Parliamo di Donne
La mujer que al amor no se asoma
no merece llamarse mujer,
es cual flor que no esparce su aroma,
como un leño que no sabe arder.
La pasión tiene un mágico idioma
que con besos se debe aprender
porque una mujer, que no sabe querer
no merece llamarse mujer.
Una mujer debe ser
soñadora, coqueta y ardiente;
debe darse al amor con frenético ardor
para ser una mujer.
Leo Marini.
La memoria, para mi…. Es un fenómeno de avalancha, cuando te acuerdas de algo que paso en tu vida, otras vivencias vienen a tu mente por asociación de ideas, usualmente en cantidades difíciles de manejar, como una avalancha de nieve y muchas veces distorsionadas por el tiempo, sin olvidarse del alemán hijo de puta que siempre enreda tus recuerdos, lamentablemente en mis reminiscencias hay una fijación con las mujeres, de todos los tamaños y colores; siempre que recuerdo algo, una mujer salta en mi memoria y reclama su sitial en mi vida. Esto se debe a que siempre busque o la mujer ideal, talvez aquella que tuviera dientes en el sitio equivocado o la que hubiera nacido solo para mí, en los mejores momentos de mi vida siempre hubo una mujer…. Pero también la hubo en los peores.
Las mujeres me han hecho mucho daño…. Por engreírme, por mimarme, por amarme, por creer en mi, por acostumbrarme a tenerlas junto a mí, por satisfacer mis mas recónditos anhelos, por haberme hecho sentir hombre; aún a Daris le estoy agradecido, por ella conocí el sexo y perdí cinco kilos, de no ser por ella, talvez yo hubiera sido un tigre panzón.
Mi hermana Carmen había hecho las paces con el amor de su vida y estaba preñada nuevamente, el cabezón (como siempre le dijimos cariñosamente), había conseguido trabajo en una hacienda en el valle de Tucume, situado a cien kilómetros al noreste de la ciudad de Chiclayo y pasaba los fines de semana con nosotros en Pacasmayo.
-Arturo…. ¿No quieres ir a la Feria de Tucume este Domingo?
-Es la mejor feria agropecuaria del Norte Peruano, van ha elegir una Reina y habrá concurso de Marinera y todo eso. Me pregunto el cabezón.
-Si me gustaría, para descansar Le respondí.
Llegamos a la hacienda “La Blaza” el Sábado tarde en la noche, la casa no tenia luz eléctrica, alumbrándonos con lamparines de kerosén y procurando no hacer ruido buscamos de acomodarnos en el dormitorio.
Al día siguiente muy temprano (sin luz eléctrica, tu te acuestas con el Sol y te levantas con el Sol), durante el desayuno el cabezón me presento al dueño y su esposa, tenían un hijito en común y una jovencita aportada por ella al matrimonio; el describirla como una jovencita es la falta mas grande a la verdad que he cometido en mi vida, era una mujercita muy bien distribuida, cerca a los veinte años, llenita sin ser gorda, tetoncita, blanca como leche, pelo castaño y con una mirada de péndeja que te invitaba al pecado, de cara mas bien fea…. Pero con un cuerpo que sacaba la cara por ella, lechuga para el canario.
El plan era ir al pueblo en la tarde para gozar de la Feria Regional, para matar el tiempo comencé a pasear por los alrededores de la casa; en eso veo venir a Marina (así se llamaba la joven) montada en un caballo percheron, llevando a su hermanito sentado en la silla de montar en frente de ella, con la falda arremangada mostrando toda la mercadería.
-¿Quieres ir a recoger Mangos? Me propuso.
-Claro que si, no tengo nada que hacer. Con esta niña yo iba a cualquier parte.
-Súbete al anca del caballo, que no es cerca. Me ordeno.
Saco un pie del estribo, yo me afiance en el y subí al anca, ella se acomodo y el caballo volvió a caminar, para sostenerme me agarre del borde de la silla, pero el caballo era trotón y el sostenerme no era fácil.
-Agarrante de mi, para que no te caigas. Me propuso.
Yo pase mis brazos hasta el frente de ella y entrelace mis manos sobre su vientre, con el movimiento del caballo esto se fue convirtiendo en casi una caricia, mis sentidos empezaron a crisparse, ella parecería que forzara las caricias moviendo el torso y empezó a respirar entrecortado; yo no las tenia todas conmigo, ardió en mi pecho el rencor, empecé a subir mis manos, poco a poco esperando por su reacción, no paso nada, llegue a los senos, que maravilla, duros como peras, sin sostén y erectos como buscando guerra.
Llegamos a los árboles de mango cuando yo ya no podía mas, bajamos del caballo y nos subimos a un árbol que parecía cuajado de frutos.
Que levanten la mano todos los que alguna ves hicieron el amor en la copa de un árbol.
-¿Es bien jodido…. No? Pregunta solamente para los que levantaron la mano.
No se podía ni siquiera pensar en desnudarse, hubo que solamente desplazar la ropa para empezar la danza del amor, de pie apoyados en una rama como sea, sosteniéndonos con las manos y con los dientes.
-Tírenme un mango. Dijo el muchacho de mierda.
Yo, al tacto y con riesgo de romperme la crisma, arranque un mango y lo deje caer.
-Esta verde.
Comencé a arrancar frutos y dejarlos caer de manera sistemática, mientras daba rienda al desenfreno, descubrí el gran error de la Biblia, el árbol del Pecado Original no fue un manzano. Al cabo de un rato bajamos, el suelo estaba lleno de mangos verdes y a medio madurar, el hermanito estaba cubierto de jugo y pulpa de la fruta de los pies a la cabeza y llorando por el golpe de uno de los mangos.
En una acequia cercana Marina lavo al muchacho, a corta distancia en la misma acequia yo lave a mi muchacho; subimos al caballo y retornamos a la casa; pero como en el paraíso ya perdida la inocencia vino la vergüenza, yo descabalgue en un recodo, lejos de la casa y camine con aire de angelito.
El dueño y el cabezón estaban en una ranchería tomando chicha fresca y comiendo causa seca (para desasnar a los lectores, la chicha es una bebida alcohólica hecha de maíz hervido con azúcar, que fermenta y llega a tener un alto contenido alcohólico, la causa es pescado seco, remojado en aceite con ají y otras especias), me invitaron a sentarme y beber con ellos, yo como siempre intente disimular, pero fue imposible, parecería que ambos estaban decididos a emborracharme, al final lo consiguieron; pero ellos cayeron antes que yo, era como las ocho de la noche y ellos se quedaron dormidos en la mesa.
Como yo había hecho el viaje para ver la Feria, me decidí a ir al pueblo, distante cinco kilómetros, encendí el tractor que estaba estacionado junto a la ranchería, enganche en primera y me dirigí al pueblo, me parecía que el tractor hacia mucho esfuerzo para avanzar, casi no se movía, al fin lo apague, regrese a la mesa, tome un poco mas y me quede dormido.
Cuando desperté a media mañana, estaban arreglando la pista de entrada a la hacienda, que algún cojudo, no se sabia quien había arruinado con el tractor, haciendo un surco de casi cien metros de largo, no sospecharon de mi por que me encontraron durmiendo en el mismo sitio donde estuvimos sentados, participé de las deliberaciones sobre el conductor misterioso.
Para evitar sospechas y otras vainas, me embarque en un ómnibus de Perú Express, con rumbo a Pacasmayo y ese mismo Lunes en la noche me presente en mi casa con un costal de mangos verdes; encontré que había sido aceptado en la vida social de la Provincia, pues me esperaba una invitación para la Fiesta de Fin de Año en el Club Pacasmayo, esto era algo así como mi fiesta de debutante.
Las chicas adolescentes en Pacasmayo, pretendían ser sofisticadas y misteriosas, no como las de la Selva, donde la entrega afectiva o carnal es mas completa y sin subterfugios; de todas maneras, por mi naturaleza fogosa (me viene de familia) tenia que aceptarlas como eran o buscarme mi “Rosita”, habiendo salvado el escollo de aprobar el año escolar y ante la llegada del verano repase mi inventario, para la gran aventura de sobrevivir y conquistar.
Tenía a mi favor el ser italiano, en este país, siempre se ha adorado al extranjero; Estaba por cumplir diecisiete años, media un metro ochenta, setenta y cuatro kilos.
Podía ser tanto o mas sofisticado que ellas porque tenia mas mundo y tenia una amplia cultura literaria (gracias al viejo alquilador de libros que ilustro mi niñes).
No creía en el amor (aun hoy a veces dudo), desconfiaba de todos (no creo ni en mí mismo). Yo había superado hacia tiempo la barrera de la propiedad, no me interesaba ser el dueño de ninguna chica. No tenia apuro inmediato pues tenia una invitación abierta para cazar en la chacra de Antonio, pasando la noche en el campo para empezar a cazar, extenuado pero en la mejor hora, Maria Parroquia siempre estaba dispuesta y me había dado cuenta que mujeres son mujeres donde quiera que estén.
Si las mujeres fallaban, siempre podría dedicarme a la cacería.
Pero no todo era perfecto, no tenía terno para la Fiesta.
Verano del 2003.
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