Pintor peruano, considerado uno de los últimos bohemios limeños hacia el año noventa y cuatro. Es uno de los más importantes representantes del expresionismo en el Perú. La frase: “Cuanto más conozco a los hombres, más amo a mi perro” de Schopenhauer, nos puede dejar entender su manera de ser. La relación que existe entre su obra y su vida es muy estrecha, tanto que podríamos analizarlos conjuntamente.
Estamos frente a una estrategia que intenta ser lograda a partir de la “meditación” que pueda realizar Humareda antes de ponerse a pintar, tema que recoge de las conversaciones con el maestro Goya al pie de su cama. El universo en el que viven Goya y Humareda juntos, es el universo de los muertos donde, según podemos observar en el retrato, su madre también se encuentra. Es la pintura la que, entrando al mundo de los muertos, se une al pintor y forman uno solo, una colectividad de espíritus que invade el cuarto del artista.
La pincelada libre que se sale de cualquier formalismo, logrando forjar un estilo personal que en una unión simbiótica con los temas que son también parte de su vida real, uniéndolo con su pintura, en este caso: la madre y la muerte son los dos aspectos más cercanos a Humareda como persona y como pintor.
Los colores apagados, gamas de “graves” y las partes “ensuciadas” forman, en su conjunto, el material con que la expresión misma trabaja. Esta, se pone a pintar y se pinta a sí misma.
La inexpresividad que pueda existir en el rostro, se contrasta con la inmensa expresividad que vemos en nuestras caras al mirarla. Ver la pintura genera en el espectador la reacción que, justamente, es el elemento que le falta al cuadro.
El perfil ayuda, también, a generar una cierta pesadumbre muerta que contribuye con el único ideal de generar un mundo paralelo de lo que no está aquí. 23
Se puede concluir, que la pintura logra con los objetivos trazados. Que se propone morir y lo logra sin ningún problema. Que se propone conmover y muchas veces lo logra. Que se propone ser la madre de un poeta muerto, y lo es.