Sueño con Aldeas

(Pequeño relato de un sueño y un encuentro)



Recuerdo que en la habitación no había un mediano sol, ni una endiadémada luna. Solo su olor nupcial. Su longitud de corazón y mis negros ojos, que a momentos, ciegos a la erotizada tortura, se evadian de la pequeña pieza para soñar.

A ella y al sincopar de sus tribales tambores.

Sueñan con aldeas, con un desierto calmo. Con la tibieza de una brisa seca que se enrolla en mi cansado cuerpo. Sueñan al ver mis manos partidas y al verla rearmando la blusa que cubre su pecho. Sueñan con el color canela de sus areolas. Con el tibio sabor de su sexo. Con poseerla y con la pequeña muerte que nace del quieto ritmo de aquel antiguo ritual;'-.