Aúnque simulas como un anciano quieto
que de tus huesos, se ausentó la vida,
no logras convercernos, de ese hecho,
y ninguno te creemos muerto.

Aúnque hace tiempo que tus manos
no empuñan musas entre sus dedos
y solo el recuerdo nos trae
el vino de tus sonetos.

Aúnque no subes con el sol, poeta,
como solías en el atardecer inquieto
Aúnque no sudas con metales prietos
y pretendes ignorar tus alimentos.

Aúnque simules como un anciano quieto,
no te hagas, estás vivo, y sigues recorriendo
cada palmo del mundo,
en la nobleza de tu inspirado aliento.

Porque de hierro llevas hecho el cuerpo
y de metales, piedras, emolumentos
es tu alma clara esparcida al viento.

Y sin tus ojos, no se ve al mundo
ni su verdera verdad de lo cierto.

Y sin tus oídos no se escucha el grito
de la vida intensa de estos sueños rotos
que simulan contigo jugando a los muertos.

Pero que se esparcen en cada joven nuestro
que va descubiendo el mundo
y tu secreto: América
espera de su príncipe el beso
para remontar, hermosa, este negro sueno.