Luz,
que dentro de luz generas
( sin sombras )
toda configuración
de color
tono y matiz
y, en fantasmagórico concierto
usas con soltura
ritmos incomprensibles,
sin repetir
figura o movimiento.
A tu conjuro,
un atávico instinto
crece dentro,
crece y lo invade todo,
transforma la atención
en trance,
que hipnotizado
te mantiene entre un ven
y un huye.
Entornas los ojos
y pareces meditar,
pero en realidad
has sido poseído,
estás inmerso en
Historia Primigenia
de evolución milenaria,

que proyecta sus átomos de cuento
integrando moléculas de escena:
Reviven al volcán, la lava,
el rayo que fulminó al árbol,
el frío de la cueva dominado,
la fiera ahuyentada,
el chirriar del asado
y otros mil y un asuntos
que pugnan por
representar su rol
atropellando al anterior,
y tratando de permanecer
lo más posible.
Ensimismado, ajeno,
fuera del tiempo
te autorrelatas tu historia larga,
del Jurásico al hoy.
...Y sólo al crepitar de un tronco
dejas un poco el fondo,
y me haces sentir
que aún estás conmigo.