VIAJEROS X

Amigo: has llegado a este lugar solo. No hay nadie alrededor. Nadie tienes que te sirva de consuelo o de pasión.
Viajero: la soledad sobrevuela tus noches desmañadas por el frío y la certeza de la lejanía de toda voz. No reconoces que haya una voz que te llegue al alma. Tu pecho se cierra como ante un abismo y tus ojos claman por una respuesta. Tus recuerdos no se escriben, solo son guardados celosa, (aunque no siempre fielmente) en un punto de tu corazón. Remoto lugar, de fácil acceso para el dolor. Un poco mas difícil es aprender desde ese recuerdo. La experiencia jamás te sirve. Todo es producto de tu mente positivista, clasificatoria. Nadie, nunca, nada. Todo se transforma. Han pasado dos horas desde la última vez que comiste. Tu hambre es otra, tu necesidad es distinta. Pensar por un momento que esa experiencia acumulada sirve, es simplemente no poder progresar.
Viajero: acércate al camino libre de experiencia. Acércate virgen y nuevo cada vez. De hecho lo eres. Tu alma, la que te empujó al viaje, a la ruta, es siempre otra. Descubre eso. Asimílalo. Incorpóralo a tu vida.
Viajero: tu experiencia te priva de una sensación nueva que debes padecer. Debes padecer un nuevo amor. Debes padecer un nuevo dolor.
Viajero: la experiencia que llevas en la espalda te estorba. Sepárate de ella. Déjala al borde del camino. Un gran viajero recomendaba dejar al padre y a la madre. Yo tomo como mías esas palabras. Para iniciar el camino: ABANDONA. Deja con alegría a tu madre, a tu padre, a tu ciudad natal y al último invierno. La mochila pesa. Enfréntate a cada animal desconociéndolo. Acércate al hombre sabiendo solo una cosa: es tu hermano. Olvida el resto. Solo eso importa. Tienes un hermano en cada mirada. En cada gesto. Lo demás...es arena del camino. Es tierra. Es aire que recorre tu cuerpo.
Viajero: aún estás a tiempo. Abandona tu mochila o abandona el sendero. Tu corazón sabe elegir.