Me había propuesto solucionar el problema aquella mañana, ya llevaba mucho tiempo dándole vueltas, y hoy era el día.
Me dirigí a los grandes almacenes enfundada en mi chaquetón de piel de marta cibelina y ya en la primera planta abordé a la primera señorita que se cruzó en mi camino.
- Disculpe señorita, ¿podría atenderme?
- Por supuesto señora, ¿qué desea? Me respondió amablemente.
- Vengo a poner una queja ante quien corresponda. El pasado sábado recogí unos pantalones que me había comprado en este establecimiento y que Vds. me han arreglado y cual fue mi sorpresa cuando al ponérmelos al día siguiente observé que me habían quedado cortos.
- ¿Los ha traído?
- Claro, si quiere me los pruebo para que Vd. lo vea, pero le advierto que no han dejado casi bajo para poder sacar y yo así no los quiero.
- ¿Me podría decir, si se acuerda , qué dependiente le atendió?
- Pues no, no lo recuerdo, sé que fue una señorita, pero no sabría decirle quien.
- Pues un momento que voy a hablar con el encargado.
- Aquí la espero.
Después de varios minutos de espera, vi venir a la señorita con la que había estado hablando, acompañada de un señor, de unos cincuenta y tantos diría yo, gesticulando de forma airada con la citada dependienta.
- Buenos días
- Buenos días, respondí
- Me ha puesto en antecedentes mi compañera de su problema y la verdad no me explico qué es lo que ha podido pasar.
- Yo tampoco, es la primera vez que me sucede algo así, pero estoy dispuesta a solucionarlo hoy.
- Dice Vd. que no recuerda quién le cogió el bajo, ¿no es así?
- Efectivamente no lo recuerdo, sólo sé que fue el día 18, lunes a las 10:45 de la mañana. Lo recuerdo perfectamente.
- Bien, lo averiguaremos, mientras tanto déjenos la prenda y ya nos pondremos en contacto con Vd.
- ¿Me puede facilitar su número de teléfono? Dijo la señorita que había permanecido callada hasta ese momento.
- Si, es el 647533796
- Gracias, no se preocupe que la avisaremos en cuanto estemos en disposición de hacerlo con la solución que se haya adoptado por parte de la empresa.
- Bien, gracias a Vds. espero su pronta contestación.
Después de la conversación me dirigí a la cafetería del establecimiento y aunque iba inmersa en mis pensamientos, con la sensación de que no me iban a solucionar el problema, observé que en la mesa del fondo del local, al final de la barra, estaban mis amigas Pura, Cloti y Marijose, hablando sin parar, como era habitual en ellas.
- Hola chicas, qué sorpresa, no esperaba encontraros aquí de tertulia
- Hola Mari, hemos venido a desayunar, te hemos llamado pero tenías el móvil apagado.
- Es verdad, lo acabo de encender.
- Qué casualidad, ¿qué haces aquí, de compras?
- Que va, dije, tengo un problema con un pantalón que compré aquí, que por cierto me costó carísimo, y que no me han solucionado.
- ¿Qué te ha pasado? Dijo Cloti
Después de contarles la conversación que había tenido minutos antes con la dependienta y el encargado del establecimiento con todo lujo de detalle, Pura me increpó:
- Desde luego hija, pareces tonta, yo no dejo el pantalón, así sin más, pido que me den uno nuevo.
- Pura, tu siempre tan directa, espetó Marijose.
- Además, habrá que darles tiempo a verificar esa información, podría haberlo lavado Mari y haber encogido la prenda, tendrán que comprobarlo ¿no?
- Pues yo no opino así, dijo Cloti, si se han equivocado, ellos tendrán que asumirlo y darle otro pantalón nuevo.
- Desde luego, vamos a dejarlo porque no creo que saque nada en claro, cuando me llamen ya diré lo que tenga que decir.
- Hija es que te pasan unas cosas...
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