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BURBUJA


Después de la sorpresa, la primera sensación fue de temor a que notara mi presencia. Quedé inmóvil, respiré lenta y espaciadamente. Moví los ojos sólo lo necesario para no perderlo de vista.
Sus alas, como de seda impalpable, como de telaraña, se agitaban a ritmo sincopado y me atreví a pensar que en realidad no necesitaba moverlas para mantenerse en el aire. Revoloteaba lentamente, como buscando algo y al mismo tiempo parecía no tener ningún propósito definido. En uno de sus giros se colocó casi a mi espalda y la tentación de voltear fue punto menos que irresistible. La situación se mantuvo por varios minutos, ya me empezaba a doler el cuello, iba y venía... subía y bajaba sin producir más sonido que un sutil aleteo.
¡De pronto me vio!
Quedó suspendido, como congelado, sin moverse en absoluto, con la vista fija en mis ojos, entonces pude apreciarlo mejor: La figura era lo más gracioso que hubiera visto, grácil y flexible, mostraba una perfecta proporción. Estaba cubierto casi totalmente por una especie de luz de colores cambiantes, a la manera de una pompa de jabón a punto de reventar.
Su cara diminuta de nariz respingada, ojos un poco rasgados con pupilas extrañamente verticales y la boca, en ese momento ligeramente abierta por la sorpresa, era de un trazo exquisito, del pelo ensortijado se escapaban algunos mechones dorados por el borde de un delicado gorrito que, demasiado largo, se doblaba hacia adelante, justo entre las antenitas rematadas por pequeñísimas esferas rojas.
No debía ser mucho más grande que mi mano, pero parecía estar dotado de una fuerza muy superior a la que correspondiera a su estatura, estático, flotaba a no más de cincuenta centímetros de mi cara, noté que lentamente se desvanecían los colores de esa especie de vestido de luz que lo cubría y hasta la misma silueta se empezaba a confundir con lo que estaba detrás, - tiene miedo - pensé con temor de que desapareciera sin haberlo podido admirar.
-No quiere que lo vea- fue casi imposible no estirar la mano y sujetarlo, cuando lo pensé casi desapareció.
-Quiero verte, no te vayas por favor- dije dentro suplicando y sus colores reaparecieron un poco.
--Gracias- le dije pensando y casi regresó la silueta -no te quiero hacer daño, sólo quiero comunicarme contigo ...- La silueta se destacó nítida en toda su belleza y hasta pensé que se movía un poco. Se movía sin desplazarse, inclinó la cabeza ligeramente hacia la izquierda y creo que esbozó un ensayo de sonrisa un tanto pícara. Yo también me moví un poco para descansar el cuello.
Retrocedió a una velocidad insospechada pero no desapareció, reanudó el agitar de sus alas con ese ritmo sincopado y estiró los brazos, inesperadamente percibí un olor delicioso, como de almendras con miel; variaba incesantemente y se repetía de tanto en tanto; aspiré deleitado, y sabiendo que él lo producía se lo agradecí con el pensamiento, de pronto me sentí inmerso en un mar de aromas, algo totalmente indescriptible, delicioso y absolutamente embriagador. Cerré los ojos y me recargué en el respaldo de la silla, cuando lo volví a ver, había cruzado las piernas, sus alas permanecían quietas y sus brazos y manos gesticulaban con gran celeridad.
Seguí disfrutando esa selección de olores que me recordaban alternativamente el campo, la miel, el dulce de coco, cajeta, rosas, perfumes, piel de mujer, y tantas otras cosas agradables... hasta que, primero disminuyó la intensidad, luego la variedad y se repitieron en secuencia determinados aromas, una y otra vez..., de pronto percibí uno tan desagradable que me hizo abrir los ojos, se encontraba más cerca que antes y pude notar en su rostro un gesto de desagrado, mezcla de enfado y cuestionamiento.
¿Que pasó? - le pregunté pensando y de inmediato volví a oler la última secuencia de aromas agradables, cerré los ojos complacido respirando con fruición..., ésta vez lo intenso y desagradable del olor me provocó un estornudo, salió lanzado hacia atrás en una pose tal que no pude menos que reír. Cesó todo olor, se acercó con gran velocidad hasta casi chocar con mis lentes, se retiró un poco y me lanzó una vez más la última selección de aromas en secuencia, en esta ocasión con mucho mayor intensidad y marcadamente espaciados, mientras con los brazos en jarras ponía cara de consternación. Quedé tan sorprendido y con un gesto probablemente tan cómico, que lanzando aromas dulces como en oleadas, se apretó la barriga y giró hacia atrás unas tres veces antes de lograr cierta compostura. Yo reí a mi vez y poniendo las palmas de las manos hacia arriba levanté las cejas y formé con la boca una sonrisa sin despegar los labios.
Asumió una pose de meditación volviendo a cruzar las piernas se le frunció el entrecejo mientras recargando el codo izquierdo en la respectiva rodilla, apoyaba el puño en la mejilla con los dedos hacia adentro; de pronto retiró la mano, extendió ambos brazos y haciendo una pirueta resplandeció rodeándose de todo el arco iris. Me hizo una seña que parecía significar ¡Atención! Y se puso a cambiar de colores recorriendo todo el espectro, mientras con las cejas alzadas parecía preguntar - eh, ¿que tal ? -. Eran colores vivos, luminosos y brillantes, como de anuncio, como de catálogo de pinturas; se entremezclaban y cambiaban de tono, como caleidoscopio, al final se repitieron seis de ellos... hubo una pausa, ésta vez más prolongada, y los repitió, agitó las alas irregularmente, y flotando dio varias vueltas alrededor de un punto imaginario, colocándose una mano a la espalda mientras que con la otra se rodeaba la barbilla, en varias ocasiones paró, me volteó a ver… y siguió dando vueltas.
Luego se detuvo frente a mi, me enseñó las manos y comenzó a hacer signos a la manera de los sordomudos en tanto que sonreía ampliamente, al no obtener ningún resultado aparente, cesó los signos manuales, se le ensombreció la cara y volviéndome la espalda, reinició su flotar girando, aclaré la garganta, ruido que lo hizo voltear hacia mi, que asumiendo la absurda pose y pronunciación que empleo con un extranjero cuya lengua no conozco, dije:Mi no entender...
El sonido de mi voz provocó que se tapara los oídos para luego hacer un gesto que elocuentemente significaba que no repitiera esa manifestación tan desagradable. De manera similar y casi coincidente, efectuamos movimientos de codos, rodillas manos y cejas, obteniendo como resultado final algo que recordaba de alguna manera al Pensador de Rodín, mientras nos mirábamos esporádica y subrepticiamente.
Cerrando los ojos traté de concentrarme hasta que logré pensar solamente en un aislado y diminuto grano de arena. Lo estaba tratando de hacer girar cuando junto apareció otro casi idéntico, abrí los ojos y vi los dos granitos flotando en el aire. Las miradas se cruzaron y sonreímos, en lo profundo de mi mente se perfiló la imagen de un cubo incompleto, hecho con muchos granitos de arena de diversos colores; inmediatamente traté de completar la figura y ésta realmente creció en el aire, sólo que la distribución de colores que yo proyectaba, era modificada constantemente; lo miré con enojo fingido y me encontré con una risa que tenía algo de socarronería.
- Cuadro - pensé para él.
- Cubo - percibí claramente.
- Es cierto pensé para mí.
- Rojo -
- Si - acepté.
El cubo se tiñó en su mitad inferior de encarnado, pero cuando traté de completar la coloración uniformemente, la zona pigmentada se desplazó hacia la izquierda y percibí claramente cómo disfrutaba de su nueva travesura.
- Más seriedad - le pedí, su risa se multiplicó como preguntando ¿para qué?
- si, ¿verdad? - me dije.
Al volumen más bajo que pude, comencé a tararear algo, se alejó un poco y volvió a sonreír. Luego me siguió perfectamente y poco a poco pasamos de una especie de canon a un principio de armonía, en la que la segunda voz se fue convirtiendo en la más importante del dueto improvisado, aunque en justicia, los aromas y colores con que se rodeaba me pusieron en franca desventaja. Ninguno de los dos sabía cómo terminar y recorrimos toda la música que se me ocurrió, de lo popular a lo clásico y de regreso. Tuve un acceso de tos que el no pudo armonizar y eso fue el abrupto final de nuestro concierto; aunque hubo un bis de risas a dos voces, con despliegue de luces de colores y todo lo demás. Caímos en un bache de silencio.
¿Qué otra cosa sabes hacer?.
- Todo lo que quieras - respondió con afectación fingida.
- Por ejemplo ¿puedes ayudarme a volar ? inquirí esperanzado
- Porque no - repuso poniéndose las manos detrás de la nuca y estirando las piernas, al tiempo que adoptaba una posición casi horizontal.
- Aunque... tu puedes hacerlo sin mi ayuda: en avión, en globo, en cohete... tirándote por la ventana... si bien con este método el viaje tiende a ser muy corto y el final un tanto desagradable - dijo casi ahogándose en su propia risa. Lo miré enojado y traté de tomarlo con la mano. Sin cambiar en nada la figura, se desplazó lo justo para colocarse fuera de mi alcance. Nos vimos las caras y renació la sonrisa.
- Quiero alterar la gravedad - le pedí.
-Ah, ¿tu dices éso que mantiene las cosos en su lugar y sin moverse?.
- bueno - me sonrió - vamos a alterarla... - y giró hasta quedar boca abajo. Lo observé esperando que pasara algo más y unos momentos después le reclamé:
¿Qué pasó? estoy esperando.
- Pero, ¿es que no has notado la diferencia ? - preguntó extrañado - Eso que llamas gravedad, que jalaba las cosas hacia abajo, ahora las jala hacia arriba, lo que pasa es que también te puse de cabeza... ¿no me ves en otra posición?.
Esta vez se rió a fondo, resplandeció exhalando olores deliciosos, abrazando sus rodillas daba una machincuepa tras otra, hasta casi chocar con la lámpara. Me puse de pié y las risas cesaron, se quedó quieto boca abajo.
- Si no te gusta .... regreso todo a su lugar - dijo girando hasta ponerse boca arriba sin darme tiempo para tratar de comprobar de alguna manera el hipotético cambio realizado. Rodeando la mesa fui hasta él. Mantuvo siempre la distancia y sólo se elevó un poco y giró hasta quedar otra vez boca abajo, descansando la barbilla en sus brazos cruzados, como si estuviera tirado en el pasto.
- No más jueguitos con la gravedad - le dije molesto.
- Si tu lo dices, bueno, aunque de ahora en adelante nunca sabrás si estas de pié... o de cabeza - dijo girando sobre su eje una y otra vez hasta que se le descompuso la figura con otro ataque de risa que no parecía tener fin.
Me sentí totalmente derrotado e iniciando una sonrisa levanté las manos tratando de tocarlo, se desplazó con lentitud pero volvió a quedar demasiado lejos. Pensé en brincar... casi desapareció.
- No - dije atemorizado. Reapareció pleno pero con cara seria y pose de circunstancias.
- ¿Por qué no dejas que te toque? - pregunté sin bajar las manos.
- No, no es posible .... por favor, no me preguntes eso a m..í -. Replicó con voz que definitivamente tenía tintes de tristeza.
- Otra vez.. - proyectó casi inaudible.
¿De dónde vienes? insistí.
Su cara se anguló, sus cejas tomaron la inclinación de un techo de dos aguas y las comisuras de sus labios descendieron.
- Deberías saberlo - dijo comenzando a desvanecerse, se fue quedando sin colores, su silueta se desdibujó poco a poco, quedando sólo su carita graciosa, ahora cruzada por un gesto de dolor.
¿No lo sabes?... tú me inventaste - dijo al desaparecer totalmente, dejando el eco de una burbuja que revienta...
Los brazos se me cayeron a los costados. Volví a la silla, me senté en la que consideré exactamente la misma posición que tenía cuando apareció. Crucé las piernas tal y como las tenía en aquel momento, coloqué los codos sobre los mismos papeles.
Traté de concentrarme en un solo y diminuto granito de arena, en aromas en sonidos... pero nada, nada sucedió.
Cerré los ojos hundiéndome en la esperanza de volver a verlo. Y ya a punto de abandonarlo todo, comencé a percibir un sutil aleteo...

Texto agregado el 14-05-2005, y leído por 163 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-05-2005 La imaginación, gracias a ella podemos escapar de las cadenas y las barreras que nos impone la realidad. Buena suerte y buen camino. cuantico
 
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