por qué precipitarse, literalmente hablando.
Tomó aire y comenzó a regresar una pierna... entonces, como en el "Puente en la selva" de Traven, se resbaló, se le zafaron las manos y cayó, acercándose cada vez más a espumas y remolinos... sin un grito, y con un gesto entre sorpresa y confusión...