Es el tercer choque de trenes en lo que va de la semana, es la décima victima de accidentes de trenes, en lo que va de la semana, es la cuarta familia que no se explica: ¿Por qué aún existen los choques de trenes?, en lo que va de la semana, ¿Por qué la vida es tan frágil ante un viaje cotidiano?
Iba montado en el tercer vagón, el desconocido que iba por un costado decía haber escuchado claramente pasar la bencina, no como algo sospechoso, sino como algo escaso de cotidianeidad, como algo excepcional, a veces la sangre, los fierros retorcidos, fundidos y los gritos casi animales, son menos cotidianos aún.
A lo mejor lo desconcentró claramente ver el torso desnudo de ese niñito al costado de la vía, esos malditos recuerdos de infancia siempre son distrayentes, siempre suelen estar tan llenos de falsedad, siempre parecen tan inútiles, frente a una vida tan armada, tan decididamente lista a continuar. !Era tan innecesario el choque de trenes!, ¿Pero era tan innecesario cada tren por separado?, ¿Era tan innecesario que los trenes se encontraran y que te hicieran despertar?
Y siempre se puede parar el motor, y detener el auto a un costado, mirar hacia atrás, regalarle una mirada a tu hijo, abrir tu boca y explicarle lo equivocados que están, lo equivocado que estas, y lo equivocado que de seguro el estará, y que si por favor puede, a lo menos intentar, evitar cualquier choque de trenes. A lo menos con la excusa de que cuide sus juguetes.
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