Relato para Aire.
La brisa se desprende de tu lado, como un soliloquio de los vientos atravesando las heridas. Estás y no, con tu cabellera prendida de los “aires”, atada al infortunio del tiempo que se desgaja lentamente entre tus manos. Y la vida se pierde en esa piel desnuda, en la pureza de tu espíritu que se derrama al mundo con un único motivo, el tenerte en pie sobre la tierra. Todo se alimenta ahora de tus movimientos, la tarde, el equinoccio de los soles recostados en tu almohada, ese influjo de las lunas solitarias velando por tu vida, en el territorio de los cielos que navega junto a los semblantes. Como una arena de mil mundos te esparces en cada uno de los que te conocemos, en las siluetas del pasado que conviven dentro de tu alma, en lo perenne de las hojas atadas a tu aliento, engalanada en ese suspirar de prosas e imaginativas horas que se albergan en tu mente. Nada se compara entonces con el relato de tus días, de las claras mañanas desafiando un horizonte de promesas, bajo el recorrido de tus ojos exhalados en diminutas horas. Cada uno de los instantes que transcurren son ahora una mágica mirada hacia el futuro, de la mano de los que te extrañamos y pedimos por tu ser, como un incesante motivo de nuestras oraciones, toda la fuerza, un beso, Ana Cecilia.
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