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La mente del ser humano ha intentado siempre explicar su origen, su razón de ser, su existencia misma. Una vez que comienza la revolución neolítica el proceso va solo para delante, si es que hacia delante es la dirección que tomaron. Con el descubrimiento del símbolo y la aparición de la dimensión simbólica del hombre, todo cambia y se convierte en un progreso sin opción a retroceso. El hombre comienza a atribuirle signos a las cosas (y luego cosas a los signos). Se diferencia del resto de las demás especies vivas del planeta por medio del símbolo. Entonces, comienza a atribuirle origen divino a eso que no podía explicar: a las estrellas, al sol y la tierra, la luna y el cielo, el día y la noche. Comenzó a darse cuenta de que habían cosas que no lograba comprender, y las sacralizó. Pronto ya estaban inmersos en una mentalidad mítica.

Pero, en un puñado de siglos, alrededor de los siglos VIII – II a.c. , aparece lo que se llama mente histórica a través de un proceso llamado tiempo eje. Entendido este como un despertar de la conciencia, de la existencia sobre el mundo, de la naturaleza; en tres grades espacios geográficos: Oriente-occidente, india y china. Y de estoy tres ejes, en occidente se seculariza lo sagrado. Comienza, pues, a racionalizar la cosas, a buscarles un significado y una explicación lógicos. Esto da inicio con los pre-socráticos. Pasa por los sofistas, luego Platón y Aristóteles. Este último establece un fin para todo, que en caso de el individuo griego era la virtud, también conocida como areté.

Para entender bien todo este proceso, habría que delimitar bien los conceptos.

Antes que nada, para poder enfrentarnos al tema de la Mente mítica lo más directamente posible, debemos comprender que nuestras concepciones del mito vienen, en su mayoría, de las interpretaciones post-socráticas de la mentalidad griega arcaica (considerada como una sociedad mítica). Debemos, con esto, estar concientes de que esta interpretación no es lo suficientemente válida como para basarse solamente en ella para hablar del mito; por lo tanto, deberíamos intentar basarnos, aunque yo no haya interiorizado ese tema, en las sociedades actuales que viven inmersos en la mentalidad mítica arcaica y la mantienen como base de su existencia. Pero bueno, en este ensayo solo vamos a explicar la Mente Mítica desde el punto en donde nos encontramos, inmersos dentro de una sociedad Histórica.


La Mente Mítica es, en pocas palabras, la explicación que le da el hombre a su existencia. Y esta consiste en una aceptación de las leyes de la naturaleza y vivir bajo su mandato. Mediante la imitación del ciclo natural, el hombre pretende ser un ser natural (no se si lo seamos o no) para ser parte de la naturaleza y convivir con ella y con sus reglas. Además, es partícipe de su creación, repitiéndola para alcanzar la eternidad. El mythos surge como una manera de explicar y justificar la existencia del ser humano. Relata cómo algo llego a existir, de dónde venimos o qué fue lo que paso para que nosotros llegáramos a estar en donde estamos, mediante el mito cosmogónico. Luego, conforma una historia coherente. Esta explicación es luego son cuestionadas por la razón y se sienten incompletas. El mito ya no basta. Entonces, intentando explicar los problemas que se generan a raíz de esta nueva conciencia de los hechos comienza lo que llamaríamos la Mente Histórica. Para entender mejor estas dos posiciones que parecen contradecirse por el simple hecho de que la segunda se “crea” a partir del cuestionamiento de la primera y el intento de contraponerse a la misma, voy a explicar una serie de diferencias. Intentando con esto la posibilidad de llegar a conocerlas y, por lo tanto, comprenderlas.

La Mente Histórica, más bien, es el intento de ver, justificar y explicar nuestra existencia mediante la razón, mediante la crítica, mediante el cuestionamiento de lo que la razón intenta encontrar: “la verdad”. Esta manera de ver la vida nos lleva por caminos muy complejos, que no se podrían explicar, tal vez ni mencionar, todos en un ensayo de dos mil palabras, pero aun así, podemos explicarla a grandes rasgos. Toda esta justificación, explicación mediante la razón se basa en (y al mismo tiempo es la creadora de) la ciencia. Y la eleva hasta que llega a ser la sustento para cualquier explicación próxima de la realidad tal y como la vivimos. Esta explicación de la vida, basada en la ciencia, nos muestra la existencia como un concepto lineal. Comenzando este en el inicio de los tiempos con una gran explosión, pasando por nosotros (siempre existe una idea ego centrista al ponerse a sí mismo en el centro del tiempo y del espacio) , y llegando al final a un fin, o thelos.

Estos dos conceptos podrían ser solo dos maneras distintas de ver la realidad, pero el simple hecho de que los dos sean “maneras de ver la realidad” ya los convierte en conceptos del mismo nivel, y por lo tanto, comparables. Son pues, La Mente Mítica y la Mente Histórica dos conceptos que debemos comparar por significar maneras distintas de aceptar la realidad, de justificarla y de intentar explicar lo que no entendemos de ella. Y por esta razón, plasmo aquí las diferencias encontradas:

Una primera diferencia radica en la visión temporal que poseen. En la primera, asumiendo en la cosmogonía la experiencia única de lo real e intentando repetir esta experiencia originaria mediante lo que llamamos “rituales”, encontramos solamente un tiempo: el presente. Y este, con cada ritual, se regenera y convierte al mismo tiempo en un nuevo, pero idéntico, presente. Existe un comienzo de las cosas que vendría a ser lo que explica el mito cosmogónico, este se repite y regenera y por lo tanto, el presente pasa también a ser eterno. A diferencia de esta visión circular de la vida, la Mente histórica crea los conceptos que ahora manejamos: pasado, presente y futuro, eliminando la idea de los ciclos y convirtiéndola en una visión puramente lineal de la historia, dándole un sentido, o dirección.

Una segunda diferencia la podemos encontrar en el interior de las mentes. Teniendo el mito un carácter dogmático, pretende “enseñar” para que luego esta realidad sea aceptada como una ley la cual hay que seguir para poder experimentar nuestra existencia como tal. Se “crea” una norma que viene de la naturaleza y de la necesidad del ser humano de relacionarse bien con ella. En cambio la razón nos lleva a otro plano, quizá un poco más conciente, en el que nosotros podemos y, por que no decirlo, “debemos” observar y cuestionar lo encontrado en la naturaleza, buscar razones, causas o explicaciones lógicas del por qué de las cosas.

El hecho de que la Mente histórica cambie la idea del ciclo del mito-ritual por una visión lineal de la historia, nos presenta una tercera diferencia: El fin de la historia. En los mitos no hay fin, uno existe y mediante su experiencia de la realidad regenera este “acto originario” y lo proyecta a la eternidad, siendo entonces el presente y su perpetuidad el fin en sí mismo. Claro, este concepto no es compartido por la otra parte. En la mentalidad histórica, pues, existe más bien una idea de linealidad de la realidad, concibiendo la idea antes mencionada de pasado, presente y futuro y proyectando hacia este último conceptos como los que plantea Kant, de la civilización perfecta, o Hegel, del espíritu único, como fin o thelos de la historia. Planteando la búsqueda de algo a diferencia de la realización repetitiva de una verdad original.

Viendo estas tres diferencias podemos deducir una última: La individualidad de la Mente histórica. Y encontramos esto muy claramente en la visión del tiempo que tenían los míticos a diferencia de los que tienen mente histórica. La mente mítica cree solo en el presente, tal como dije hace un momento, y lo cree eterno, por medio de la repetición del rito. El rito es colectivo, así como la eternidad no se lleva individualmente, es la especie la que es eterna. En cambio en la mente histórica, hay una linealidad (que ya es observable inclusive en el cristianismo, aunque allí hay ciertos rasgos de la mente mítica) la cual está siempre centrada en el individuo.

Tomando estas diferencias como base: ¿Es la Mente Mítica necesaria (como contemporánea, o simplemente como antecesora) para la existencia de una Mente Histórica? Pues esta respuesta no es fácil de responder. Una, se dio antes que la otra y no conocemos, por la experiencia, otra manera por la cual se hayan dado las cosas; por lo tanto, no podemos más que especular y yo, en este ensayo no puedo. Vamos a quedarnos con el concepto más fácil, aceptando los hechos tal como vinieron y proponiendo que la primera fue necesaria para la existencia de la segunda. Esto, automáticamente, nos obliga a plantearnos otra pregunta: ¿Es la Mente Mítica mejor o peor que la Histórica? Yo otra vez, nos encontramos frente a algo que no podemos responder. El estudio que tenemos de la Mente Mítica no es un estudio contemporáneo, y mucho menos inmerso. La estudiamos desde nuestro punto de vista lejano y extraño, desde nuestra Mente Histórica. Claro, esto podría aplicarse a cualquier cosa que se compare a otra mientras una de ellas sea experimentada actualmente y la otra no. Pero podemos, entonces, señalar algún aspecto interesante encontrado en la primera (no hablo de la Mente Histórica porque estamos dentro de ella, y si queremos conocerla solo basta con ver pacientemente alrededor) En todo caso, me va a ser imposible dejar la intención comparativa que tiene mi ensayo, así que voy a señalar también la posible comparación que tendría el aspecto en la actualidad.


Un aspecto es el de las jerarquías, y el cómo eran tomadas por las personas. El mito propone una ley, la cual todos “aceptan”. Esta ley crea posiciones en la que deben estar a los que les haya tocado estar. Pero intenta ser una ley verdadera, no una ley extraña que se impone, sino la ley que puede ser aceptada por todos. En la actualidad, vemos la ley fuera de nuestro alcance. La ley no somos, ni siquiera, los humanos. Una moneda manda en el mundo y así de simple. Un intelectual puede invalidar este aspecto, pero pregúntenle a un chico de veinte años que acaba de salir de un colegio nacional y no va a poder ir a la universidad y van a ver qué les responde.

Pero, para no seguir alargando con ejemplos, sigo con mi reflexión. Podemos decir entonces que la Mente Mítica y la Mente Histórica son dos concepciones distintas, y no podemos afirmar si la segunda es la evolución de la segunda. Podemos afirmar que la segunda, algo que se puede ver solo observando alrededor, posee vestigios de la primera. Algo que valdría la pena descubrir es si los vestigios que quedan y se viven de manera reflexiva y conciente de la Mente Mítica en la actualidad son solo rezagos por el poco tiempo que ha pasado, o tal ves, son los indicios de que esta Mente Mítica viene a ser parte de nosotros mismo e inevitablemente parte de nuestra vida. Esto, claro esta, eliminaría todo mi ensayo. Y sería una separación inútil-temporal entre dos aspectos más de los posibles millones que rigen nuestra manera de pensar y de ver las cosas.

Texto agregado el 10-05-2005, y leído por 490 visitantes. (0 votos)


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