El espantapájaros ya estaba cansado de estar crucificado en eterna posición. Que le importaba a él la cosecha si no podía comer. Los pájaros lejos de ahuyentarse se sentaban a reposar encima de sus brazos extendidos, esto era inaguantable, al menos para este pobre trapo relleno de paja.
Sin pensarlo dos veces y soportando el intenso dolor propio de la rigidez logró liberarse de las cuerdas que lo ataban y bajó del palo para dedicarse a pasear por los campos que durante tantos años había vigilado. Una pareja de cuervos le vio con cierto aire de extrañeza.
El espantapájaros con torpes y lentos movimientos disfrutaba la brisa que se paseaba a través de su cuerpo de paja, brisa de completa libertad que le daba nueva vida a su ser,.. que feliz se le veía.
En el camino descubrió un sinfín de elementos que parecían provenientes de un mundo de sueños, esos árboles al final de la sabana, los curiosos animales nunca vistos que correteaban por el suelo o trepaban por los troncos de los árboles, esos rayos de colores del atardecer que se dejaban colar de entre lo mas alto de la espesa arboleda, era maravilloso, como se hubiera imaginado el, un simple espantapájaros de sabana, que el universo no acababa en el punto donde llegaba su mirada, si no que por el contrario pareciera que justo desde allí era que empezaba, cuanto tiempo perdido...
Esa mañana húmeda tuvo a mal encontrarse con dos cazadores furtivos, lleno de terror, quizás mucho mayor que el que sintieron aquellos hombres, intento huir, pero su torpe caminar no le dio mayor oportunidad que el de recibir un tiro de escopeta justo en el medio de la espalda, su cuerpo se partió en dos desplomándose en el suelo entre una gran cantidad de paja que caía al ritmo de la brisa, su viaje finalizó.
Los espantapájaros no mueren...
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