Williams abrió las llaves de la cocinilla a gas que se le había permitido conservar dentro de su celda de prisionero. Antes, había taponado todas las ventanas y rendijas de tal modo que el gas comenzó a fluir y a llenar el reducido espacio. El hombre se recostó en su lecho y esperó resignado su muerte. Quiso el destino que en las celdas vecinas se iniciara un bullicioso motín que alertó a los guardias. Estos, premunidos de sus armas, abortaron la asonada y entonces se dieron cuenta del intento de suicidio del reo, a quien rescataron semiinconsciente y lo condujeron a la enfermería.
Dos meses más tarde y después de varias apelaciones, Williams era ajusticiado en la cámara de gases…
Texto agregado el 16-05-2005, y leído por 333
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Lectores Opinan
18-05-2005
las incongruencias!!! anemona
17-05-2005
Desvelar las contradicciones del esperpento de algunas de nuestras actuaciones es uno de los oficios más nobles de tu escribir "custionante". azulada
16-05-2005
Nada hay más lamentable que pensar que ocurrió de verdad.
Qué bien has contado la "legalidad" de la pena de muerte y la "ilegalidad" del suicidio".
Ha estado usted muy atinado Don Guido.Enhorabuena entrelineas