Félipe sale al patio de su casa. Sus brazos sostienen el equipo de sonido. Sus rodillas chocan contra una mesa pequeña y apoya el equipo ahí. Pone música bailable(vallenato-salsa). De un meson grande agarra el vino tinto y lo descorcha. Ahí mismo lo deja y entra a la casa (sale de campo, y la camará se queda esperando que entre a cuadro). Vuelve al patio. Pone un par de churrascos en la parrilla. Corta la música y coloca otro disco. Antes de que suene, lo vuelve a cambiar. Su mirada se pierde en la pared. Tira la caja del disco con desesperación y pone una emisora de la rádio. Pone el corcho en la botella. Abre una botella de soda y sirve en un vaso. Su brazo sube, y antes de llegar a su boca, baja a la misma velocidad que subió para dejar el vaso en el mesón. Pincha la carne aún cruda y la coloca en un plato. Dejandola descubierta, invita a las moscas a un gran banquete (las moscas sobrevuelan la carne si llegar a tocarla). Con sus manos, rápidamente, como para que el tiempo se lleve algo que quiere olvidar, pone pollo en la parrilla y va hasta la pileta a lavarse. Sacude las manos y se sienta en el mesón. Toma un poco de soda. Deja el vaso con fastidio y abre un vino blanco. Sirve en una copa pero ni siquiera llega a tocarla. Toma un gran sorbo de la botella y la tira al tacho de basura. Saca un cigarrilo de un paquete y va hacia la parrilla, para encenderlo con la brasa del fuego, a punto de quemarse las pestañas. El pollo se quema y el humo le pide a Felipe una solución. Felipé está inmovíl, mirando hacía el interior de su casa. Sus manos tensas se relajan y se abren sus puños. EL cigarrillo cae como una pluma. Felipe decididamente entra a la casa. El pollo convertido en llamas, se esconde entre el humo espeso que produce el chispeo de una ligera lluvía. Felipe sale al patio vestido de mujer. Fin.