Cuando las rosas duermen y sus pétalos abrazados reposan en la oscuridad de la noche,
las estrellas transitan entre el silencio y desprenden mansos atuendos de inspiración disfrazadas de luz que pululan en lo más alto... el agua de los ríos sigue mansa su camino y el aire penetra en el alma solitaria...
Un amor te traiciona y se convierte en viajero de la vida. Tu cuerpo desfallece y la mirada recorre los destellos espinosos que deja el corazón.
El querer gastado son remolinos de esperanzas y nieblas espesas. Alguien te ha querido con engaño y sin piedad. Has amado con lágrimas dóciles hasta la madrugada.
La esperanza quería darse la mano en cada esquina y el sufrir no aguantó más mentiras piadosas.
Deseos asustados desfilan hacia el infinito desespero que aguarda tras la verdad. Saciedad de placer y besos recogen sus apuestos momentos confundiéndose con la incertidumbre en un mar de ajetreos uniformes.
Olas de ese mar levantan temores de valentía para poner fin a tanta diversidad enmascarada, después de un ligero respiro, la calma llega. Las rosas ya no duermen, sus pétalos no se abrazan, la verdadera luz de las estrellas se apaga por el camino...