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LA RUEDA DE LA VIDA


Capitulo I

Cecilia sólo quería escapar de una relación que no la llevaba a ninguna parte. Su existencia le había enseñado que no se podía ser feliz a costa de la felicidad de otros. No por casualidad, sino por las experiencias de su vida, ya estaba hostigada, quería hacer las cosas bien, por lo menos lo que ella apreciaba que era lo correcto.
Llego a su casa, luego de un largo día de trabajo, no podía dejar de pensar y cuestionarse, sólo se metió en su cuarto, apago la luz, caminó hacia su cama y se recostó en ella.
Con la visual perdida se puso a meditar. Se sentía colmada de emociones encontradas, las que la llevaron a repasar su vida.
En su existencia había tenido tantas decepciones, posiblemente muchas por su culpa, pero también se sentía engañada, había creído en el amor, creía en las personas, pero una y otra vez le habían mentido, o se había mentido a sí misma por los deseos inmensos de creer.
Logró aceptar y comprender con el tiempo, que cada cual debe asumir las consecuencias de sus actos, que la vida estaba llena de posibilidades y cada uno es dueño de sus propias decisiones, pero así también, va pasando la cuenta por cada una de ellas.
Ya era una mujer madura que bordeaba los 35 años, jovial en muchos aspectos y, además, atractiva, tenía un encanto especial, tal vez eso hacía, que muchas veces se equivocaran al juzgarla, era una mujer de las que llamaba la atención, y habitualmente se considera que son simples y fáciles.
Se hizo mujer y responsable de sí misma a muy temprana edad, a los dieciséis años, se había casado por primera vez, un par de años después ya estaba separada, no fue una relación tormentosa, era muy joven, por lo cual no fue dolorosa la separación.
Desde esos años comenzó su aventura por la vida, con alegrías, penas, triunfos y con poco, o muchos tropiezos.
En sus primeros años de independencia trabajo en diversas actividades y termino sus estudios al mismo tiempo.
Se hizo mujer y responsable de sí misma a muy temprana edad, al menos en la parte económica.
Luego vivió una relación por más de una década, compartían el trabajo, sus amigos, los viajes, las distracciones y todas las responsabilidades de vivir juntos. Estuvo vivamente enamorada, fue feliz, compartió y disfrutó de muchos momentos bellos, creía confiaba y amaba a ese hombre con toda la intensidad de su ser, se entrego por completo, en cuerpo, alma y espíritu.
Estaba atravesando la mejor época de su vida, amando y siendo amada por ese hombre, lo tenía todo, pensaba que nada podría pasar más que disfrutar de la vida como se le estaba presentando.
Aunque él, le expresara ocasionalmente su amor, era suficiente para ella, total especulaba que a los hombres les costaba expresar sus sentimientos.
De lo que Cecilia no se había percatado hasta ese momento, era que a él, no le costaba expresar sentimientos a otras mujeres.
Cuando ella recapacitó, el mundo que se había creado, en el que confiaba y concebía, se derrumbo.
Se debilito su espíritu, su alma se desgarro, su cuerpo disminuyo, su llanto salía de lo más prefundo de su ser, el dolor calo hasta lo más hondo su corazón.
Se consideró traicionada, no alcanzaba a comprender el porque a ella, sí lo había dado todo, se había entregado por entero, sin poner condiciones, y ahora le respondían de esa forma, ¿Qué había hecho mal?. Tal vez todo, o tal vez sólo algo. ¿Quién lo sabe?. Las experiencias sólo pasan.
No lograba conectar la razón y los sentimientos, los días se hicieron sombríos, ya no había alegrías, ni motivaciones.
Guando silencio, y así el dolor perforo más sus entrañas y su alma se entristeció cada día más.
Sentía que su vida había cambiado, ya nunca nada seria igual, aunque tal vez sí, pero fue el primer sufrimiento que vivió por amor.
Lo amaba tanto, que ese fue su gran error, amarlo más de lo que se quería ella en esos momentos, no lograba aceptar vivir sin él y a la vez le hacía daño vivir con él, aceptando sus impulsos varoniles.
Continuó conviviendo en esa relación, y sólo consiguió hacer más larga la agonía de la separación.
Un día se levanto, despertó sus sentidos, y se dio cuenta que no había nada que hacer, sólo estaba logrando destruirse poco a poco, y por fin, se atrevió a decir adiós.
Se quedo sola nuevamente, siguió haciendo sus actividades, trabajaba en su propio negocio, que en un comienzo era con pocas ganas, sin mucho sentido, pero poco a poco fue retomando las riendas de su vida nuevamente.
Fue pasando el tiempo, y casi no se dio cuenta cuando tenía ganas de reír y compartir otra vez, claro que ya no de la misma manera, había una cierta tristeza y desconfianza, había aún un dolor que estaba profundamente guardado en su existencia.
De ahí en adelante estuvo envuelta en otras relaciones, que por una u otra causa, terminaban después de un corto tiempo.
Había momentos en que el alma de ella se encontraba angustiada, se cuestionaba, no entendía que le estaba pasando, pero quería descubrir nuevamente su verdadero ser, pasaba muchas horas meditando sobre su vida, que faltas estaba cometiendo, que no correspondería volver hacer y que si tenía que hacer.
Poco a poco fue encontrando paz, comenzó a sentir más seguridad en si misma, se preguntaba la verdadera razón de su existir, aunque al principio no encontraba muchas respuestas, se fue sintiendo más conectada con las verdades de la vida, con el significado de ella, y las respuestas fueron viniendo de su interior sin darse cuenta.
Tal vez no eran las más adecuadas, pero estaba aprendiendo a escucharse, le había entrado la inquietud de descubrir y quería entender que existía más allá del solo hecho de estar.
Comenzó un intenso cuestionamiento de vida, se sumergió en lecturas relacionadas con la metafísica, la filosofía, teología, evolución, reencarnación, y otras tantas que estaban relacionadas, para así de alguna forma darle respuesta a sus preguntas.
De algún modo fue encontrando tranquilidad, comenzó a concebir que todo tenía una razón de ser y estar, entendió un poco más lo incomprensible, obtuvo sus propias visiones, encontró su propia verdad.
Un día, en un segundo, cuando estaba en esa búsqueda interior, se presento todo el existir frente a ella, hubo un despertar de su conciencia, abrió sus sentidos y se le manifestó el universo entero en plenitud, percibió la conexión innegable con todo y con todos, se sintió parte de él y uno con él.
Pero esta percepción también le trajo problemas, comenzó a conversar de su experiencia, de lo diferente que se le presentaba ahora la vida, al entenderla un poquito más. Hablaba con sus amigos, familiares y hasta con personas que se encontraba que no veía hace mucho tiempo, no paraba, la miraban extraño. ¡Que le estaba pasando!. Se preguntaban, no la entendían.
Cecilia no comprendía por que los demás no percibían como ella, sí estaba todo ahí, era cosa de ver con otro estado de conciencia, comenzó a comunicarse en una frecuencia diferente al circulo de amigos que tenía en esos momentos, no entendían nada y se reían, o no escuchaban. Fueron frustrantes también, esos instantes para ella.
Al tiempo advirtió, que debía calmar su excitación, estaba gastando energías innecesarias, tomo conciencia que el despertar que se había producido en ella, no era igual para los demás.
De a poco se retiró y fue guardando silencio, ocupó las energías para seguir descubriendo, sintiendo, aprendiendo, oyendo y percibiendo, lo que esta existencia le quería enseñar.
Lo que ella no sabía aún era, que el camino de la instrucción no era fácil, estaba viviendo su primera revelación, se sentía plena y alegre en esos momentos, creía que lo había descubierto todo. Pero la vida le iría demostrando lo equivocada que estaba, no percibía aún, como se encargarían de demostrárselo.
Cuantas veces más creyó y creería que tenía la certeza y la verdad absoluta de algo y en un instante, todo se le derrumbaría.
Desde esas caídas comenzó el verdadero aprendizaje, y pudo ir despojándose de a poquito del orgullo, la vanidad, del apego, del desprecio, de algunos miedos y de los tantos disfraces que a lo largo de su vida había cargado.
¡Los seres humanos nos ponemos tantas caretas, que al final terminamos dentro de una armadura para no ser heridos!
Fueron apareciendo las lecciones una a una, cuando pensaba que las tenía superadas, venían las pruebas a lo aprendido.
Cuando pasaba por esos momentos difíciles y confusos, comenzaban los cuestionamientos y se llenaba de dudas nuevamente. Que frágil sentía la vida, o más bien no concebía en lo que la quería disciplinar.
A pesar de las penas, de las desilusiones, de los falsos amores, de todas esas
promesas que nunca se habían cumplido, de todos esos sueños que se quedaron en el camino, su corazón no estaba resentido, al contrario estaba lleno de amor por dar y abierto a recibir.
Creía fielmente en lo que sentía o más bien en lo que presentía en el fondo de su alma.
Cecilia especulaba que todo lo que le había pasado, era parte de su aprendizaje y eso la hacía más poderosa, en el fondo creía, que renunciando a un amor que no era del todo suyo, la vida la recompensaría.
A pesar de sus sentimientos tenía que ser fuerte, también era un desafío, quería probarse a sí misma que estaba en el camino correcto.
En esas noches le pedía fortaleza a Dios, que la guiara, que la tomara de su mano y la llevara en su regazo.
Su alma sentía tristeza, lloraba y clamaba comprensión, Cecilia sólo pedía estar con quien le diera cariño, lealtad y fidelidad. Tenía tanto amor para dar, pero no quería un amor compartido.
Por ello en un momento después de mucho meditar, se levanto sin pensar, se dirigió a la sala, tomo una revista, la cual examino por un momento, detuvo la mirada, encontró lo que ni ella sabía que buscaba, luego tomo el teléfono disco un número, llamo a una agencia de viajes, les informo que tenía la intención de viajar.
Le dieron tres opciones, y finalmente eligió un crucero que se dirigía a la Laguna de San Rafael, al extremo sur del mundo.
Partía en tres días más, tendría que viajar por avión hasta de Puerto Montt, al día siguiente.
Cecilia, estaba en la capital y la ciudad donde se embarcaría quedaba a una distancia considerable.
Hizo todas las reservas, colgó el fono, repasó lo que estaba viviendo en ese momento, pensó en el viaje, especuló su vida en un instante nuevamente y entendió que esta era una lección más de las tantas que le tocarían vivir.
Muchos meses antes había aparecido una persona, que en un principio tenían sólo una relación comercial, pero rápidamente pasaron hacer amigos, había una cierta afinidad entre ellos, a pesar de ser muy diferentes. Se contaban sus aventuras, desventuras, sus alegrías, triunfos y penas que habían tenido a lo largo de sus vidas, o por las que estaban pasando en esos días.
Él tenía una relación, que según él, no andaba muy bien, pero la seguía manteniendo.
Ella estaba saliendo de una.
Él era un hombre mayor, e interesante, terco a veces, pero el hecho de tener opiniones diferentes y contradictorias hacía atrayente razonar y discutir sobre ellas.
Cecilia sabía que no podían ser más que amigos, pero le encantaba estar y platicar, y no recapacitaba otro sentimiento hacía él.
No se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo en ella, o no se quería dar.
Los meses fueron pasando, casi todos los días se tomaban un café y tenían largas conversaciones. Se sentían bien uno junto al otro.
Una vez que él salió fuera de la ciudad, por más de una semana, ella sintió su ausencia, comprendió que sus sentimientos estaban cambiando.
Sintió temor de lo que estaba apreciando, sabía que él tenía una relación y por lo tanto no podían ser más que amigos.
Él regresó de su viaje, también la extraño, pero no se dijeron nada, o sí lo mencionaron, pero como algo casual, se dieron cuenta que existía un sentimiento diferente que los unía. Al menos ella.
Continuaron esas largas conversaciones, acompañadas de café y cigarrillos, de sentimientos encontrados, de horas que cuando estaban juntos pasaban rápidamente.
Los sentimientos siguieron profundizándose, cada vez se hacía más difícil alejarse, buscaban excusas los dos para estar juntos.
Él la acompañaba casi todos los días en el negocio hasta cerrar, luego se ofrecía para llevarla a su casa.
Estaba nuevamente viviendo una situación difícil, tener que luchar contra sus sentimientos.
Una de esas tantas noches, que la pasaba a dejar a su casa, se creo un ambiente que no pudieron evitar, rozaron sus manos, las sensaciones, las emociones y los deseos de besarse fueron más fuerte, que la razón.
Se besaron, y ella sintió como hace mucho no sentía..... deseo, pasión, amor. Los sentimientos guardados afloraron, las sensaciones elevaron sus sentidos, surgieron caricias y besos que los unieron más aún, sintieron que flotaban por los aires siendo uno solo.
Fue hermoso, pero había que volver a la realidad.
Al día siguiente se vieron como siempre, ella tenía claro, o creía que debía contradecir esas emociones, él jamás dejaría su relación y no estaba preparada para ser amante.
Claro que sí se hubiera dejado llevar sólo por sus emociones, y dejado gobernar por su corazón, hubiera tenido muchos destellos de alegría y sin pensarlo hubiera seguido amando y entregando todo de sí reiteradamente, pero razonó y sabía que también serían acompañados con sentimientos de culpabilidad. Pasaron unos días, el tiempo transcurría lentamente, él siguió yendo a verla, pero Cecilia se había propuesto que no pasaría nada más, pero era demasiado doloroso verlo. Que ganas tenía de abrasarlo y besarlo nuevamente.
Además, que él insistía en querer estar junto a ella.
Después de un corto tiempo la razón pudo más que el corazón, no quería verse envuelta en lo que un día había vivido, y le habían causado tanto daño.
No la conocía a ella, pero no quería provocar una ruptura provocada por su causa, sabía que después la vida se lo cobraría.
En esos días en que su alma se debatía entre lo correcto para ella y lo que sentía, decidió hacer el viaje, tal vez guiada por la mano del destino, porque en que podemos influir cuando esta todo dicho, nos ponen en los lugares precisos y a la hora adecuada. Lo demás queda en nuestras manos, porque aunque creamos que hay ciertas cosas que ya están aprendidas, las doctrinas jamás terminan hasta aprender del todo nuestras lecciones, y ella estaba escapando de una.
Quería sentirse libre; necesitaba calmar su alma; apaciguar sus pensamientos y sentimientos; olvidar y comenzar nuevamente; Sentir el contacto de la naturaleza; reafirmar sus ideas; su fe, poder conversar consigo y agradecer a la vida por todo lo que le estaba enseñando, por todo lo que le había entregado, por la oportunidad que le daba de aprender de las dificultades que había vivido. Por la fuerza que le daba para dejar atrás sus sentimientos.
Cecilia tenía un Don y lo estaba comprendiendo, aunque le costaba aceptarlo. Era el don más común, el que todos tienen, y le hacen poco caso, por que no quieren ver. El Don de la intuición, pero le faltaba mucho que aprender aún, para lograr dominarlo.
Sabía cuando algo no andaba bien, cuando le estaban mintiendo, pero tenía tantas ganas de creer, tantas ganas de amar, que muchas veces se mintió a sí misma.







CAPITULO II


Tomó el avión que la llevaría a su destino. Sólo fueron un par de horas de viaje.
A pesar de estar aún en invierno y de encontrarse al extremo sur del mundo, el día estaba iluminado por el sol y con un cielo totalmente despejado para esa época del año.
Tomo un transporte que la llevo directo al hotel, Ahí estaban todos los viajeros reunidos en el salón, esperando que los recogiera el bus para llevarlos al puerto, en un rato más.
Sé tropezó con todo tipo de personas y de todas las edades, cada uno guardaba su razón para hacer ese viaje. Por que sí no lo había mencionado antes, ella escogió un crucero de solteros.
Por ello se percibía en el ambiente un poco de nerviosismo, se sentían observados por ellos mismos
Nadie se conocía, todos se miraban con desconfianza se sentían algo incómodos, ya que estaban reconociendo una parte muy íntima suya, había una razón relevante que los unía, una verdad que de una forma u otra estaban reconociendo ante todos, estaban solos, no se sentían completos, algo les faltaba, hasta para aquel que iba en busca de una nueva conquista o con la esperanza de encontrar a su otra parte; otros sólo por vivir una aventura; algunos para conocer, ver y disfrutar de lugares maravillosos; y otros escapando de algo que los inquietaba, tratando de encontrar respuestas.
Apenas conversaban unos con otros, hasta que llegó el coordinador y los integró, comenzaron a presentarse un poco en broma, un poco en serio y así lograron que todos se fueran soltando poco a poco.
Ahí estaba Cecilia percibiendo todas esas sensaciones nuevas, a pesar de que ya había viajado varias veces.
Hace ya, algunos años atrás había comenzado su recorrido, por diferentes países, ciudades y lugares; se había encontrado con diferentes personas y culturas. Siempre eran como la primera vez, con nuevos encuentros, nuevas experiencias, nuevas sensaciones, gente distinta.
Ella se sentía encanta con toda la situación que se le presentaba en ese momento, tener la oportunidad nuevamente de conocer, conversar, intercambiar ideas, emociones y pensamientos con todas esas personas, que tenían algo en común.
Hicieron un pequeño recorrido por la ciudad en el bus antes de embarcarse, pasando por los lugares más típicos, la caleta, el mercado, la plaza, la iglesia y otros lugares de la ciudad.
Ya el ambiente era otro del que reinaba momentos atrás, ya reían con más soltura, y conversaban unos con otros, comentando de los diferentes lugares que procedían a lo largo del país, incluso participaban dos Españolas muy animadas.
Al fin llegaron al puerto, teniendo que esperar un rato más de lo debido dentro del autobús. Afuera hacía mucho frió a esa hora del anochecer. Por un rato no se dieron cuenta de la espera, ya que estaban todos entretenidos conociéndose, y presentándose unos a otros, con la ayuda del coordinador de grupo, que lo hacía mucho más ameno, seguramente sin él, nada hubiera sido igual.
Pero en cuanto paso un poco más de una hora, algunos comenzaron a inquietarse. Así que fue mejor descender del autobús y contemplar el atraco del barco, que pronto comenzó a cargar, primero los vehículos y camiones que se dirigían a puerto Chacabuco, para luego seguir su viaje por tierra. Eso retraso más la partida.
A Cecilia no le molestaba la tardanza, sentía que formaba parte de su nueva aventura, todo le era grato, el sentir la brisa en su cara, y ese perfume que emanaba del mar. Disfrutaba de cada instante que estaba viviendo, ponía atención a los comentarios que hacían sus compañeros de viaje y reía. Todo era mágico. Ella dominaba perfectamente los momentos, rara vez se impacientaba.
Estaba apunto de emprender un nuevo suceso, y eso lo percibía todo su cuerpo y su ser.
Las horas habían pasado, ya se encontraban a bordo del barco reconociendo sus lugares, estaba todo el mundo muy excitado.
Luego de poner el equipaje en su lugar, quiso recorrer los otros lugares del navío, invito a dos de sus compañeras de viaje que había conocido ahí, Marcela y Patricia.
El barco aún no partía, así que recorrieron tranquilamente los pasillos, el comedor, también le dieron un vistazo a las otras habitaciones, fueron a la sala de maquinas, subieron a cubierta y bajaron nuevamente.
Todos al parecer andaban en lo mismo, había una gran agitación por todas partes, la gente estaba muy animada.
Había pasajeros que no gozaron de la reunión en el hotel, ni del paseo en bus por la ciudad, y resolvieron ir directamente al puerto a embarcarse.
Cecilia compartía como todos ese ambiente de éxtasis que se generaba, mientras recorrían la embarcación y saludaba a todo el que se cruzaba en su camino.
Fue en ese momento cuando lo vio por vez primera en ese salón. Estaba sentando en una butaca conversando animadamente con otro pasajero.
Cuando entro Cecilia con sus amigas, él interrumpió la conversación que mantenía, para responder al saludo de ella, pero ella sabía que era sólo una cortesía por parte de él, en ese momento él retoma su conversación, pero en ella ocurrió algo extraño y luego de darle un vistazo a la sala, salió con sus amigas, pero Cecilia dejaba una parte suya ahí. No comento nada, con Patricia ni con Marcela.
Sólo un momento después anunciaron la cena por alto parlante. Fueron al comedor y se reunieron todos los pasajeros nuevamente.
Cecilia Marcela y Patricia, se sentaron en la misma mesa, había cierta afinidad entre ellas y comenzaron los habituales comentarios que se hacen entre mujeres, la cena estuvo espléndida acompañada de un buen vino. Comenzaron a conocerse un poco más entre ellas, contando historias de cada una, que la bebida ayudaba a que fueran aflorando sin miedos. La velada fue grata y el ambiente que embargaba era de entusiasmo, toda la gente se percibía regocijada, ya habían dejado abajo todos sus miedos y los envolvía un ambiente ameno.
Los invitaron a subir a cubierta, para ver zarpar el barco del puerto.
Era una noche maravillosa, con el cielo totalmente dispuesto a mostrar todo su esplendor, irrumpido por las estrellas, y con su luna llena, que destellaba en el mar.
Que más se podía pedir, era el ambiente ideal que invitaba al romanticismo.
Ahí estaba él, al otro extremo del barco.
Cecilia sintió que debía acercarse y no tuvo aprensión, se sentía libre, comento algo con sus compañeras de viaje y luego comenzó a caminar hacía él, cuando estuvo a su lado hizo alguna observación de lo hermoso que se veía el puerto desde ese lugar.
Él la acogió con gran ternura y luego la invitó a mirar la salida desde otro punto del barco, desde donde se podía apreciar mejor la retirada.
En ese instante estaban todos los seres celestiales, la naturaleza, el entorno, las estrellas, y el universo entero reunidos contemplando cuando esas dos almas se encontraron.
El destino por alguna razón, la estaba entregado a un aprendizaje que había quedado inconcluso. Los había juntado, cada uno tenía algo que aprender del otro, o al menos de la situación que vivirían, o de lo quisieran vivir, todo quedaba en mano de sus propias decisiones como siempre.
Luego de un largo rato de contemplar la noche, y ver como la ciudad quedaba atrás, de pronto se dieron cuenta que los demás ya no estaban.
Bajaron, para
Bajemos, parece que harán algunas actividades.-propuso ella.

La mayoría de las personas estaban en el comedor, comenzaron los juegos en grupos, para terminar de integrarlos más aún.
Todo era risa, alegría y entusiasmo, luego vino el baile. Participaron alegremente, como todos los que se encontraban ahí.
Todo se apreciaba muy llamativo, las personas estaban con la mejor disposición, aunque fuera por unos días, se dejarían llevar por sus emociones. Los ayudaba a olvidar un poco su soledad, o en el fondo, muchos tenían la esperanza de encontrar un amor.

-Tengo calor subamos a cubierta -Él la invita-.
-¡Sí!, quisiera contemplar un momento más la luna, vamos- dijo ella.
-Esta un poco fresco acá a fuera-dice él.
-Coloquémonos aquí nos protegeremos del viento- sugiere ella.

Ya llevaban como cuatro o cinco horas de viaje, el mar estaba tan calmo, la luna resplandecía en el mar.
Cecilia se sentía muy serena, no quería apurar nada, pero él abrigaba mucha ansia.
En un momento él la abraza, Cecilia dejo que la rodeara con sus brazos.
Él era un hombre maduro, tenía cerca de los cincuenta, era alto y fuerte, pero la abrazaba con mucha delicadeza y ternura.
Cecilia, a pesar de tener muchas ganas de sentir y entregar cariño, quería hacer las cosas a medida que las fuera sintiendo.
Se mantuvieron así un largo rato contemplando el mar, la luna, las estrellas, entregándose a las sensaciones que sentían.
Luego él intento besarla, pero ella esquivó el beso, quería que fuera despacio, no por lo que pudiera pensar él, sí no, por que quería sentir y desear ese beso.
Ya hace tiempo que había aprendido a no dejarse presionar, solo hacía lo que realmente quería o sentía.

-Disfrutemos más de las sensaciones no-impacientes llegara el momento- ella lo frena.

Pero él insistía, quería aprovechar al máximo el tiempo, como sí se fuera a escapar ese momento.
Él no estaba disfrutando como ella del lugar, Cecilia vibraba con todas esas nuevas sensaciones, quería deleitarse de cada instante, de cada segundo, de cada minuto. Sentir el aroma, los ruidos, el viento, saborear la noche, y que él también le transmitiera sus sensaciones, quería sentir su calor, su aroma y que sus almas se lograran comunicaran aunque fuera por esos instantes.
Sentía que todo le hablaba, estaba profundamente inspirada en captar todas esas nuevas emociones, no quería perderse de nada, para que todo pudiera quedar en su memoria y en el tiempo.
Al final pasaron las horas, y sin darse cuenta sus labios se unieron en un beso que quedo registrado y fue observado por los seres de la noche.
Llegó la madruga y aun estaban en la cubierta abrazados, observando el mar, las horas pasaron sin darse cuenta.

-Creo que es hora de que nos vamos a descansar- él, comenta.
-Si es una buena idea, fue una noche muy hermosa, gracias.
Se retiraron cada uno a su habitación y durmieron placidamente como hace mucho tiempo no lo hacían.








Capitulo III


Se encontraron más tarde ese día, en el comedor a la hora del almuerzo, ya había algo que los unía. Desde ese momento no se separaron más durante todo el viaje. Todas las actividades las hacían en conjunto.
La gente ya empezaba a comentar, había dudas que se conocieran recién, la mayoría pensaba que eran de esas parejas que después de años de matrimonio y monotonía se habían inventado una aventura.
Ya la segunda noche, él le propuso que cuando regresaran al puerto se quedaran unos días más visitando los alrededores.
Ella quería vivir día a día, momento a momento, no quería apresurar nada, además, tenía que volver a trabajar.

-No, te impacientes aun nos quedan tres noches arriba del barco, después
Veremos.- le dijo ella.
-Yo vine con esa idea de quedarme unos días más, me gustaría que me acompañaras- él le reitera.
-No puedo responder ahora-le contesta ella.

Así pasaron los días en alta mar, las noches con la luna reflejada en el mar, y las mañanas con el sol deslumbrante, el tiempo estaba encantador.
Los paisajes que se veían eran maravillosos, estaba totalmente entregada a la naturaleza, sus ojos gozaban con los colores de aquellos paisajes, su alma se maravillaba con tanta hermosura, la brisa tocaba su piel y ella sentía que su corazón palpitaba alegremente.
Se sentía ella, más que nunca cerca de todo ese universo maravilloso que le regalaba tantas sensaciones al mismo tiempo, sintiendo la fuerza de la naturaleza manifestarse en todo su ser, que lograba llenar su espíritu, su alma, su cuerpo y al mismo tiempo daba las gracias, a la eternidad por poder estar en ese momento y lugar en el tiempo.
Se fueron conociendo poco a poco, ella le iba contando algunas cosas de su vida, pero no la razón de su viaje.
El no hablaba mucho de sus cosas, pero ella tampoco preguntaba, solo quería escuchar lo que quisiera él contar.
Eran muy diferentes los dos, a ella le gustaba compartir con los demás, él quería estar solo con ella.
Por sus reacciones ella comenzó a conocerlo, notaba que su vida no había sido fácil. Desconfiaba de todo y de todos. Era muy exigente con él mismo y con los demás. Ella no quería hacerse problema, solo quería vivir esos momentos lo más gratamente posible.
Una de las cosas que la vida hace poco le había enseñado, era vivir los ahora, los momentos. No había ni antes, ni después. Siempre y cuando ello no causara daño a otros. Sabía ver siempre el lado bueno de todo lo que le pasara, además, estaba de vacaciones y estaba totalmente entregada a disfrutarlo.
No quería hacerse ninguna expectativa de lo que pasaría cuando llegaran a la capital.
Ella sentía que lo que le estaba pasando era un regalo de la vida, aunque solo durara unos días.
Por que a pesar de que era así con los demás, él con ella era, cariñoso, atento, preocupado, la atendía como jamás la habían atendido.
Además, estaba fascinada con los diferentes paisajes que iban apareciendo, a medida que avanzaba la navegación, todo era envolvente y maravilloso, sus sentidos estaban totalmente conectados con todo su entorno.
El viaje era generoso, todos los días se realizaban diferentes actividades, ella participaba de todas y de esa manera en esos momentos podía compartir con todos sus compañeros de viaje, y con la tripulación que los atendía.
No eran más de cuarenta personas las que conformaban el crucero, y eso hacía que existiera una gran majadería entre todos ellos.
Llego el día que debía decidir si volvía inmediatamente a la capital, o se quedaba unos días más con él.

-Que decidiste. Quédate, nos vamos a las termas, nos hará bien. Llegarás más renovada.
-Esta bien, me siento bien contigo, y vivir unos días más este placer, rodearme un tiempo más de este escenario, me hará excelente, además, los regalos no se desprecian, gracias. Ella sabía porque lo decía.

Así, se quedaron y pasaron los siguientes días, en un lugar maravilloso, rodeado de montañas y vegetación donde las noches eran tan oscuras, que cuando salían a caminar, no podían ver ni sus manos, solo sabían que estaban uno al lado del otro porque sentían su respiración.
En el día se podía gozar de toda esa vegetación majestuosa, donde advertían esos alerces que tenían cientos de años y les transmitían la sabiduría que poseían por el tiempo vivido.
Ella sentía como el medio le hablaba, estaba aprendiendo a escuchar los latidos de su corazón, que la hacían sentir más viva que nunca.
Él en cambio no gozaba de la misma manera con todo lo que la vida le estaba regalando, solo quería estar con ella y se quejaba de cosas muy simples, ella solo lo observaba, no le daba importancia, no quería que nada la perturbara.
La primera noche que pasaron solos, después de tantos días rodeados de gente, era la oportunidad de poseerla, él ya estaba muy impaciente y ansioso de la espera, pero ella quería darse una noche más.
Él entendió al final, y no apresuro las cosas. Se dejo llevar por la nueva experiencia que se le presentaba.
Llego la siguiente noche, ella sentía que estaba preparada quería y deseaba tanto como él, que sus cuerpos desnudos se rozaran, se sentía excitada y encantada por el tiempo que sé había dado. La espera, hasta a él le resultaba excitante. Comenzaron los besos luego vinieron las caricias tan ansiadas y anheladas.
Él tocaba su cuerpo con tal delicadeza que todo vibraba en ella, su cuerpo entero se manifestaba lleno de deseo.
Él gozaba más aun al ver cada movimiento de ella manifestado con tanto placer. Hasta que llegaron a la culminación de sus caricias y él la poseyó como nunca había tenido a nadie. Ella se entregó con sus cinco sentidos a él y a la vida.
En esa forma daba las gracias al infinito por todo lo que en esta vida, sé le estaba revelando.
Y su sexto sentido ya le estaba señalando que él, sólo formaba una parte más de todo ese ecosistema. Para aprender lo que la vida le pretendía ilustrar.

Capitulo IV


Pasaron los siguientes días gozando del placer que les entregaba ese lugar, del agua que emanaba de la tierra, del aire puro que se podía respirar, del aroma que se desprendía de los árboles.
En las noches unían sus cuerpos sedientos de placer y de goce.
Ella solo quería tomar lo que se le estaba dando en ese momento, nunca preguntó lo que pasaría después, él tampoco comentaba nada.
Llego el día que regresaron a la ciudad para viajar al otro día a la capital.
Salieron su última noche juntos a caminar por la ciudad.
En silencio y abrazados recorrieron las calles, que en esa época del año, no transitaba mucha gente.
Cecilia iba pensando lo encantada y feliz que se había sentido con todo lo que había vivido durante todo ese tiempo, los lugares que había visitado, los maravillosos paisajes que aún conservaba en su retina, su alma estaba en calma, su corazón se sentía alegre.
Era la primera vez que se había dejado llevar por lo que la vida le ofrecía, sin cuestionamientos y sin pensar en el mañana, una y otra vez repetía para sí, gracias.
Y en el momento que ella dejaba divagar su mente por el espacio, a él se le ocurrió preguntar, lo que nunca debió haber preguntado.

-Cuando nos veremos de nuevo- él, preguntó.
-Cuando quieras, yo no tengo problema-contesta ella-aunque no lo esperaba.
-Esta bien, te llamaré cuando esté en la ciudad-dice él.

Ya todo era diferente, ella comenzó a sentir miedo nuevamente. Había sido todo tan hermoso, que no quería que eso cambiara, quería dejarlo como un bello recuerdo en el tiempo.
Que pasaría al llegar a la capital, la llamaría, no quería vivir en dilemas y ella presentía que él, algo le ocultaba.
Mientras estuvieron en ese lugar, no le importaba que él no le contara, lo que no quería contar, ella solo quería disfrutar del regalo que la vida le había dado, no quería crearse problema con nada, aunque él, muchas veces no supiera realmente disfrutar de las cosas simples.
Pero ahora que pasaría, empezarían los cuestionamientos, las preguntas, sus presentimientos, que eran cada vez más claros. Ya no podía solo dejarse llevar.
Haber estado en ese lugar, dejarse embriagar por todo lo que la rodeaba, escuchar el viento, oír hablar y escuchar a la naturaleza, ver ese universo inmenso, percibir y sentir sus latidos, la había educado aún más y reconfirmado en todas sus creencia.
Que pasaría después de ese día, ahora eran otros los entes que entrarían en juego. Tal vez las cosas que tenía tan claras ya no las advertiría de la misma forma.
Llegaron a la habitación del hotel después de su caminata.
Pasaron la noche pensando, dejando correr su imaginación.
El vuelo salía temprano, el viaje no era largo, no eran más de dos horas. Se tomaron de las manos, y no hablaron mucho en el trayecto.
Ella iba pensando que no debía preocuparse por ahora de lo que fuera a pasar en la capital.
No podía dejar que los miedos renacieran, mas bien debía agradecer a ese hombre, por lo que habían vivido juntos, por todo ese placer incondicional que se habían entregado mutuamente, jamás había sentido la vida de la manera que se le presento en esos días, y por cosas del destino lo pasaron juntos.
Algo tendría que aprender. Había sido realmente maravilloso vivir esa aventura. Así que decidió darle las gracias.

-Gracias, por haberme invitado a quedar unos días más contigo. Fue realmente espléndido lo vivido-ella le dice.

-Que agradeces, eres maravillosa, estas llena de energías, ves de una manera la vida, que contagias con tu entusiasmo. Yo debo darte las gracias por haberme soportado. Te quiero seguir viendo, quiero estar contigo, quiero seguir sintiendo lo que me has hecho sentir, quiero que me enseñes a vivir, quiero sentir ese cariño que has sido capaz de dar a pesar de mis quejas, quiero sentir tus manos acariciar mi cuerpo, quiero hacerte el amor una y otra vez. Dame unos días, déjame arreglar unos a asuntos y luego me comunicare contigo.-

-Has todo lo que tengas que hacer, yo también necesito unos días para retomar el ritmo nuevamente- le contesta ella.
Se dieron los teléfonos y se despidieron en el aeropuerto.









Capitulo V

Los días pasaron, ella retomo su trabajo, se sentía feliz, su alma todavía gozaba con lo que había vivido.
Estaba llena de energía, miraba de otro punto de vista su vida.
Además, estaba llena de proyectos nuevos en su trabajo, que le demandaban mucho tiempo.
De todas formas el hecho de volver a su entorno nuevamente, estimulaba que por momentos le trajera a su imaginación el recuerdo del hombre, de ese amor por el cual decidió hacer el viaje, para olvidar, para apaciguar sus sentimientos, y para calmar su alma. Ella, era fuerte y distraía sus pensamientos y prefería pensar en lo ultimo vivido y daba las gracias por el presente que la vida le proporcionaba. Entregada a los nuevos desafíos en el trabajo, que requerían de toda su atención. Pero en esos días él la llamó, para reclamarle por su ausencia, preguntando por que había desaparecido por tantos días.
Cecilia mientras estuvo de viaje desconecto su celular.
Ella le contó de su viaje y que ahora se encontraba muy bien y que tenía puesta toda su energía en su nuevo negocio, así que no le podría ver, que mejor dejaran las cosas hasta ahí.
Pensaba que no se había equivocado al renunciar a ese amor que nunca sería totalmente suyo, creía que la vida la estaba premiando de una forma u otra al haber renunciado a él.
Estaba aprendiendo a disfrutar más, cada vez del ahora.
En esos días el hombre del barco la llamó a su teléfono.

-Hola ¿cómo estas?, Como encontraste todo. Le pregunta él.
-Bien gracias, a ti como te ha ido.- Dice ella
-Todavía tratando de solucionar algo, deje muchos días los negocios solos.-comenta él
-Bueno, tú lo quisiste así, a ti se te ocurrió quedarte más tiempo-ella le contesto.
-Y no me arrepiento, lo pase muy bien junto a ti, aun conservo las sensaciones de cuando estábamos allá, extraño tu presencia.
-Me alegra que pienses así, para mí también fue todo muy especial.-dice ella
-Ahora estoy en otra ciudad, cuando regrese te llamo para que salgamos. – le dijo él.
-Esta bien- tengo ganas de verte. Le dijo ella.
-Nos vemos- chao...

Después del llamado quedo con una sensación rara, sentía que lo que él decía referente a sus sentimientos hacia ella era cierto, pero algo la inquietaba.
No quiso cuestionarse mucho, tampoco quiso preguntar nada más, esperaría hasta el día que se vieran.
Pasaron dos días más y él la llamó para que se encontraran en un balneario cerca de la capital.
Ella fue a su encuentro, tenía deseos de verlo, aunque sabía que no lo quería, por lo menos se sentía bien a su lado y le ayudaba a no pensar en la otra persona.
A pesar de su carácter él sabía como hacer sentir bien a una mujer.
A Cecilia la hacía sentir importante segura, se preocupaba de cada detalle. A la vez de hacerla sentir como una verdadera mujer, también la hacia sentir como una niña, era un hombre de mundo, una persona culta, un caballero imponente, daba la impresión de estar seguro de lo que quería.
Para ella todo lo que estaba viviendo era nuevo, nunca antes la habían considerado como lo estaba haciendo él, y todo eso llamaba su atención.
Dejo que las cosas siguieran su curso, a pesar de que había algo en él, que la desconcertaba.
Decidió seguir viviendo los momentos y no preguntar más, de lo que él, le quisiera contar.
La invito a cenar en un restauran lujoso, con una vista maravillosa donde el mar seguía siendo testigo de sus encuentros.
La comida estuvo deliciosa, la velada llena de sensaciones que invitaba que el amor entrara a su corazón.
Cecilia seguía disfrutando plenamente de lo que estaba recibiendo.
No quería sentir sus presentimientos, por que también algo le decía, que tenía que tomarlo como un regalo de la vida, como una nueva experiencia.
Pasaron la noche entregándose uno al otro, gozando de cada sensación, sus cuerpos se reconocían nuevamente, sintiendo mutuamente goce y placer.
Al otro día caminaron por la playa, él le entregaba tanto cariño, todo seguía siendo tan bello que parecía que fuera un sueño.
Ella pensaba como era posible volver a sentirse como una niña nuevamente, que la atendieran y se preocuparan de esa forma de ella.
Miraba su vida hacia atrás, y se dio cuenta, que por ciertas circunstancias, por sus propias decisiones, o por que el destino estaba escrito, la vida le había enseñado a ser mujer muy joven.
Desde los 16 años, su vida había estado llena de responsabilidades.
Tomo muy temprano las riendas de su vida, y fue una constante desafió, tuvo que madurar sí o sí.
Y ahora llegaba alguien con quien se sentía segura, donde podía descansar, donde él decidía, la guiaba y ella se dejaba llevar.
A quien ella podía entregar su cariño libremente, a quien ella podía dar todo ese amor que tenía reservado desde ahora, que hace un largo rato y sentía tantos deseos de conceder libremente.
Pero, había algo que desistía que se otorgara, así que decidió ir viviendo día a día, hasta descubrir por que tenía esa sensación.



CapituloVI


Ya en la capital, se veían algunas horas en la semana, y los otros días que no podían verse se comunicaban por teléfono.
Pasaron los días y cada vez se veían más seguido.
Por las noches la invitaba a cenar a buenos restaurantes, donde podía saborear diferentes platillos exóticos, combinado con deliciosos vinos, que ayudaban a crear esa atmósfera de romanticismo.
Poco a poco ese ambiente la fue envolviendo, y él la hacía sentir, lo que toda mujer sueña, y a Cecilia se le estaba proporcionando tan real.
Otras veces acudían al bar de algún hotel elegante a beber unas copas.
Más de alguna vez le envió flores. Hermosos canastillos que decoraban su oficina. Así ella podía sentir constantemente su presencia.
Él sabía como hacer sentir bien a alguien cuando quería. Nunca un hombre había teniendo atenciones tan extravagantes con ella.
No lo amaba, pero sentía cariño y le agradaba estar con él, además, se había dejado llevar por el obsequio que sentía que Dios le estaba sirviendo.
Siguieron pasando los días, luego las semanas, que después fueron unos meses y no se dio cuenta como poco a poco él fue ganando un espacio en su corazón.
Aunque a veces le venían esas ráfagas de inquietud, dejaba que pasaran, ya no les daba importancia. Además, él supo como ir conquistándola día a día.
Cuando el corazón se involucra, solo ve lo que quiere ver, o lo que desea ver. Que fácil es dejarse llevar.
En esos momentos se sentía agradecida de haberlo conocido, la vida le indicaba, más aún que había valido la pena esperar.
Todas las noches conversaba con su interior y se decía que había elegido el camino correcto y eso la llena de dicha.
Anda por la vida irradiando toda esa felicidad, las personas que la rodeaban lo notaban y se sentían contentos por ella, aunque más de alguno sentía un poquito de envidia.
Era todo tan sorprendente que parecía un cuento, de los que leía y soñaba cuando niña, que llegaría un día un príncipe, la rescataría y la haría sentir como una reina.
Y no como es generalmente la vida real, que cuando crecemos nos damos cuenta que muchos de esos príncipes con los cuales soñamos, no saben serlo y a veces solo logran hacernos sentir como una rana, por todas sus inseguridades.
Ella en esos días sólo quería arrebatar todo lo que la vida le estaba ofreciendo, sentía que de alguna manera merecía lo que le estaba sucediendo.
Fueron días de entregar y recibir, de dicha y felicidad, de vivir y disfrutar.
Ya en esos días se veían a diario, cuando comenzó a notar que algo le pasaba a él, por más que deseaba que nada la incomodara, no podía dejar de presentir que algo sucedía.
Ya no podía dejar de apreciar, no podía permitir que lo que el infinito, la vida, él creador, o las leyes del universo, como se quiera llamar, le había enseñado poco a poco, a lo largo de su vida, lo ignorara ahora.
Ya había pasado tiempo suficiente para reflexionar, preguntar y enfrentar, lo que no quería en el fondo por temor saber.
“No hay nada a que temer, sino al temor” se decía.

-Tienes algo que decir-pregunto ella a él, un día.
-No, por que lo preguntas.
-Presiento que algo me ocultas.-le dijo ella- tal vez tienes algún problema y yo pueda ayudarte.
-No te preocupes yo lo voy a solucionar.- contesto.
-Pero cuéntame- insistió ella.
-lo único que pasa, es que jamás pensé que iba a sentir de nuevo lo que tú has logrado hacerme sentir, antes del viaje tenia algunas cosas claras, pero después de conocerte todo cambio. No quiero perderte, por favor dame tiempo.
-Tiempo para que.
-Para resolver algunas cosas que tengo que terminar.
-Creo que tengo derecho a saber, que es lo que tienes que terminar y sí quiero participar. Me encanta estar contigo, te quiero, me haces sentir mujer, me has entregado y tratado como nadie lo hizo. Sé que soy lo más importante para ti, por que me lo haces sentir y todos se han dado cuenta, me has apoyado en todo, me has guiado y enseñado cosas que no sabía. Pero no se puede evitar lo inevitable, siempre he presentido algo extraño, nunca quise preguntar por que solo quería vivir. Pero no puedo, no debo seguir mintiéndome a mi misma.

-Por favor no preguntes, ahora no puedo decir nada no insistas.-respondió él.

Después de esa conversación, confirmó que algo pasaba, ya no fue lo mismo, ahora sentía que le estaba ocultando algo importante. Cada día, fueron peor los presentimientos venían a cada momento, y él no quería hablar, y eso la hacia sentir peor.
Esa bella relación, sé empezó a transformar en angustias, malestares, y preguntas sin respuestas.
Ella no quería vivir así, le estaba creando incomodidad. Cuando una situación se vuelve insoportable no se puede ir contra la corriente.
Él no quería entenderlo, insistía en mantener la relación, pero tampoco quería hablar de lo que pasaba.
Como pueden ir permutando las situaciones al correr el tiempo, lo que se puede tener por sentado ahora, mañana ya no lo es.
Todo esta en un eterno cambio, jamás se detiene nada, todo esta en un constante avance.
Hay pasiones sin entendimiento que nos enredan mal, no por eso dejan su parte, no por eso no nos pertenecen.
El amor dormido nos lastima mucho más.
Ahora ella estaba descubriendo, aprendiendo nuevas instrucciones, tenía que poner mucho esmero por que la vida estaba apunto de imponerle nuevas enseñanzas, o lecciones que habían quedado inconclusas.
Pero acaso no es eso, no deberíamos todos lograr de las situaciones que nos transitan, de lo que la vida nos traspasa, de lo que el creador nos regala, nuestros aprendizajes, para descubrir lo que debemos cultivar, para que no se nos pase nuestra vida por alto, para lograr cada día ser mas plenos, más completos, más felices.
Hay vías que no los llevan a ninguna parte, pero no por eso dejan de brillar. Las ilusiones encerradas nos hieren mucho más.
Hay resentimientos encendidos, que algún día se aquietaran, pero no por ello dejan de persistir, no por eso se deben silenciar.
La víbora acorralada duele crecidamente mas y más cuando no la dejamos salir.
Cecilia estaba comprendiendo, o reconfirmando que no se puede guardar por mucho tiempo las verdades, siempre salen a la luz, aunque a veces no queramos verlas, solo demoraremos más el proceso, pero al final se cumplirá lo que esta predeterminado.
No sacamos nada con huir de nuestros sentimientos, de una lección, o de un punto de la vida, por que ella se encargara sin remedio de llevarnos de vuelta una y otra vez, hasta comprender y aprender en lo que nos quiere educar.
En nuestra lucha de ir por el camino que no es el nuestro, encontraremos dificultades y tal vez no se nos haga la vida tan grata, pero si somos inteligentes encontraremos nuestras enseñazas para aprender la sabiduría de vivir.
Otra de las cosas que estaba por aprender, era que no debía tenerse apego a las personas, ni tampoco a las vivencias o experiencias, pero debía vivirlas enfrentarlas y no huir de ellas.
Solo eran eso, experiencias para ayudarla a disfrutar de cada instante que la vida tan generosamente le estaba proporcionando.






Capitulo VII


Un día de tantos, él la invitó a un concierto. Quedaron en que Cecilia pasaría a buscarlo al departamento, ya que quedaba más cerca del lugar, lo llamó cuando llegó al estacionamiento, para que bajara.

-Hola, perdón quien habla- dijo Cecilia - este es el teléfono de Jaime.
-Sí pero él anda con el otro celular, tienes el número.
-Si gracias, pero con quien hablo. Yo soy Cecilia.
-Hola Cecilia, con la señora.
-¿Cómo?, con la señora, su ex-señora esta en otro país. –dijo Cecilia.
- Bueno te puedo ayudar en algo.-pregunta secamente la mujer
-No te preocupes, lo llamaré al otro teléfono, nos quedamos de juntar a esta hora en el departamento.- contesto Cecilia- ahora me encuentro en el estacionamiento, hace una hora atrás fue la última vez que hable con él, debe estar por bajar para ir al concierto.
-Bueno llámalo entonces al otro teléfono- respondió la mujer- hasta luego, que estés bien.
-Adiós, gracias.
Todo se estaba poniendo negro ante sus ojos.- ¿Qué estaba pasando?, ¿Qué señora?. No entendía nada. Tenía que hablar con él.
-Halo. ¿Jaime?...
-Sí, hola mi amor. ¿Dónde estás?.
-Acabo de llamar a tu otro teléfono, me contesto tu señora.
-¡Qué!.., que señora, mi ex mujer esta en Estados Unidos. –respondió él- dime ¿Dónde estás tú?.
-Acá- dijo ella- en el estacionamiento de tu departamento.
-Bajo enseguida, espérame- dijo él- vamos con dos amigos más al concierto. Nos vemos.
-Pero espera, necesito que me aclares que pasa.
-De ahí hablamos, bajo ahora.
La espera sé hacía interminable los minutos pasaban lentamente, necesitaba aclarar su mente. Muchas imágenes pasaban por su cabeza.
Ahora recordaba sus presentimientos, se sentía culpable. Cuanto no le avisaron que algo pasaba y ella no quiso darles la importancia que tenían. Ahora tendría que asumir las consecuencias.
Sé examinaba, sé preguntaba ¿Por qué?.
Nuevamente la vida la ponían en una situación como la anterior, de la cual antes había escapado, pero al menos tenía las cosas claras desde un comienzo y que por ningún motivo quería volver a participar. ¿Qué estaba pasando?.
La vida unos minutos antes se lo ofrecía todo y ahora de un golpe bajo, se lo quitaba. Que querían que aprendiera.
Su alma estaba angustiada, su corazón antes alegre, ahora lloraba, se estaba desgarrando poco a poco.
A Dios, le pedía una explicación, acaso tanto se había equivocado al querer hacer las cosas de la manera que ella sentía que estaban bien. Tal vez ese no era el camino.
Todo lo que ella pensaba que era lo correcto para estar en paz con el universo, ahora sé desmoronaba.
Se pregunta una y otra vez y no-tenía ninguna respuesta.
La estarían ponían a prueba otra vez, cuanta fuerza debía tener para controlarse. No entendía nada o no quería entender, ¡no! no quería saber.
Ella pensaba que tenía todo el derecho de aceptar o no una relación así, pero no consentía que se la impusieran.
Cuando las cosas se planteaban de un principio, uno tiene dos alternativas sí o no.
¿Cómo? la vida le pedía que fuera racional nuevamente, ahora que los sentimientos habían nacido.
¿Qué pasaría ahora?, debía usar toda su fuerza de voluntad y luchar nuevamente contra sus sentimientos.


Capitulo VIII


Ahí estaba aproximándose hacia el auto. Cecilia sentía tanta ira sólo de verlo, se sentía engañada, ultrajada, robada. Conque derecho él, jugaba con sus sentimientos.
Venia con dos amigos, no podría enfrentarlo de inmediato, pero apenas tuviera la oportunidad lo haría.

-Hola mi amor. Te presento a Mario y Claudio, van con nosotros al concierto.
-Hola, mucho gusto.
El ambiente era tenso, subieron al auto y se hablaron lo justo y necesario. Al llegar allá, se separaron de los amigos, ya que tenían otras localidades.
Esa era la oportunidad, ella no podía esperar.
-Quiero que me expliques, ¿quien era la que me contesto el teléfono?- le dijo a él- mientras sentía que todo sé derrumbaba a sus pies.
-Disfrutemos del concierto, después hablamos- dijo él.
-Perdona, pero en estos momentos no soy capaz de disfrutar de nada.
-Por favor, después hablamos.- reafirmó él- se notaba tenso.
-No, ahora. Insistió ella.
-No insistas... no hay nada que decir. Dijo él.
-Como no hay nada que decir- le respondió ella- tú crees que soy lesa, tal vez me he hecho la ciega por mucho tiempo, pero necesito saber la verdad, por favor me lo debes.
-Esta bien salgamos de aquí- finalmente accedió él- ya veo que no te quedaras tranquila.

Cecilia tenía que enfrentar ahora lo que fuera, no podía seguir haciéndose la desentendida, ya tenía la punta de la fecha insertada y quería que la atravesara por completo.
Casi siempre la vida nos va poniendo pruebas en el camino, pero nunca es más de lo que estamos preparados para soportar o resistir.
Ella lo sabía y sentía, por eso prefería que fuera todo de una vez.
Ya bastante había esperado para enfrentarlo, por eso le estaba pasando aquello. Eso era lo único que realmente lograba entender en ese momento.

-Esta bien sentémonos aquí.- dijo él- No sé por donde empezar.
-Creo que será mejor, por el principio- respondió ella.
-Es que es largo de contar- dijo él- y nos perderemos el concierto.
-Empieza por favor. No sigas excusándote.
-Esta bien- comenzó él- hice ese viaje porque la relación, se estaba volviendo insoportable.
-¿Qué relación?.
-Bueno, quieres que te cuente, por favor escúchame y no me interrumpas.
-Esta bien.
Yo viví por veinte años fuera de Chile, me separe hace más de diez años como tú lo sabes. Mi ex mujer vive en estados unidos aún con mis dos hijos, antes de eso yo venía a Chile regularmente por mis negocios, en uno de esos viajes conocí a la mujer con la que hablaste hoy. Nos seguimos viendo cada vez que venía. No era más que eso, una aventura para distraerme y tener compañía cuando venía para acá. Ella lo sabía y le aceptaba, si quería bien y sino también.
Cuando volví a Chile definitivamente hace más de diez años, ella siempre estaba ahí, cuando yo la llamaba. Nos veíamos de vez en cuando, a veces pasaba un tiempo y nos dejábamos de ver.
Yo en el tiempo mantuve relaciones con otras parejas y ella también.
Así paso, ella tenía su vida y yo la mía. No había ningún compromiso de por medio.
Nunca se caso, y se le estaban pasando los años. En una de las oportunidades que comenzamos a vernos nuevamente me dijo que estaba embarazada.
Yo le dije que no podía y no quería formalizar nada, que era su responsabilidad si lo quería tener. A demás ella no me consultó antes, había tomado la decisión sola de embarazarse, pero no por eso, no la apoyaría económicamente. Esto fue hace siete años atrás. Ella al final tuvo al niño.
Pasaron los años, yo vivía en mi departamento y ella en su casa, y como siempre a lo lejos nos veíamos.
Yo no la amaba, pero había algo que nos unía, además, como te comente antes, siempre estaba ahí cuando la llamaba. Hace un poco más de un año y medio tuve problemas económicos y comerciales. Ya no la podía apoyar como antes económicamente. Hablamos y decidimos apoyarnos mutuamente y vivir juntos, sin ningún compromiso. Un poco tal vez para probar si resultaba, por el niño que necesitaba la parte paterna. Yo estaba solo, pasando por apuros y creí que debíamos darnos la oportunidad.
Todo marchaba bien al principio, ella salía a trabajar y yo cuidaba del niño, cuando llegaba yo me dedicaba a mis negocios. Así, se produjo una relación más cercana con el niño. Después a ella se le ocurrió que quería tener otro hijo para que el niño no se criara tan solo. Yo pensé y le dije que no había ningún problema si era lo que deseaba, siempre y cuando tuviera claro y aceptara que no había ningún compromiso de mi parte, ya que yo cualquier día me iría, en cuanto solucionara mis asuntos.
Como pareja no resultaba, cada día hablábamos menos, era solo una relación por conveniencia, en cuanto a mi persona me sentía más solo que antes. Por el niño dilate un poco más la relación, él llenaba un espacio en mi, pero de todos modos cada día sé hacia más difícil mantener la relación. En eso nació el segundo niño.
Lo reconozco un poco por comodidad, por conveniencia o por cobardía deje que pasara más tiempo del debido.
Al momento de juntarme con ella, comencé a trabajar en los negocios nuevamente. Tuve que ponerlos a nombre de ella. Al poco tiempo ya se había arreglado la situación, pero seguía y sigo dependiendo de ella hasta poder limpiar mis informes comerciales.
Cuando decidí hacer el viaje, era para aclarar un poco las ideas, ella lo sabía, se lo dije, hice la reserva delante de ella. Pensando que regresando del sur, después de un tiempo, volvería tal vez a Estados Unidos. Pero quería pensar la mejor manera de hacerlo y poder dejar a los niños con un buen pasar.
No había nada que me incentivara a quedarme más tiempo, hasta que te conocí, todo cambio.
No fui capaz de contarte la verdad, al segundo día de conocerte supe que no me aceptarías si te contaba y quise darme una oportunidad, quería que me conocieras antes de tomar tu decisión, pero fue pasando el tiempo y cada vez se hizo más difícil enfrentarte.
Mientras él le iba relatando una parte de la historia de su vida, Cecilia sentía como su cuerpo, su alma, su todo, cada vez sé hacia menor. No podía creer todo lo que estaba oyendo.
Se sentía impotente, ante tanto engaño, como podía alguien vivir tan inconscientemente, solo pensando en sí. Metiendose en el bolsillo la vida del resto del mundo, no siendo capaz de comprometerse con nada ni con nadie, tan solo consigo mismo.
Qué fácil era todo para él, te ocupo mientras me des algún beneficio después veremos.
Tenía tanta ira, sentía ganas de dar la vuelta y dejarlo hablando solo, no se merecía ninguna consideración una persona así, no-tenía sentimientos.
Como podía cambiar el concepto de una persona en minutos cuando se mostraban tan cual eran.
Pero que pasaba con sus sentimientos, a ella le importaban los de ella y los del resto, como luchaba contra todo eso.
Sabía que estaba frente a un hombre que no-tenía los mismos conceptos de la vida, no-tenía los mismos valores, él no veía error en lo que hacía, sentía que estaba actuando bien a su modo.
De nuevo ella se encontraba en una lucha, sentía que lo quería, pero no le gustaba lo que tenía delante. Acaso con esa aptitud, ella era mejor que él.
Por que no dio la media vuelta y se fue.
No, ella pedía explicaciones, ¿para qué?, tal vez para dilatar más lo inevitable.

-Por que no me lo contaste en el viaje.
-Ya te lo dije.
-Cuanto tiempo tiene el niño menor.
-Cuatro meses.
-Te das cuenta, que es un bebe.
-Ella sabía, y quiso tenerlo igual. Contesta él.
-Ella sabe que tu mantienes otra relación.
-Cuando llegue del viaje, me fui a la playa, a la casa de mi madre. Ella llegó allá para hablar conmigo.
-Te pregunto, ella sabe que estas saliendo con alguien.
-Debe sospecharlo.
-Pero tú has ido a la casa de ella en este tiempo que hemos estado juntos, y te quedas allá. ¡Verdad!- Pregunta ella.
-A veces, pero duermo con el niño.
-Ella sabe que piensas dejarla. -pregunta ella
-Tiene que darse cuenta.
-Me has mentido, herido y engañado a mí y a ella, por que tengo la seguridad, que ella no tiene idea de lo que realmente esta ocurriendo. Me gustaría arrancar este sentimiento de una vez, pero me será imposible hacerlo tan rápido después de todo lo que viví contigo, por que siento, por que aunque tú tal vez no te has dado cuenta estoy hecha de mente, cuerpo, alma y espíritu. Así que tendré que saborearlo, masticarlo, tragarlo y digerirlo poco a poco.
No sé cuanto tiempo demorará el proceso, pero espero al final de él, comprender aunque sea un poquito, tú comportamiento hacia la vida.
O más importante aún, saber que me quiso enseñar a mí la vida con todo esto.
-Perdóname Cecilia.
-No me pidas tanto ahora. Pero no te preocupes lo haré, pero no por ti, sino por mí. El resentimiento solo me haría más daño. ¡Adiós!

Ella sabía que se había sentido querida y apreciada por un lapso de tiempo, como antes no lo había sentido.
Aunque tal vez, fue corto en el tiempo, fue todo muy intenso y le quedaba la sensación de haber estado mucho más tiempo él.
Nadie, ni la vida, ni él, le podía quitar lo que había vivido y sentido durante ese lapso.
La vida es una rueda. De nuevo Cecilia se encontraba en el punto de partida. Pero con una experiencia más, que la hacía mayor aún.
Cecilia escapó de una relación que no la llevaba a ninguna parte. ¿La vida le había enseñado que no se podía ser feliz, a costa de la felicidad de otros?. O ¿qué no debía huir de los sentimientos?







EPÍLOGO
Escribí esta historia, mi primer cuento en un lapso corto de tiempo, no recuerdo bien cuando comencé, pero creo que fue cuando ya no lastimaba. Cuando me sentí con fuerzas para volver al mundo nuevamente y formar otra vez parte de él.
Necesitaba de alguna manera narrar y dejar registrada en el tiempo esta sublime historia de amor, con un desenlace tal vez no tan apetecido.
Pero así es la vida y no se puede dejar de vivir por ello.
Al contrario debe valorarse con todo el ímpetu que nos es posible. Hasta encontrar nuestro camino...
Tal vez escribiendo, lograba de alguna manera ir libertando mis impresiones y emociones.
Descubrir que enseñaza había dejado.
Aún no lo sé, pero lo más difícil a pasado, la tristeza se a transformado en nostalgia, para guardar los recuerdos de una bella experiencia.
A veces los amores nos vuelven más viejos antes de tiempo, y otros nos hacen volver a la juventud cuando viejos.
Solo sé que hoy tengo ganas de vivir y volver a sentir. Mi corazón esta más fuerte que nunca.
Es obligatorio correr riesgos. Sólo creeremos del todo en el milagro de la vida, cuando nos resignemos a que suceda lo inesperado.
Y por ello, no puedo dejar de agradecer el regalo que me dio por un instante la vida.

Sin importar el final.

Texto agregado el 11-05-2005, y leído por 184 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
29-11-2006 Que hermoso como escribes!!!!!!! realmente me senti Cecilia en muchos momentos cuando estaba leyendo. Te felicito. kaamla
29-05-2005 En verdad larga la historia. La segui hasta el final. Interesante. Muy intensa Cecilia, con hombres que no le daban la talla. Sucede con frecuencia. Su proceso de maduración se entiende bien. Diría que es una parte importante de los méritos de ésta novela corta...Te seguiré leyendo... aukisa
 
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