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[C:105204]

I


Ya hemos vuelto de nuevo al invierno de la lluvia.
Tocamos la gran piedra y su alquimia
nos redujo a cenizas.
De nada sirve, pues, la espesa tundra
de pensamientos firmes que tuvimos.
Hemos bajado al cálculo, nosotros,
los que erigimos torres
y fingimos silencios previamente.
Nuestras manos comienzan a diluirse, empero,
no quedó ningún verso capaz de pervivirnos.
Hemos vuelto al silencio,
al oscuro exactísimo que nadie deseamos.
Las gacelas no vierten sus más ligeros pasos
y hace un frío de vidrio que penetra los huesos.
De regreso al lugar donde nos sobra el nombre,
nosotros, los oscuros, no tenemos ya tiempo.
Los hijos, espantados, huyeron tercamente
y sólo somos miedo en las horas nocturnas.
Hemos vuelto a verter, entre la falda
pútrida de la tierra, nuestras viejas pasiones.
Aquí yacen ahora los más deseados pechos,
las narices perfectas de algún actor de moda,
los pinceles secretos que guardara el pintor
más dentro de sus ojos,
la moral predilecta de algún hijo de Dios
cuyo hábito podrido nos muestra los girones
de la ambigua materia.
Aquí se desparraman niños,
vaginas no tocadas convierten en caminos
de larvas su pureza,
se desafora el pánico de no ser más besado,
se diluye la fe
como en un territorio de dioses pequeñísimos
que corroen la carne, impunemente.
Hemos vuelto de nuevo al jardín del invierno
a convertirnos tercos en suicidas rosales.
Si existe el jardinero que cuide nuestros tallos
habrá llegado tarde,
la nieve de la duda ahogó todos los cálices
y en el lugar secreto de la corola muerta
flotan lágrimas frías.




























II


Le singulier aspect de cette solitude
Et d´un grand portrait langoureux,
Aux yeux provocateurs comme son attitude,
Révèle un amour ténébreux,

Une coupable joie et des fêtes étranges
Pleines de baisers infernaux,
Dont se réjouissait l’essaim des mauvais anges
Nageant dans les plis des rideaux;

La muerte de la paz o la paloma abierta.
La historia derramada o el silencio.
El chico que murió, aplastado en el Yemen,
cuando el civil surgía de otro pánico.

El parricida austero que matara a la madre,
la idea de la madre, truculenta,
en un charco de sangre.
Esa columba livia del destino.

Aalto, Alvar
En la Maison Carrée, tras el espejo.
Diego Abad de Santillán
Rebelado y final contra el gobierno de la muerte.

Joaquín Abarca
Desterrado a los cielos en mil ochocientos cuarenta y
cuatro.
Abd el-Kader
Derrotado en Damasco.

Cementerios de arena, los nombres confundidos,
intercalados, puestos ante las flores,
tenebrosos y oscuros de los muertos.
Incontables, putrefactos, los sueños.
Extrañas sementeras donde crece
la flor bilis del pánico.
Los cuerpos, macerados, disueltos en vitrales,
con la vida mirando hacia el azogue.

Ordóñez de Montalvo
Cabalga hacia la muerte como Amadís de Gaula.
Periandro de Corinto
Balbuceando, tirano, entre lo oculto.

Pericles de Jantipo
Arrasado por fuegos interiores.
Harrison Salisbury
Contradiciendo aún la guerra fría...

Und plötzlich in diesem mühsamen Nirgends, plötzlich
die unsägliche Stelle, wo sich das reine Zuwenig
unbegreiflich verwandelt-, umspringt
in jenes leere Zuviel.
Wo die vielstellige Rechnung
zahlenlos aufgeth.






En el principio fue el número


Creárase la soledad,
el doble de ella misma,
e incluso el triple y llegárase al siete de la nota,
al lugar del descanso, al punto geométrico,
al triángulo exacto de la transmigración perenne
-el alma que se escapa entre los brazos quietos
y el triángulo -viejo- con sus catetos rotos-.
Y de nuevo hacia el uno,
hacia la sola agua. Consonancia perfecta
el uno con el dos y cada nota, fija, en esa vibración,
exactamente el doble en las octavas altas.
Creárase la soledad, el infinito nunca de la música,
el punto equidistante entre la nada.
La piel del hombre, un árbol.
En su interior, lo solo y el dos y el tres en su
costado
y el cuatro y nuevamente el cinco con sus dedos
correctos
y el seis (como de hombre) y el siete del retorno.
El ser, así, girando en desmesura, como un sonido
ciego
y un estuche, desnudo en cada muerte.





Pitágoras
Metaponte, h. 500 a.C.






La Virgen del Descanso en la Lactancia


Cerrados, pues, los ojos sobre el mullido verde
de la tierra -la virgen que ahora extiende
su pesado almohadón contra tus sienes-,
la leche que fluyera también del paraíso
te ha detenido el sueño.
Adónde pues quedaron tus manos, los pinceles,
las gotas de tu amor o los colores.
Hace frío en Milán cuando los niños,
descalzos, van hollando. Hace frío en sus dedos
cuando tocan el pecho de la madre.
Hace frío si osan proclamar que tu ausencia
es una ausencia más, es otra nada.
Las bocas de los niños que ahora manan
el rojo de la sangre y una espada
guardaron para ti,
en un lugar que nunca visitarás de nuevo.






Andrea Solari
¿,1524






Porque de tierra somos


Arco de meridiano azul, hondamente medido
como la tierra gris que hay en el hombre.
Y el radio de la tierra, el corazón exacto de la
tierra
como una línea recta que palpita.
Pero dónde medir los sueños del geodesta
sin un punto de origen. Dónde depositar la estrella
del astrónomo sin un final que, ígneo,
nos ocupe los huecos de memoria.
Volar desde la cuerda azul de la medida,
atravesando gris el rayo del silencio
y volar, volar por el silencio y por la estrella
que no existió jamás. Pero su brillo
se dejó computar y ahora refleja,
en la almohada térrea de la tierra,
nuestro sueño dormido de altos dioses.





Jean Picard
París, 1682







Cosi fan tutte



Le dijeron, la música,
la música que es dios y un pequeño peldaño
la eleva hacia la gloria.
Ella que se hace ubicua en oscuras catedrales
y entre un arco ojival tiene puesto su grito.
La música es el vals y el trueno es esa música
donde vive la lluvia sus mojadas cavernas.
Le dijeron, la música,
tejiendo entre sus dedos un diapasón sagrado.






Wolfgang Amadeus Mozart
Viena-1791













Texto agregado el 11-05-2005, y leído por 179 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-07-2005 Bellísimos todos!!! Encuentro en tus palabras un alma sabia, poderosa, profunda, consciente de que el mundo que pisa se desmorona cada día, no sólo porque el hombre ha vuelto de nuevo a su invierno, o tal vez no ha salido de ahí. Cada metáfora es en sí misma una obra de arte. Más que decir, que lo diga el poema mismo. Se nota oficio y experiencia. Por supuesto, el universo entero... tobegio
20-06-2005 ufff ... vaginas no tocadas, mi niña¡¡ cada metáfora es digna de reflexión ... en contexto el poema te habla de una visión tan clara... que es difícil errar. La encontré sombría, lóbrega y con imágenes cruentas que proveen al texto un realismo tan áspero y así tan digerible. Hermoso Damona... me encanta tu profundidad¡ (el primero mi favorito)* amayrany
14-06-2005 Menudas metáforas, y muy visuales. Tomaré nota ; ) edelis
11-05-2005 El primer poema es un poema actual, la gran cuestión que nos afecta, sobre todo en Europa. No sé el porqué, pero me ha gustado también 'Cosi fan tutte' isusko
 
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