Agua, Tierra, Fuego, Viento...¿ Son acaso los únicos elementos que existen?.
Toda la naturaleza se compone de ellos, pero existen aspectos importantes en donde los cuatro influyen, sin embargo, ninguno es visible.
Aquella necesidad de amar y ser amado, de tener una mano amiga cerca que donde apoyarte tras una caida, o el hombro compañero donde llorar y buscar consuelo son tan indispensables como el agua de un río que corre por el valle de los sentimientos, dando vida a cada flor allí habitante que entre sus pétalos guardan hermosos recuerdos de nuestros seres amados.
Aquella inquietud, aquella necesidad, eso cuyo nombre se pronuncía "amor", ¿será otro elemento? Sin los cimientos del corazón, tan fuertes como la tierra misma, ¿cómo podríamos levantar la fortaleza de una gran relación?
El fuego pasional, calor humano que inicia como una flama pequeña, más no débil, se va intensificando con finos detalles hasta formas devastadores incendios, agresivos e ilimitados excepto por un deseo líquido y sublime que los diluye, más no los acaba.
Todo empieza con una mirada, después un deseo se enciende, el interés se vuelve mayor y nos dá alas, para volar en los cielos, mientras los óleos del corazón tiñen las nubes de colores suaves; la vista de la mejor de las experiencias.

Entonces, ¿qué es el amor? respuesta concreta no existe; sólo la interpretación que cada corazón pinta, su propio matiz.
Agua, Tierra, Fuego, Viento... cuatro elementos en un sentimiento: tan fuerte como la tierra, incandescente como el fuego, sereno como el agua, y siempre a nuestro alrededor, como el viento susurrante. Y cada uno de nosotros llevamos en la mente la imagen de la pintura que crea nuestro corazón como significado de lo que es el amor; diferentes formas de un mismo sentimiento, de una misma emoción... de un mismo elemento.