Miro hacia la única ventana del lugar y veo que el sol se está poniendo rojo como si se estuviera consumiendo. Ya debe estar por llegar, como todas las noches, mi amada. A pesar que viene todas las noches desde hace dos años todavía siento que no la conozco. Y yo llegue acá culpa de ella. Fue hace un año y medio atrás, yo estaba emocionado con su carácter. Una noche me dijo que mi viejo estaba molestando demasiado con el tema de la familia y que eso me quitaba tiempo para estar con ella. Entonces me imploró. No mejor dicho me obligo a que tomara el cuchillo de cocina y lo matara. Yo, como es natural en un adolescente, me negué dije que ya se le iba a pasar (por mas que no era cierto porque cada día estaba peor). Y no me dijo nada mas por esa noche. Y en la semana siguiente siempre me decía lo mismo aunque con diferentes formas (ahorcándolo, envenenándolo, etc.). Hasta que una noche, que estaba muy enojado con él porque decía que mi amada nunca existió, que eran puros inventos míos para llamar la atención. Así que lo agarre del cuello y lo asfixié. Al darme vuelta estaba ella con una sonrisa en la boca y me dijo que era lo mejor para los dos. Cuando llegó mi madre, asustada por los gritos que había dado mi padre y me pregunto que había pasado le dije la verdad. Entonces me mandaron acá para que deje de verla. Los ingenuos no saben que ella puede llegar a cualquier lado con la mera intención de hacerlo.
Ya llegó, como siempre, sin que yo la notara, se sienta al lado mío.
- Estuve pensando en cuando te trajeron aquí, pero mi intención aquella vez era que sacaras a tu papa, no pense que te traerían. –Su voz parece venir de todos lados y a la ves de ninguno.
- Sí no fuera porque no puedo abrir los brazos te abrasaría con fuerza para que no te alejes de mi lado.
- Por favor contáme otra de tus interesantes anécdotas que siempre me vienen bien. –Siempre le intereso mi vida antes que la conociera.
- En una clase de historia, cuando iba a la escuela, quise decirle al profesor que se estaba equivocando con respecto de la teología de una cultura que no me acuerdo ahora. Me echo de la clase diciendo que los autistas no tienen idea de la vida. Yo le trate de marcar que no era autista pero eso solo incremento su ira contra mí y me sacó del colegio mismo por desobediente.
- ¿Por qué todas las historias que me cuentas terminan mal? No me gusta verte tan triste.
- Porque mi vida, antes de conocerte, fue muy triste ya que nadie me quería. Casi diría que para el resto del mundo era una carga y no un humano. Pero cuando llegaste vos me di cuenta de que alguien piensa en mi con afecto.
- Me acuerdo que el otoño en que te conocí estabas muy mal ¿Era por eso?
- No en esa época me había deprimido por ver como las hojas de los árboles iban muriendo y la gente ni se molestaba en mirar su última caricia al aire que las rodeaban. Y pensé que yo podría ser una hoja ya que si me cayera desde esa altura a nadie le importaría.
- Eso es mentira porque yo lloraría tu muerte lo suficiente como para llenar un río.
- Y yo me habría pasado toda la eternidad arrepintiéndome por haberte causado tal tristeza.
- No soporto verte tan triste. Mañana te llevare conmigo hasta mi hogar que en adelante será nuestro y ya no sentirás el dolor.
- Espera no te vallas tan pronto llevame contigo
- Lo lamento pero no puedo hacer nada esta noche. Pero te prometo que vendré mañana y te llevare a casa.
Me da un beso y se va no la veo mas porque caigo dormido. Me levanto al atardecer con un terrible dolor de cabeza. Descubro que ella me estaba esperando, me dice que ahora me iré con ella a nuestro hogar que ya no habrá más dolor. Le digo que ojalá que pudiera ir a ese lugar pero que no me iban a dejar salir de donde estoy. Me mira y me dice que ya soy libre, que no tengo más las manos atadas. Yo abro los brazos y me doy cuenta que ya no tenía más los brazos aferrados al cuerpo. Me levanto y me voy con ella atravesando las paredes hacia los lugares del infinito.
Y por fin fui libre.
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