Miro por la ventana y no estás allí
pero siempre aparece tu sonrisa dibujada en el cielo
como si fuera a caer dentro de mis labios
como todas las tardes de invierno que compartimos.
Siempre puntuales estábamos allí
nunca falté, nunca te planté como rosa marchita,
ni tu me plantaste a mi.
Hasta que esa tarde rojiza de julio
sin pensarlo caí entre tus brazos
dejé que mis manos se unieran a las tuyas
morí entre tus dedos
y tú entre mis labios remojados en lluvia.
Luego el cuchillo del caos rompió entre nosotros,
un adiós sin explicar se posó entre tus labios
lo botaste con amargura y sonreíste incoherente
y yo... tan sola... caí entre la sombra del día
Ni un minuto pasó cuando grité tu nombre entre las hojas
en tres palabras detallé mis deseos más profundos
una declaración tardía y desesperada
pero tú ya no estabas allí... te esfumaste como el agua por las alcantarillas
y creo que esa comparación no está tan lejana a ti...
agua sucia que cae por el pavimento...
que te canta al oído lo saludable que es
y luego te contagia con la enfermedad más mortal que exista:
La maldita indiferencia.
Texto agregado el 15-05-2005, y leído por 160
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
24-05-2005
es como un veneno qe te ba matando por dentro, lentamente hace qe la ira se apodere de ti, esa es la indiferencia. muy buen texto. lokillo
17-05-2005
Valla....de alguna forma me encanta y a la ves odio la indiferencia. freya
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