HISTORIA DE UN ABANICO

En las manos de una hermosa niña crecí ayudándola a soportar las calurosas tardes de agosto.

Crecí ocultando su sonrisa de miradas de apuestos jóvenes. Observé como sus ojos, tiernos con la caída del sol, recorrían curiosos escaparates y tenderetes de ropajes y fruta.

A mí fue, solo a mi, al que le dijo "Sí", respondiendo a la petición de mano de un apuesto joven. A mí me pertenecen sus suspiros. La he visto crecer, como decía, y ahora temo por su vida. Sus arrugas hacen que me estremezca.

¿Qué haré yo, amante de esos labios, cuando muera mi amor?

Ahora solo espero acabar en la basura después de su muerte.