Habíamos escapado en nuestras respectivas pijamas para encontrarnos a preparar recetas a base de arena y agua en el parque, y ahora estábamos vueltos mierda… no se diferenciaba entre rosado y azul, no había nada entre nosotros excepto el pantano, y el afán de cada uno por sumergir las manos, amasar y amontonar los amorfos pedacitos de lodo. Y tu ventanita pagó el precio de tus ansias de libertad, porque mientras tu pequeña retaguardia se divertía al descubierto, ella se arrastraba y se manchaba. Hoy habrá trabajo para nuestras madres.

…lo que más me gustaba era destruir las masitas que cuidadosamente ibas amontonando a tu derecha, porque era lo único que te distraía, y te enfadabas tanto y me golpeabas con una fuerza que en ese entonces era suficiente para dañarme a pesar del corto tamaño de tu mano. Y bajaba una lágrima muy vertical, hasta que al final de la trayectoria facial se doblaba en forma de sonrisa, porque lo único que buscaba era que tu mano me tocara y hasta/o en su defecto me hiriera.