Ahora sé que el modo de morir decide el futuro del fantasma. Por ejemplo mi compadre Gonzalo que murió ahogado, sólo se aparece donde hay agua. Me lo fui a encontrar en la fuente de las Cibeles, en medio de un tránsito infernal de viernes en la noche, se le veía feliz y despreocupado como siempre, hasta quizá un poco más.

Me recibió con uno de sus famosos abrazos, cálido y prolongado, que me hizo sentir muy bien, sobre todo después de haber tratado a tanto fantasma desconocido, que si bien atentos, eran un poco fríos y en realidad nunca se interesaron en ayudarme.

Me examinó de pies a cabeza y sonrió con ése gesto como de complicidad que le era tan peculiar. - Ah ca.. nijo... ya sé de qué te moriste... volvió a sonreír de modo muy especial... lo malo es que aquí hacemos... algo de acuerdo a la clase de... tu sabes... de lo que estaba haciendo cada uno cuando se murió, y de preferencia sólo se junta con los que se murieron de lo mismo - se puso un tanto serio - la mayoría de mis conocencias murieron de edad ya... avanzada y no creo que les pueda interesar... pero si tu quieres, pues nomás escoge - me fue llevando hacia la orilla de la fuente mientras se justificaba:

- Compadre, perdóname pero discúlpame, ora si que no te puedo dar ni una... mano. Se interrumpió, para proseguir, otra vez con su sonrisa de siempre:

- Sólo a ti se te ocurre morirte en plena luna de miel... sólo a ti se te ocurre.