Estoy en un hospital y no me puedo mover.
El techo gris, deshojado, curtido.
La muerte se me aleja, no me quiere aceptar.
Estoy solo, en el infierno.
De vez en cuando viene alguien, y me cambia el recipiente que cuida mi incontinencia
Estuve tan cerca de mi promesa.
Porqué el mundo no me da la libertad de morir.
Vienen, me observan, observan aparatos, cables, tubos, dicen un par de incoherencias, anotan, y desaparecen. Seres extraños.
A veces viene mas mercancía, y la apilan como a mí.
Que poco digno es morir sin querer, que vergüenza paso, la muerte se me ríe.
Se me sienta alguien, que cree que quiero que este ahí. Habla un rato. Yo miro callado.
Si tan sólo no me hubieran encontrado. Que inútil soy, o fui?
Gente llora, mientras algunos paquetes tienen suerte y van a un mejor lugar, más húmedo, más sucio, más putrefacto.
Yo solo, ahí, inerte, y bien conservado.
Una regordeta entra, limpia los pisos. Todos los días ella. Yo la miro.
¿Porqué la muerte te alejó de mí, y me mantiene acá?
Cuanta prolijidad, pero me callo. ¿Porqué nadie acepta que la muerte es un bien necesario?
Hoy me limpian. En verdad no lo hacen, pero como no me quejo, nadie lo sabe.
El mundo de pronto me la negó, y yo así no quise seguir.
Otra vez el suero ¿cuándo se olvidaran?
El recuerdo de ella se estropea. ¡APAGEN EL RESPIRADOR!
No sé cuanto tiempo pasó, pero el egoísmo humano me dejó aquí.
De vez en cuando me cambian de sala. Siempre a una con menos sonido, y menos gente.
Perdóname amada mía, pero no pude cumplir mi promesa.
Cuanta gente me rodea. ¡PASENSE DE SEDANTES! Grito con mis ojos, con mis pelos, con mis uñas.
Parece que mi cuerpo me odia. Parece que resiste quince metros de altura, o fue la puta suerte.
Esta cama me esta absorbiendo, hace calor y no puedo hacer nada.
¿Porqué la gente odia a los muertos, porqué nos mantienen vivos?
Las luces se apagan. Una pequeña línea de luz cae en mi mano. Ella me consuela. Pero el viento la va barriendo, como un dibujo de arena.
El tiempo ya no lo conozco, y no me conozco.
Un niño huye asustadizo. Mi mirada inquieta hasta al diablo, pero a ellos no.
Tan pulcros, tan blancos, tan rutinarios, asiduos.
A mí y a los otros lastres los enchufan, y los conservan.
¿Para que? No lo sé, por lo menos que alguien salga beneficiado con esto, pero lo dudo mucho.
A veces tengo cortos sueños, pero de apoco son mas limitados, me esmero en recordarla, pero el olvido se me amarga.
Mi familia contenta con mi estado, ya que sigo vivo (?) ¿ Porqué son tan egoístas?
Cada tanto uno de ellos se me sienta, me mira, murmura y se va.
El miedo personal a la muerte, los abruma, y acuerdan cortésmente, pagan los gastos, para preservarme.
¿Mi amor, donde estas, te has escapado de mi mente?
Estos solo, observando las grietas del techo, hace días, hace meses, hace años.
No sé porque estoy aquí, te fuiste, y dios se la ingenio, para mantenerme, y así te olvidase.
Una eternidad acostado, con mis ojos fijos al tiempo.
Ya ni en sueños te podré tocar, sentir, ni ver.
Ya no estas, ya todo a muerto en mi. El olvido me tortura.
Ya no me acuerdo ni porque te amaba.