Ángel de la materia
El pomo de la puerta es de metal y abre.
La toalla es tejido y nos da abrigo.
La bombilla es cristal y en su vacío profundo brota
luz.
El agua nos circula por cañerías grises y mitiga.
Oh Uriel de hierro, de tela, de silencio.
Ángel de pavimento estático, tu mano
es la misericordia alegre de la mano,
tu pie se hace carril o raíl o sangre o vertedero,
tu columna sujeta los papeles de este vuelo de mí,
tu pensamiento es ala.
Oh Uriel, neón, resistencia de mí
-la leve resistencia de la vida-, la figura,
la clave ionizada, el satén.
Tan comercial tu frente.
Tan espacial tu aliento.
Tan singular tu brazo.
Tan material tu nada.
La manifestación del ángel
Te manifiestas. Llevas
palabras que paseas por las calles:
AABB, o BBBA, o Sirve a IHVH.
La Contaminación BH.
Atmósferas usadas, cinco duros.
Movimiento Letal.
VAVE.
Torreón y miseria, no los toques.
Te manifiestas, llevas
camisetas muy simples de algodón.
Con zapatillas Nike vas cruzando las calles de la
atmósfera,
contaminada, sucia de gas, de propileno,
de materias gestadas por pentágonos,
de Sida que no da esperanza alguna.
Vienes, terriblemente limpio, a mi mirada.
Te amo sin saber
ni tu constitución exacta
-polígono insuflado de amor es mi materia-,
cristal beig de murano -Italia es una bota y tú la
pisas-.
Tengo hambre de ti. Como una pizzería, tú me muestras
la sencillez del todo en la comida.
Tu sonrisa es mi prana.
Tu boca es aloe. La comisura curva de tus labios, mi
planeta.
Oh Uriel silente en cuya lengua el tiempo
semeja la palabra de mi vida.
Oh Uriel lejano cuya mano me ahoga
-como una leve cinta de cassette se me repite,
cada vez que la beso,
inflamable y veraz e intocable-.
Oh Uriel, mi infierno, mi noche pernoctada en el
desvelo,
mi pulcritud plagada de versículos,
mi amor en el amor, mi nada toda.
Oh Uriel, te hablo porque sé que me escuchas. Nada
temo.
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