Nuestro aniversario se perdió
en las alcantarillas de una herida,
corazón de la marea violácea
que se dibuja en el cuerpo de las sombras.

Las grietas dulces fueron oscuras travesías
suplicantes del día que corría sordo
tras el andar ligero de un cuento roto
que no creyó en la renovación divina.

Coronada de plegarias
al final la noche cayó de su pedestal
estrellándose en la madrugada
envuelta en la piel de un enamorado sin rostro.

Temerosos párpados cerrados en el reino de la luna
exterminaron la conciencia
abriéndose paso entre los muros
de la exégesis de un corazón maltrecho.

Y los mares de palabras navegan el viento
esperando morir tras la cortina
de tus pasos matinales que reviven
en círculos fugitivos.