VIAJEROS XIII

Viajero: hubo una vez una creatura que sorprendió a su creador. Que sabía hacer muy pocas cosas y simplemente repetía los gestos. El creador repetía fórmulas, conjuras y la “cosa” cobró vida. Se movió, pero jamás emitió sonido. Guardó en si mismo todo su ser. Jamás lo comunicó y murió en esa ignorancia del lenguaje. Ignorancia fatal que suma soledad a los intentos.
Viajero: comunica. Hablar es siempre una fabulosa trampa. Una extraordinaria mentira que se multiplica y te forma como hombre, te deforma, te transforma. Hablar es una trampa. Callar es la certeza. Certeza de muerte y falta de destino.
Viajero: cuéntale a tu creador (que no se quien es, que yo desconozco, cuyas reglas ignoro) en alta voz quien crees ser. Cuéntale todo tu proyecto. Relata tu camino. Sin reproches, ni recriminaciones.
Viajero: hablar es una trampa. Te pierdes en tu propio laberinto verbal y pierdes. Pierdes...pierdes tu poder, pierdes tu ser. Pero es la única forma de dar un paso mas. Hablar es decir quien crees ser. Hablar es contar tus límites y tus sueños.
Viajero: hablar es una trampa. Pero te saca de la soledad perversa de la ausencia enajenada. Hablar es una dulce trampa. Tenemos que decir que pensamos. O inventarnos nuevamente. O ser originales y únicos. Y decir.
Viajero: habla, recuerda tu idioma y tu fatídico perder. Habla y recórtate en el cielo. Habla y sepárate de las estrellas. Diferénciate de cada animal y cada planta. Diferénciate de todos los seres humanos. Emite tu voz única. Una palabra tuya vale más que un sol porque reclama vida y atención.
Viajero: habla, escribe, lee, grita, llora, patea. Retuércete de dolor. Vibra de placer. No retengas en tu interior nada. Fluye, fluye y en tu fluir verás que tu camino es un sendero que conduce a las estrellas. Pero lo has hecho tú.
Viajero: habla, y mientras hablas, ¡Vive!