Bastó un instante,
magia de aquel segundo exacto
que se prolonga en la memoria.
Temores que se esfuman,
abismos que se cierran,
cercanos.

Sin necesidad de ocultarse,
me sometí a tu mirada.
Los deseos fueron carne,
pensamientos derramados en la piel.

Susurré en tu oído,
lo que en otras veces
balbuceé en mi mente.
Respirando sensaciones
rocé con mis dedos
lo que solo había imaginado,
Mis manos explorando,
descubriendo de tu cuerpo geografía
dibujando las rutas al placer compartido
que desde un tiempo aguardó.

Permitiste a tus suspiros
que murieran en mi boca,
pasión que embriaga
y me arrastra en tu calor,
sin sutilezas,
el deseo gobernando,
dirigiendo movimientos
controlando las pausas.

Bastó con intentarlo.
Uno más uno,
no necesariamente es dos.