Ivonne e Iván
Jorge Cortés
Las causas lo fueron cercando, cotidianas, invisibles, y el azar se le iba enredando, poderoso, invencible.
S. Rodríguez
-Ya me voy ma!!!
Fueron las últimas palabras que le escuchó. Desde hacía mucho tiempo, esa era la única frase que usaba Iván para despedirse, segundos antes de escucharse el portazo y del silencio subsiguiente que anunciaba su ausencia.
Marina siguió en lo suyo; terminar de lavar los trastos sucios de la comida, y dejar la cocina lista para volver a ensuciarla más tarde. Durante las horas que siguieron, no echó de menos a Iván, era ya una costumbre que su hijo se saliera de casa por la tarde y no volviera hasta las diez u once de la noche.
Se había casado muy joven con Miguel, un malogrado piloto que tuvo que conformarse a volar como sobrecargo a causa de una afección en un ojo que le impedía aprobar los exámenes médicos necesarios para pilotear. Procrearon a Lucía , quien también se casó antes de los veinte y se había ido a vivir al extranjero, y a Iván quien a sus diecisiete parecía también un chico promedio que se quería comer al mundo a dentelladas.
Estuvo tratando de leer, pero apenas avanzaba una hoja, el teléfono repiqueteaba para asuntos de ninguna importancia, lo más molesto es que el teléfono de la estancia era uno de esos que imitan los antiguos aparatos de pared, en los que se habla de pie, a la tercera llamada, decidió usar el aparato de la habitación de Iván, el teléfono inalámbrico en forma de plátano era la comodidad, y mientras Iván no se enterara de su uso cotidiano, no habría problema. El acceso a la habitación de Iván no la tenía vetada, pero sí trataba de respetar al máximo ese espacio de su hijo . El acuerdo era bien claro, mientras él mantuviera en orden y limpia su habitación, ella no se inmiscuiría en sus cosas, así que sólo entraba de vez en cuando y sin mirar desde que descubrió la comodidad de aquel teléfono-banana . Las llamadas continuaron con la suficiente regularidad, para no poder llegar más allá de las cuatro páginas de lectura, diluyéndose así las letras por el hilo telefónico. Mas tarde sacó a pasear a las perras, y regresó a preparar la cena. Como ya conocía la rutina de Iván; cenó sola, dejó instrucciones para el recalentado y se fue a la cama. En automático encendió la televisión, puso alguna película y marcó la hora en que debía apagarse el aparato. No tardó en dormirse, pero despertaba con frecuencia para ver el reloj fluorescente que tenía en la mesita de noche, y que se proyectaba hacia el techo con enormes números, otra mas de las “chuladas” como les decía Miguel a los objetos de moda que traía de sus viajes. Pasaban de las doce e Iván no había regresado, no es que esto fuera algo totalmente atípico, pero generalmente le llamaba para avisar que llegaría mas tarde.
Casi con precisión cronométrica abría los ojos cada treinta minutos de una noche que se tornó eterna, aunque siempre recurría al viejo adagio “no news = good news”, y trataba de dormir de corrido. Un par de veces se levantó a ver si estaban bien colgados los teléfonos. Otro par, se levantó a mirar por la ventana como si al hacerlo conjurara los malos pensamientos que de pronto le llegaban a la cabeza.
Como la madre moderna y prudente que era, esperó a las seis treinta de la mañana para llamar a dos de sus compañeros de prepa y con los que suponía que Iván había pasado la noche, para ver si le daban noticias de su hijo, la respuesta fue peor de lo que imaginaba.
Uno de los amigos, con un afán solidario, solo atinó a decir:
-N...no señora....a-a-n...noche no estuvo por aquí...
Mientras que el otro fue mas explícito
-No señora, hace como dos semanas que no ha ido a la escuela, no se nada de él.
Marina trató de guardar la calma, aunque no podía lograrlo. Miguel llegaría como a las diez de la mañana, le dejó un recado en su celular, para que estuviera enterado y apurara su llegada. Después llamó a la escuela de su hijo, para corroborar lo dicho por su compañero, le tranquilizó el saber que Iván iba muy bien en los estudios, y como había exentado casi todas las materias, no tenía por qué asistir por esos días de exámenes . Llamó entonces a Locatel esperando no encontrar noticias de algún accidentado o alguien detenido en equis Delegación. No...no había rastro de Iván. Decidió dejar de usar al máximo el teléfono por si él o alguien trataba de hablar. -“En esta pinche ciudad hoy en día secuestran por unos cuantos pesos”-se dijo.
Comenzó entonces a reprocharse: “ Sí, como no...la mamá-amiga....la mamá- moderna...la mamá-comprensiva.... la mamá cómplice...ni siquiera sé donde ha andado mi hijo las ultimas semanas y no recordaba que es época de exámenes finales......valiente madre que soy...lo que soy es una alcahuete que en lugar de libertad le ofrecí libertinaje...¿andará en drogas??....pero si cuando platicamos lo hacemos padrísimo”... para llegar después al consabido: “¿en que habré fallado?”.
Sin mediar mas auto-examen, y decidida a encontrar pistas, miró la puerta del cuarto de su hijo, ésa que solo franqueaba para utilizar el teléfono-plátano. La puerta tenía antiguas calcomanías del hombre araña y de “Los Rugratts”, tapadas por una matrícula de auto en miniatura que decía “IVAN”, mas arriba leyó: TERRITORIO LIBERADO y a un lado una plaquita que decía: “Conserva mi respeto, respeta mi lugar”. Marina lentamente atravesó la puerta para observar con detenimiento todo a lo que nunca había prestado atención. Encima de la cabecera, una especie de bandera que no había visto nunca ,con franjas de colores, como en un arco iris, con un triángulo invertido en el centro; a los lados de la bandera, afiches de los “Caballeros del Zodiaco”. Notó que las cortinas otrora color crema, habían sido cambiadas por unas de color púrpura “¿cuándo las tiñó?”-se preguntaba-. A los lados de la ventana y haciendo juego con las cortinas dos rinocerontes, probablemente el logotipo de alguna marca de ropa, con un pequeño corazón rojo, miraban al centro.
En la pared de enfrente de la cama, un póster de “Chicago, el musical”, con algunos pines clavados en el papel, una letra griega “Lambda” en metal dorado, una plaquita plateada con la leyenda: “Metal, night club”, un signo de aquel sesentero “amor y paz”, una flor de lis de los “Santos” de Nueva Orleáns, y un emblema de la prepa nueve . En el lado derecho de su cama, sobre el yeso de la pared, estaban grabados con una minuciosidad artística los nombres de sus amigos: Mario, Abigail, Faustino, Julieta, René , Alejandro y Luis. Algunos otros afiches colgaban aquí y allá y Marina solo los reconoció como de actividades culturales.
La guitarra que colgaba junto a la puerta, también había sido “decorada” con motivos confusos, había un par de graffiti ilegibles junto a la guitarra y debajo del interruptor ; todo esto, pequeñas cosas en las que nunca había reparado, pues el orden y la limpieza en general eran bastante aceptables. El pequeño librero lucía impecable, libros de texto en un entrepaño y en el otro, sus preferidos: Hemingway, García Lorca, Oscar Wilde, Lautréamont, Baudelaire, etc. La computadora perfectamente cubierta con las fundas para evitar el polvo, las puertas del clóset y los cajones perfectamente cerrados, etc.
Sin pensarlo mucho abrió el cajón del buró, encontró algunas fotos con sus cuates de la prepa, otras con amigos que nunca había visto, una caja de condones, una cajita metálica que le costó muchísimo trabajo abrir, y en la que al final adivinó un poco de hierba, algunos llaveros, unos muñequitos de la guerra de las galaxias, y dos cartas impecablemente dobladas, abrió la primera y leyó:
Mi amor:
Esta es otra carta que no sé si al final tendré el valor de entregarte. Mi vida ha cambiado radicalmente desde el día en que te conocí, y tu sabes que me has hecho descubrir universos inimaginables.
En tan poco tiempo, la seguridad de querer compartir mi vida contigo es casi completa, pero quiero que me entiendas. Adoro a mis papás y no quiero hacerles pasar un mal rato. No quiero que me dejes, te suplico que me des un poco de tiempo, trataré de hablar con ellos, no sé si lo vayan a entender, pero lo que hoy más me importa es mi amor por ti, solo dame unos días, ¿si?
Te amo
Ivonne.
-¿Ivonne?-pensó- nunca me había hablado de Ivonne...- y mirando al techo desde la cama de Iván, comenzó a recordar su vida de hacía veinte años, de los planes de huir de la casa con Miguel si sus padres no aceptaban su boda. Dentro de todo, se sentía un poco mas tranquila al imaginar a su hijo sintiendo esas mariposas en la panza que le hacen a uno cometer mil tonterías. Sobre la hierba-pensó- “yo también llegue a fumarla un par de veces y eso no me hizo una adicta, además si él fuera un yonqui, no habría dejado en el buró esta dotación”, aunque de inmediato su reflexión la trasladó a los condones y la justificación dejó de pronto de serlo.
Se enderezó y cogió la otra carta.
Mi vida:
Ayer estuve con mis papás y estuve a punto de contarles, pero no me atreví. No sé por que esperé a tenerlos juntos, si hubiera sido más fácil contárselo a mi mamá, que es mas alivianada, y pedirle a ella que me ayudara a decírselo a papá, pero no, aquí estoy otra vez debatiéndome en esta angustia. Tal vez sea mejor que nunca se enteren. Ésta noche lo voy a pensar bien, y si me hago del suficiente valor, mañana mismo me voy contigo sin avisar y por fin cumpliremos nuestros dorados anhelos.
Te amo
Ivonne.
Las cosas parecían comenzar a cuadrar en la cabeza de Marina, imaginó a la pareja de locos que creen que van a poder todo nada más por su amor. Comenzó a pensar la manera de decirle a Miguel sobre la certidumbre que tenía al respecto, y por dentro se sentía aliviada de todo lo que había imaginado.
-¡Que pasó!?, dijo entrando Miguel y aventando el saco, la corbata y la maleta sobre el sofá
-Iván no vino a dormir, pero creo que ya se por dónde va la cosa.
-¿No sabes nada de él?, ¿no te llamó?
-No ha llamado y creo que no lo vaya a hacer en unos días, mira, me encontré éstas cartas de amor.- dijo con una sonrisa cómplice.
Leyendo sin leer, sólo vio que firmaba una Ivonne
-¿Quién es Ivonne?
-Pues no sé, pero parece que está muy enamorada de tu hijo y creo que se fugaron.
-No puede ser...¿están locos?. Pero, ¿no dejó una nota ni nada?
-Nada....¿porqué no vamos a la prepa a ver si averiguamos algo?
En la escuela, algunos de los amigos de Iván prefirieron evitar la plática, Faustino fue el único que aceptó hablar con ellos.
-No... nno conozco a ninguna Ivonne....-dijo dubitativo-,la verdad es que Iván se había cortado mucho, empezó a juntarse con...unos cuates que la verdad a nosotros no...
-¿Qué cuates? Dínos Faustino, es importante.
-Ay señor, la neta es que me da pena...
-¿Por qué? ¡Habla ya!
-Pues Iván se ha hecho muy amigo de unas.... manfloras, y...bueno ya abrí la bocota, voy a despepitar...pues creemos que anda con un señor que luego pasa en su carro por él. Iván nos contó hace unas semanas que es homosexual y que está muy enamorado,... de hecho nos ha comenzado a pedir que frente a sus amigos le llamemos Ivonne... yo creo que a él es a quien buscan.
Aunque en completo estado de shock, no fue Marina la que se desmayó, Miguel tuvo que ser auxiliado por los alumnos que caminaban por ahí, después de unos minutos y de comprobar que no era un infarto lo que lo había derribado, se incorporó obnubilado, tratando de aterrizar en su mente lo que acababa de oír.
De regreso a su casa dieron vueltas y vueltas como sombras por la ciudad, como buscando algo o como evitando llegar a la solitaria casa. Como zombis, estupefactos, casi no atinaron a decir palabra. Los pensamientos de Marina iban más por. “me ha faltado comunicación con él, yo lo habría entendido...”
Al entrar a su casa, de forma automática Miguel encendió la televisión, fue a revisar la contestadora a ver si habían llamado, se sentó frente al televisor con el pensamiento completamente en otra parte.
Ninguno de los dos escuchó el pregón en el noticiero .: “ Esta Noche en hechoooos! Una muestra más de la intolerancia en que vivimos: Golpean a jóvenes gay en el bosque de Aragón. Con un saldo de doce personas heridas, una de ellas de gravedad. Varios jóvenes que se reúnen en el bosque de Aragón, fueron golpeados por aproximadamente cuarenta porros provenientes de la vocacional 10, utilizaron cinturones, botellas y hebillas para ejecutar la agresión. El chico que quedó grave, fue arrojado por los porros desde una rampa de aproximadamente seis metros de altura, por lo que fue necesario internarlo en el hospital Magdalena de las Salinas del Seguro Social. El resto de los jóvenes gay, tuvieron lesiones leves tales como: fractura de huesos en los dedos y en los brazos”.....
|