Maldito objeto recurrente
de deseo tan macabro y tan bendito
Sólo bastaba-Oh Dioses-una mirada
de esos ojos tan variables, tan perfectos.
¿Cuántas veces nos besamos desde lejos?
¿Cuántas noches no te tuve aquí conmigo
perdido entre las horas, los seguntos, los minutos,
llenando el espacio con ausencia y con destierro?
... siento que se me abren las venas,
que se desgarra, quizás, una parte de mi cuerpo
al tratar de ahogar tu sagrado recuerdo
aquí en medio de la cordura insana,
del equilibrio satánico y perverso...
Y aquí estoy,
como bajo hechizo,
conjuro inexplicable que no entiendo,
haciendo un bosquejo de tu divino semblante.
¡Oh, por qué!
¿por qué jamás?
si tan sólo lo supiera,
si te pudiese- al menos-inventar.
Si pudiese haber tocado tu cara
y apartar tal devoción, tal sacrilegio...
¡Oh imagen mítica,
deidad absoluta que venero!
¿Cuándo morirás, cuando descenderás a los infiernos?
a consumirte en tu propio fuego,
a fundirte con la eterna llama
del absurdo, estúpido, vil recuerdo.
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