Deslumbrada, se adentró en la penumbra acogedora del pequeño bar; veía sólo formas indefinidas, sintió que tropezaba y regresó, quedando precisamente en el dintel de la puerta, destacando inconscientemente su estupenda figura contra la luz exterior.
Lo que vio, en un principio con mirada casual y luego con creciente interés, le hizo casi soltar el vaso. Cuando descubrió sus ojos, se precipitó en su inmensidad de abismo, se fue hundiendo lentamente en la belleza rara de esas facciones ligeramente orientales, sintió la necesidad de fundirse en esa silueta que se recortaba insinuante. Instintivamente se levantó, decidió que tenía que hablarle, decirle, suplicarle si era preciso, pero esos ojos, esos ojos... Se dirigió a su encuentro.
Lo vio incorporarse y reconoció en su actitud decidida, en la expresión de su cara y en su gesto firme que tenía posibilidades. Necesitaba hablar con él para confirmar, para estar segura. Era un poco aventurado pero tenía que hacerlo, sentía la urgencia interna; con tal de que no le resultara otro Don Juan sin sombra de inteligencia y buen gusto... Había que arriesgarse y, sin dudarlo estrechó la mano que se le tendía.
Más con gestos que con palabras se sintió conducida hasta la pequeña mesa redonda, quedó sentada frente a la puerta. Después de las fórmulas de cortesía, las disculpas y varios cocteles... ¿Y cómo te empezaste a interesar en la brujería y esas cosas del diablo y sus magias de todos los colores ? inquirió inclinando el vaso hasta que el líquido estuvo a punto de derramarse. Hmmm, no sé, un libro, un amigo con el que platicas, los cuentos de infancia... todo, de repente algo pasa y te empiezas a interesar por el asunto... acercó la silla. ¿A ti nunca te ha sucedido nada... extraordinario? Puso ambos codos sobre la mesa, adelantó juntando los hombros y, con satisfacción confirmó que aunque el escote al irse al frente formaba una curva muy pronunciada y mostraba más que suficiente, la mirada permanecía fija en sus ojos... Nuestras pequeñas manías y supersticiones, la atracción por lo oculto, tu sabes, es como todo, continuó haciendo brillar intensamente los ojos."...Ventanas al infinito, sí, eso eran aquellos ojos. Escuchaba las palabras, o mejor dicho, oía el sonido melodioso de su voz y entendía de alguna manera su mensaje, pero no podía apartar la vista de esos ojos, de esos dos abismos..." En ese momento la iluminación aumentó considerablemente, al encenderse los reflectores que apuntaban al escenario: Un hombre de mediana edad, perfectamente vestido de smoking y corbata de moño rojo irrumpió:
Muy buenas noches damas y caballeros, distinguida concurrencia de éste su bar El Zodiaco, el centro nocturno con la mejor variedad de México... que esta noche se engalana con la belleza y la voz de... Olga... directamente desde Las Vegas, acompañada por el ballet internacional de... Rubén... y la orquesta de maestros dirigida por...
Tuvo que elevar el volumen para mantenerse por encima de la orquesta, que, aunque pequeña, estaba fuertemente apoyada por ingenios electrónicos que la hacían aparecer mucho mayor.
Sin dejar de verlo a los ojos, decidió que ese no era el lugar apropiado. ¿Que tal si nos vamos a otro sitio menos ruidoso para seguir... platicando? dijo desviando la vista, con lo que provocó que aquella mirada fija en sus pupilas, se deslizara treinta y cinco centímetros más abajo, y cambiara Eh... sí, claro... creo que estaríamos mucho mejor, conozco varios, depende de que tan poco concurrido lo quieras. Dijo con voz clara y un definitivo timbre de esperanza, haciéndose el firme propósito de diversificar la dirección de sus miradas..habiendo tanto que ver... aunque, esos ojos... esos ojos...
- II -
"El carro es cómodo y hasta lujoso... el llavero es un símbolo de Aries... así que cree en estas cosas, al menos un poco... Metió la mano en el bolso y después de hurgar un poco, sintió el frío y el peso metálicos del amuleto. Si, él debía ser el hombre; ese ser que no dejaba de hablar y conducía con la seguridad que sólo da la experiencia... era la mejor posibilidad que había conocido...
No enciendas la luz
¿Pero ?
Por favor, suplicó.
Pero, así, tan oscuro... Dijo regresando hacia ella. Si prefieres que no te vea... no importa, de veras. Alzó las manos para abrazarla.
Lo rechazó, suave pero efectivamente con un giro exacto que la dejó muy cerca del sillón más iluminado de la habitación. No, no es que no quiera que me veas... es que la luz fuerte y artificial... me... no sé... se dejó caer con estudiada despreocupación en el asiento.
Me gusta la semi oscuridad, la penumbra. Se quitó los zapatos y estiró las piernas, haciéndolas girar un poco a cada lado y volviendo hacia abajo las puntas de los dedos. Reacomodó la pose de tal manera que su movimiento resulto sumamente sensual.
Déjame decirte algo. Susurró, al tiempo que se ponía de pie elásticamente, y al ritmo de la música iniciaba con las manos a la espalda, el hecho sencillo y determinante de despojarse del vestido.
Me gusta mucho la luz, pero no cualquiera. Rronrroneó mientras el vestido quedaba hecho un ovillo sobre la alfombra. La luz que me hechiza, me incita... la que me lleva al límite es la de las velas... Concluyó enronqueciendo la voz al tiempo que se despojaba del resto de la ropa con movimientos inequívocamente felinos.
¿Pero, velas... dónde..?
Yo traje, son siete y son negras. Dijo mirándolo a los ojos.
Las siete llamas oscilantes se recreaban en los espejos, hasta convertirse en incontables miríadas de reflejos rojo-amarillo que danzaban incontenibles. Un aroma muy especial inundó el ambiente y la temperatura de la habitación subió.
" Qué figura tiene... casi no lo puedo creer... no es posible, ésta si es buena suerte... si, mi buena estrella... ¿cómo puede bailar así?... un poco más y se le quiebra la cintura... qué caderas... qué piernas... qué... que... todo. Pero no debo ver tanto sus ojos... por que si lo vuelvo a hacer..."
Oye.
Y los cuatro ojos se encontraron... Quedó estático y ella hizo refulgir intensamente sus pupilas, hasta sentir que lo tenía completamente a su merced.
Mírame, mírame bien, a los ojos... así... éso es...ahora mira el amuleto... ¡míralo!... es... como mis dos ojos... y es más... mucho más... ahora te puedo decir todo, ya no te podrás apartar de mí, siguió moviéndose como las llamas de las velas. Estás en mi poder, no tienes más voluntad que la mía.
La velas comenzaron a apagarse y encenderse en secuencia. El color de las flamas cambiaba como embarrándose de arco iris; fuera del círculo de luz cambiante, la oscuridad se hizo intensa, casi total. No había más sonido que el de su voz.... y la temperatura de la habitación se elevó un poco más. El ambiente se trocó en tensa calma, saturada de premoniciones y misterio, las llamas de las velas saltaban de una a la otra recalentando el aire; impregnándolo de olores almizclados, acres. Desnuda, se balanceaba al ritmo de una música no escuchada más que por ella y de sus labios se escapaba un susurro incomprensible.
El, erguido y desnudo, con los ojos enormemente abiertos, el cuello en tensión, la barbilla adelantada y los brazos en caída libre a las costados. Toda su estampa expresaba obediencia y expectación; sólo su respiración pausada y profunda desmentía su apariencia de estatua. Ella giraba balanceándose sin interrumpir el cántico, sostenía el amuleto entre los dedos tensos como garfios. El amuleto cambiaba de color en armonía con las velas. Y su rostro, bello hasta lo indescriptible, se comenzó a ensombrecer y a marcar con un rictus demoníaco. Su cuerpo desnudo y cimbreante, se anguló y se llenó de rectas y planos de perfil recio. Sus ojos, esos pozos de infinito, comenzaron a refulgir con luz propia, desde un rojo casi negro hasta un verde de brillo irresistible....
En un momento dado se apagaron todas las velas, sólo brillaban sus ojos y se hizo el silencio total... cesó todo movimiento. Al centro del ruedo que formaban las velas de pronto apareció una luz tenue, pequeñísima pero que fue creciendo hasta llenar todo el cuarto; tenía todos los colores, todos los brillos y todos los reflejos... En el mismo centro, se comenzó a formar con luces densas un rostro de rasgos increíblemente repulsivos, y, al mismo tiempo inconcebiblemente atrayentes. Absorbiendo, por decirlo así las luces exteriores, se fue condensando detallando y conformando cada vez más, hasta consolidarse en una figura que, si horrible, tenía la capacidad de atraer irremisiblemente la vista para dejarla ahí, fija, sin poder desviarla un ápice...
Las velas se encendieron, dirigiendo las puntas de las flamas hacia el centro, hacia esa cara diabólica de irresistible atracción que de pronto abrió los ojos, y en sus pupilas verticales se concentró casi toda la luz: Un haz paralelo recorrió todos los rincones de la habitación. De la boca casi cerrada, surgió de súbito la voz grave, bronca, pletórica de ecos, que haciendo retemblar las paredes, profirió:
Me invocaste... tu, mortal... di... qué quieres de mi.
Ella, sin abrir los ojos pidió un poco atropelladamente: Quiero de ti, señor de las tinieblas: Poder, riqueza, amor y vida eterna… Continuó con voz silbante y apretando aún más el amuleto: Sé, conozco el precio que tengo que pagar, pero, por el poder de éste amuleto; tengo derecho a pedir que el alma de éste ser que está conmigo te pertenezca desde ahora y para siempre, a cambio de la mía.....
Sea. Dijo la voz. Las llamas se elevaron un poco más y el calor se hizo insoportable. Después comenzó a menguar y la nube incandescente a reducirse, pero ella interrumpió el proceso....
El ritual, el ritual....quiero el ritual.
Sea. Aceptó la voz, con lo que la nube se restableció en todo su apogeo.
Se acercó a su compañero arrastrando los pies, sintiendo dolores indecibles a cada movimiento... levantó las manos y le hirió el antebrazo con el amuleto hasta que brotó la sangre. Luego, se hirió a si misma en el brazo izquierdo, lo acercó al de él... y los dos líquidos se mezclaron...
Hubo una ligerísima reacción en él al ser herido, entornó levemente los ojos y su actitud general se hizo un poquito menos rígida... mientras la voz profería con entonación cansina:
Sólo me seguirás a mí, a donde sea.... repetirás palabra por palabra todo lo que diga... ¡TE LO ORDENO...!
Ella sentía una felicidad inmensa, algo que no le cabía en el cuerpo y que tenía que manifestar de alguna manera. No se le ocurrió otra que reír, reír con una risa fresca y cristalina mientras giraba una y otra vez en una danza improvisada, con características definitivamente excepcional belleza y sensualidad, desvió, muy levemente, pero desvió la atención de su compañero de ritual....
La voz llenó nuevamente el espacio con su timbre metálico:
POR ESTE CONJURO QUE YO INVOCO...
por éste conjuro que yo invoco... repitió obediente, pero tratando de ver las evoluciones de ella.
ENTREGARÉ MI ALMA...
entregaré mi alma.
A CAMBIO DE LA DE AQUELLA QUE POSEE EL AMULETO...
a cambio de la de aquella que posee el amuleto.
SIN PEDIR NADA A CAMBIO.
sin... pedir nada a cambio. Titubeó, con lo que el rictus del rostro rodeado por las velas se hizo más siniestro, pero continuó:
POR QUE ESA ES MI VOLUNTAD.
por que... ésa... es m… mi vol… voluntad.. tartamudeó. Las luces que formaban la cara diabólica, se contrajeron hasta no ser más que un puntodeslumbrante que súbitamente creció a manera de aurora boreal. Se extinguió sin sonido alguno y reapareció con mayor fuerza que antes, para continuar: ESTE PACTO NO TIENE OTRA SALIDA.
este pacto... es… te pac... pacto... no… n… no… tie… no puede ser así. Replicó con una voz ya no tan plana. La cara demoniaca era fuego líquido, crecía y desaparecía con un ritmo diabólico...
REPITE TEXTUALMENTE, SÓLO LO QUE YO DIGA.
repite textualmente, sólo lo que yo diga. Remedó con obediente socarronería.
El fuego se tornó verde, aparecieron centellas que rebotando en las paredes marcando todo lo que iban tocando... un torbellino lumínico pintado de todos los colores comenzó a girar cada vez a mayor velocidad, formando un vórtice de luces cambiantes y ruidos aterradores. Se calmó un tanto, como tomando fuerza para crecer hasta el infinito.....ya regresaba, regresaba devastador... cuando se declaró el incendio... casi una explosión.
- III -
La sirena aullaba estridencias, bajó poco a poco el tono al irse deteniendo. No me explico que pasó, esto es más que un cigarrillo olvidado... y ese olor a azufre... no sé qué pasó capitán.
Los incendios producen los más raros efectos y se inician de las maneras más insólitas, créame, se lo dicen más de veinte años de servicio. Se reacomodó el voluminoso y llamativo gorro negro con adornos de latón, para continuar: Menos mal que la parejita salió viva, un poco maltratada, pero al menos vivos. Lo que me extraña es que no presenten quemaduras, no lo entiendo; allá adentro era un verdadero infierno.
- IV -
Jugueteó con el estetoscopio y se reacomodó los lentes, vio hacia ambas camas y preguntó, de nueva cuenta:
¿De un incendio, dice? ( No lo puedo creer, no tiene una sola quemadura, ni golpes ni síntomas de asfixia... sólo las heridas en los brazos, en fin, esperemos a que pase el efecto de los sedantes... la expresión de ella es atípica, se ve como si estuviera realmente feliz, no entiendo porqué, pero...) Enfermera, repórteme en cuanto despierte cualquiera de los dos.
Si doctor. Repuso sin dejar de verla. (Qué expresión tan serena y rara, es muy bella... y él no es feo... hacen buena pareja, no hay duda, si al menos pudiera abrirle la mano, a ver que es lo que guarda con tanto celo, pero no he podido, ni yo ni los doctores... bueno, a trabajar) se dijo tomándole el pulso a la durmiente.
Hmmmm. Gimió Elsa.
Hmmmm. Gimió a su vez Enrique.
¿Dónde estoy? Preguntó Elsa.
¿Dónde estoy?. Preguntó también Enrique.
Mi señor, oh invocado, ¿que pasa?
Mi señor, oh invocado, ¿qué pasa?. Oyó decir a su compañero.
Elsa abrió los ojos, giró la cara hacia la cama contigua, y reconoció a Enrique. De golpe recordó todo, es decir, casi todo: Las velas, el talismán (que aún conservaba) y la presencia de AQUEL.. sonrió satisfecha... pero el ritual... el ritual no había sido concluido... el incendio... los bomberos... cayó nuevamente en la inconsciencia.
Varias horas después volvió a la lucidez, ésta vez calmada y tranquila. Vio a su compañero de invocación que miraba el techo con gran atención y recargándose en un codo le preguntó:
¿Sabes dónde estamos?
¿Sabes dónde estamos?. Preguntó en su turno Enrique.
No, yo te pregunto a ti.
no, yo te pregunto a ti. Escuchó.
Bueno, no sé bien, me parece que en un hospital. Dijo descansando la cabeza en la almohada.
bueno, no sé bien, me parece que en un hospital. Dijo Enrique.
Ja, ja, menos mal que estás de buen humor, después de lo que pasaste...
ja, ja, menos mal que estas de buen humor, después de lo que pasaste. Oyó decir a Enrique. Se incorporó inquieta:
¿Porqué repites todo lo que digo?
¿porqué repites todo lo que digo? Inquirió a su vez Enrique.
??????
"... el ritual... eso es... el ritual no fue concluido... se interrumpió... en..."
Oh señor de las tinieblas, por favor ayúdame...
oh señor de las tinieblas, por favor ayúdame. Repitió fielmente Enrique...
- V -
Elsa caminó hasta la mesa, seguida de cerca por Enrique. El mesero los atendió solícito.
¿Qué se les va a servir a los señores?
Un aperitivo, un martini.
un aperitivo, un martini.
¿O sea, lo mismo para los dos ?
Si, por favor.
si, por favor.
¿Algo para empezar?, ¿alguna entrada ?
No, gracias... bueno, si, unas empanadas.
no, gracias... bueno, si, unas empanadas.
Así que, ¿igual para los dos ?. Quiso confirmar, desconfiado.
Si, gracias.
si, gracias.
Elsa quiso aprovechar la ausencia del mesero para intentarlo una vez más.
Enrique. Dijo.
Enrique. Escuchó.
Quiero que me oigas. Intentó.
quiero que me oigas. Le dijo Enrique.
No, no quiero que repitas solamente... quiero que me entiendas y me contestes. Insistió.
no, no quiero que repitas solamente... quiero que me entiendas y me contestes. Obtuvo.
Sus aperitivos.. permítame señora... señor, con su permiso.
(Que ojos... casi no puedo dejar de verlos...)
Gracias.
gracias.
Elsa vio con detenimiento al mesero y le captó un reflejo especial en los ojos"... pudiera ser... tiene el tipo... ese brillo en la mirada, a lo mejor funciona... tendré que intentarlo otra vez... si, una sonrisa, lo miro fijamente a los ojos y ya está... platicamos un poco... una cita... vamos a algún motel y listo... bueno, esta vez sin velas, que se joda Lucifer... sólo electricidad... "con ella... y después... que se caiga el mundo... tengo que ver esos ojos de cerca, muy de cerca... "
De tortilla, con mucho epazote, por favor.
de tortilla, con mucho epazote, por favor.
Ya sé, lo mismo para los dos. ¿no es así?.
Si gracias.
si, gracias.
Elsa se quedó mirando al mesero, entornó ligeramente los ojos haciendo un mohín irresistible. El pobre candidato, al no saber que hacer, dio media vuelta y se retiró, con la cabeza hecha un torbellino y una amplia sonrisa en el alma. Elsa lo siguió con la mirada y sonrió, con autocomplicidad...
Buen provecho. Se deseó Elsa.
Buen provecho. Le deseó Enrique.
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