Anhelada Dama:
Quisiera saber qué eres en mi sangre, y en ese lento susurro de dolor que nos envuelve y luego me aleja.
Vuela a mi destierro vil flor de mis agonías, y en desencanto de mis armaduras os digo... ¡Adiós!
Inestable amor mio.
Te quiero y me pierdo, quedo en el vacio y no te necesito.
Os dejo, si lo hago es por el amor, es por el desamor, es por el dolor, así como añoro sus besos, así como quiero un abrazo, luego me sostengo.
Por momentos usted mi sustento, por vacios, Yo mi poder.
¡Y dejo de necesitaros!, y dejo de amaros, ya no beso sus pasos, ¡¡ni siquiera las miradas mutuas de dolor!!, me torno frio, soy como hielo que destempla sus entrañas, ¿a caso la muerte de mi amor estará en mis manos?; ¿seré yo el asesino de mi propia vida?, aquí, entre mis manos, con mi pala sepulto el amor, sepulto la nueva flor que renace como macabro sueño, que renace, ah!, no, renacer no.
Que siempre está, que ni el cielo ha podido tapar y que con frialdades alimenta contra mi favor.
¡ No obedescaís a mis palabras!... Obedeceros, que contienen tanto veneno como mi desamor, como tu vil encanto, como todo lo que rodea a este hielo de corazón.
Quiero tomarte furiosamente y despojarte,
mi sed releva en tu daño y me alimento macabramente de tu suspirar.
¡Llevádme a los infiernos!, que así como obtengo la venda a mis ojos la suelto para seguir.
Y Tú, sustento de mis crueldades,
seguirás en pie.
Olvidé decirte Gracias.
Samahain escarlata. |