caminaba el camino y de pronto estaba ahí
ángeles despiertos aleteaban detrás
se acercó cauteloso dios y esto me dijo:

¿vamos juntos a subir esa montaña?
la que tiene el gran árbol en su cenit
¿me acompañas?

sí le dije y de la mano me tomaba
arduo el camino hasta el pináculo
los ángeles saludaban autómatas

en última mirada los vi en conciliábulo
también dios los vio y preocupado lo noté
sonrió una sonrisa suspirada y me dijo:

están curiosos por ti el primero en subir
anda corre que te gano la carrera
el primero en llegar es el campeón

corrimos la carrera alegres de hacerlo
el gran árbol emergía del horizonte montañesco
grueso el tronco tapaba el cielo ad líbitum

le gané a dios sólo por poquitísimo
jadeantes descansamos sobre las raíces
volviéndose iridiscente dios me habló:

este árbol es lo más grande que existe
la montaña es lo más alto que hay
desde aquí todo se ve ¿lo ves?

sin decir más se puso de pie y me guió
después de un rato circundamos el tronco
jamás yo vi algo semejante y nunca más lo haré

todas las ciudades de todas las especies
cada ser habido y por haber
todo pensamiento pensado sin excepción

las infinitas sensaciones mariposearon en mi mente
convulsas ideas imágenes y sonidos me marearon
no podía ya mantenerme de pie
ya no soportaba porque era demasiado
todo lo que es es indómito para cualquier hombre
aunque cerrara fuerte los ojos no pude dejar de ver
cubrir mis oídos fue inútil en acallar el torrente musical
comprendí que la mente es un frasco infinito
sólo la infinidad puede llenarla pues
aquélla estaba frente a mí empujando mi mente
genuflexo rogué a dios que lo detuviera
que lo callara todo por siempre

y lo hizo


Otro fin del universo

(o, el instrumento)

(o, la excusa)