Una antigua leyenda dice que no siempre fue así. Habla de tiempos
ancestrales, cuando nuestro pueblo era libre. Libre para crecer, libre para respirar el aire puro y fresco. Ahora, a mi alrededor, reina la locura. Nuestro pueblo ha sido sometido al yugo de la esclavitud. Mis hermanos gritan y no pueden huir, intentan respirar y mueren contaminados por ese extraño aire que nos rodea. Nos tienen encarcelados en pequeños espacios para su disfrute, para intentar convertir este lugar en un espectro de lo que era el mundo en tiempos pasados.

El humo nos asfixia, nos atan en lugares donde el aire es venenoso. Pero, ¿de dónde ha salido esta plaga?. Un amigo muy anciano recuerda los tiempos en que nuestras tribus eran hermanas, nos ayudabamos y ellos dependían de nosotros. Un día se rebelaron. Su codicia les hizo extenderse por doquier y su ansia de poder les conminó a destruir, destruir...

A través de miles de kilómetros supimos de la suerte de nuestros hermanos de más allá del mar. La hermosa ciudad esmeralda había caído. Sus gritos llegaron hasta nosotros ... todavía los puedo oír en mis pesadillas. Nadie podía dormir en esa época. Nuestros mayores se erguían desafiantes esperando a que vinieran por nosotros, tendrían una muerte con honor. Pero no llegaron, y los gritos de más allá del océano cesaron de pronto. No sabíamos que
pensar. ¿Todo había acabado? ¿Habían muerto nuestros hermanos? No lo sabíamos. Tiempo después, cuando nos creíamos a salvo, nuestros enemigos llegaron a nuestro pacífico territorio. Llegaron con armas y destruyeron sin compasóin a nuestros jóvenes. Algunos ancianos cayeron también, pero otros
fuimos perdonados. Sí, perdonados, pero no liberados. Construyeron su ciudad en nuestra tierra, esclavizaron también a los animales que siempre habían vivido allí en paz con nuestro pueblo. Sangre roja y verde se mezcló en la tierra como símbolo de nuestra caída.

Así hemos subsistido a lo largo de muchas primaveras. Atados a esta ciudad sin nombre, sin ley y sin esperanza ... Nuestra madre que hace tiempo que también fue sometida, sigue llorando por sus hijos, por los hijos que sometieron a sus hijos. Sus lamentos se escuchan en las noches de calma, pero ellos no los oyen. Ellos ya no oyen su llamada y toman de ella lo que quieren sin compasión, hurgando en sus entrañas como ladrones en la noche que roban sus maravillas.

Sin embargo, hoy se ha parado junto a mi uno de esos seres que tanto daño nos han hecho. Se ha parado junto a mí y me observa con atención. En un principio he sentido miedo, miedo de que hubiera reparado en mi. Sin embargo, creo leer en los ojos de este enemigo, una mirada de compasión, de simpatía por nuestro pueblo. ¿Acaso será verdad? ¿Será cierto que en algunos lugares nuestros dos pueblos han llegado a coexistir en armonía?
Acaso este ser que me mira y siente pena por mí es una luz de esperanza para mí y los míos. Siento que me observa y ve mi dolor, me habla, me da consuelo, acaricia mi piel. Sabe que pertenecemos al mismo mundo y llora por el destino de ambos pueblos.

Nuestro futuro es incierto, seguiremos aquí, adornando sus negras ciudades hasta que sus mentes caprichosas se cansen de nosotros y nos dejen descansar en la paz del olvido ... ¿Acaso comprenderán por fin?. Esa es mi esperanza y tal vez mi locura ...

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