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Sin ti


I

Aquella noche tuvimos la posibilidad de ver ese cuadro por ultima vez. Nuestros ojos no podían despegarse del lienzo, ya casi formaban parte de la pintura. Observamos cada movimiento del guardia que con suma cautela como si fuera el cuadro más valioso del mundo lo guardaba en una especie de portafolio y sin atención pasaba por nuestras narices, las cuales olfatearon el óleo al instante. Encerrado, sin una gota de aire, sobrevivió en el camino hacia el próximo museo. De ahí partimos hacia nuestra habitación, y recordando todas las satisfacciones que nos trajo, nos dormimos lentamente. Recuerdo también como en la madrugada nos levantamos, bajamos la escalera y fuimos directo a ver el espacio vacío que dejó el paisaje que se situaba dentro del lienzo y del marco, que para nosotros era lo más bello jamás imaginado.
Nuestros días se fueron oscureciendo poco a poco, eran como el conjunto de todas las noches de invierno, eran los más oscuro jamás visto por nuestros apagados ojos, nuestros sueños tomaban ese color y nuestra brecha se alargaba cada vez más. La casa, más oscura que los días, silenciosamente nos acompañaba y nos cortejaba hacia el resentimiento mutuo; con varias antiguas lamparas y modernos muebles situados en la sala compartíamos nuestras esporádicas y ultimas conversaciones.
Mis días fueron inacabables, y en uno de esos al despertar ya no poseía ni sus besos ni sus caricias, solo podía observar al aire que era su única huella. El dormitorio era el fiel reflejo de la falta de satisfacción, era imposible encontrar una gota de alegría por los vientos acrobáticos que permanecían sobre mi lecho ya que mediante catastróficos envoltorios se los había llevado sin consultar.
Al principio caí en un abismo que ignoraba, vivía por que respiraba y soñaba por que desconocía la manera de dejar de hacerlo. Nuestra cama era el ataúd de mi eventual muerte, solo permanecía ahí y pensaba sin hacerlo, mi único movimiento era el respirar.
Tuve momentos utópicos y creer que iba a volver, tuve etapas que prefiero olvidar pero, a pesar de mis angustias que florecieron a cada instante y de mis originarias penas jamas establecidas por un ser humano hicieron que mi mente vuele por pensamientos que nunca imagino. Soñaba ver su rostro nuevamente, poder conversar sobre nuestros temores, como hacíamos antes, y verme reflejado en sus diminutos ojos como un gran hombre que no duda en poseer lo que tiene y no vacila en meditar sobre sus palabras y sus respuestas. Su huida produjo mi malestar, mi vergüenza, mi soledad.
Empece mi búsqueda sin razón, busque su alma en los lugares más ocultos de la ciudad, me sorprendí encontrando cuerpos, palabras y ojos que lo conocían aunque mi sentir y mi desconfianza hicieron que me alejara y lo siga buscando por otros senderos.
La ciudad parecía asustada, en su interior se podía sentir el miedo de todas las noches que con escasos ruidos, utilizados como escudos, trata de defenderse de los personajes que la circunda y poder pasar de la oscuridad a la claridad sin inconvenientes. Por la madrugada mientras todos duermen, la noche, despabilada por derecho, se arma como un ejercito a atacar y observa cada movimiento del aire y de los que la rodea, sufre embestidas de los transeúntes, del clima y del sol, que sin recurrir a la fuerza la expulsa con un solo click.
Durante cada noche que lo busque solo me dedicaba a observar la vida mientras nosotros dormíamos, su rostro no aparecía frente a mí y mi cuerpo se debilitaba en cada búsqueda, entonces fue cuando decidí quedarme en la casa, la cual sin su presencia se deterioraba poco a poco, y permanecer ahí esperando su vuelta. Empece limpiando la pequeña cocina que tanto su piso y sus paredes carecían de espacios limpios al igual que los electrodomésticos, mas tarde me fui hacia el comedor y encere cada mueble con mucha delicadeza ya que son como reliquias de mi apellido, los dormitorios eran covachas inhabitables que con mucho valor me anime a entrar y a limpiar, mientras esperaba que suene, por lo menos una vez, el timbre de la puerta.
Mi cuerpo permanecía solo y desconsolado, mis sueños del futuro se borraban a cada paso del minutero, solo atinaba a pasar el tiempo con recuerdo que recogía de los polvos de la casa. En cada escalón de la escalera principal veía sus apuradas pisadas, creía oír sus zapatos que me avisaban su llegada y recordar mi enorme sonrisa que se ha ido junto a él.
Todas las noches me inserto en lo profundo del pensamiento y no soy capaz de encontrar la salida para que vuelva y nos veamos sin ningún resentimiento.
Como un gran duque se retiro de mi casa y escapo lentamente hacia lugares desconocidos por mí, sus sueños no eran los míos, sus respuestas no provenían de mis preguntas, sus ojos ya no me observaban, su poesía cotidiana dueña del mal contagiaba mis intentos y robaba cada bienestar del día, sus palabras empezaron a ahogar mis oídos y su voz de pálida se alejo al mismo tiempo que huía sin resistencia alguna.
Con gran marchar y con la sutileza que siempre lo destaco, se alejo de mi vida sin dejar mensajes ni explicaciones, solamente dejó marcas indelebles por toda mi habitación, olvidó sus recuerdos y fantasías, se llevo solo la ilusión de pertenecer a otro ser, de poder compartir minutos con personas desconocidas y gozar de una vida nueva, llena de sorpresas y conjeturas.
No poseo poesía, no camino caminos, no tengo quien me la escriba ni quien me lleve. No anhelo placer, no gozo de la excitación, no obtengo de donde arrebatar la formula del amor. Si mis palabras fueran lo que quiero que sean y sí mis mentiras me las creería yo, no tendría que buscar el remedio que aun no encuentro, no tendría que buscarlo y conversar con sus oídos.
Sin él veo al día obscurecer y se me es inútil recibir vientos que me empujen hacia lo posible. Dejo que el aire gire por mis alrededores, que las flores crezcan y los frutos nazcan, que las palomas vuelen por mi muelle estancado sin pescadores, buscando especies que herir, que el sueño, guardián de otros sueños, pernocte en la brisa que rodea mis alrededores, que el viento sople como más le guste, que la ilusión no subsista en mi humor, que la tranquilidad sea infinita e inalterable, que mi cuerpo no sienta el calor del humano, que el sol ilumine mis penas sin darme cuenta y que la noche se nuble con la mayor paz posible.
Cansado de esperar, un día por la noche decidí ya dejar la casa sola por un tiempo e irme a lugares donde pueda sentirme bien, donde pueda encontrarme conmigo mismo y con alguien que me entienda, me respete y disfrute de mis aventuras. Salí como otras veces, pero cargando con una mochila llena de ilusiones, que vaciare en mis caminos, desiertos de compañía, con pensamientos arrojados al aire que es lo único que sobra en mi vida. Me traslade por las sendas ya marcadas de mi travesía, uní odiseas a cada paso, conocí miradas extravagantes que engañaron e hipnotizaron la mía pero no obstante nadie pudo detenerme y seguir así bajo el sol que me resplandece día a día en busca de mi objetivo, mi meta, mi deseado propósito.
Conocí personas que insertaban pensamientos y formas en mi, del mismo modo que lograban que mi boca diga sus palabras y conteste sus absurdas preguntas sin ningún significado, a pesar de que mi pensar era totalmente diferente al de ellos. Vi viejos que insinuaban querer satisfacción con uno y pagar con la escasa comida, robada de algún restaurante, que tenían. Me junte con chicos que buscaban sueños y esperanzas nuevas, que juntaban billetes y los quemaban, que se sentaban y dormían por horas hasta despertar con lo mismo tenían, que maduraban en cada escape y lloraban en su interior sin darse cuenta. Me uní a un grupo en el cual me ofrecían sus ganancias humanitarias a cambio de mi ser, querían cada centímetro de mi cuerpo y explorarlo como rata de laboratorio y lo que es más importante lograr en mi un nuevo individuo.
Sin miedos pero en soledad, seguí camino hacia la nada, desorientado sin caricias ni abrazos, conseguí dinero artificial y le compre a cada persona una parte de su sonrisa que se amoldaba y se unía a la mía que carecía de longitud. Habite en hoteles desagradables, camine junto a personas con iguales características, vi paisajes nuevos como las sierras gigantes llena de asimétricas flores coloradas y amarillas que junto a los tupidos arboles con hojas color lavanda, la adornaban, la embellecían como el maquillaje de una mujer. Mi vida fue escrita en cada ruta, mi objetivo se iba borrando a cada instante soñando con nuestras vidas que era lo único que hacia, además de deambular por lugares inexplorados anteriormente por mí.
Un día, uno de esos días que vague por un centro comercial, conocí a un señor, de unos 50 años aproximadamente, se detuvo y me dijo unas extrañas palabras.- pequeño joven sabes donde estas? Sabes que haces acá? Yo te aseguro que tus ojos ya no miran ni aquella joven con minifalda- Señalándome una chica rubia que miraba la vidriera de un local de ropa femenina. Mirándolo un poco desorientado no dude de en preguntarle si me conocía y el muy serenamente me contesto- Claro que no mi hijo, solo vi su perdida mirada y quise avisarle que despierte y – al instante, interrumpiéndole abruptamente, le respondí sobre mi estado – no sé que quiere decir, pero se que lo entiendo, no puedo creer que se de cuenta como estoy- ya resignado y desorientado intente terminar la conversación pero el señor, el cual desconozco su nombre y su vida, siguió hablándome muy interesantemente- hijo tienes que volver a tus tiempos, a tus gloriosos momentos y no seguir desorientado como un pavo sin saber que hacer, sin saber a donde ir, búsquese no se encontrara.- En ese instante fue el quien termino con el diálogo y marcho hacia una librería.
Lo mire como se alejaba, vestía atuendos oscuros como una bufanda, un pullover y pantalones un poco más claros a cuadrille sin embargo poseía un par de zapatos muy lujosos que no combinaban con su ropaje. No sé por que, pero decidí ir a buscarlo y preguntarle sobre sus palabras. Lo encontré mirando un libro de Sigmud Frued, le pregunte si le gustaba y él me contesto – Lo he leído millones de veces, Freud es un grande del psicoanálisis, lo conoces, has oído hablar de el- le respondí enseguida – Claro que si, pero nunca lo entendí, lo leí pocas veces y me aburrí mas, perdóneme usted pero realmente lo creo así- Me miro con ojos de lamento, y entro a la librería, yo mientras lo seguía le pregunte- lo entiendo, mi ignorancia es extrema, pero no se ofenda solo quiero saber por que me dijo lo que me dijo y lo dejare tranquilo mirando a ese loco, perdón al maestro. El giro su cabeza, me miro, sonrío y me dijo – Ya se lo dije joven, su actual estado no es habitual para alguien de su edad, no puedes seguir así sin encontrar tu mirada, sin volver a tus sueños, sin caer en tus pisos.
Recuerdo también como después de hablarme se marcho abruptamente sin despedirse y me dejo con la boca abierta sin poder contestarle. Luego seguí mi camino, el cual desconocía, sin poder entender lo sucedido.

Algunas horas después mi cuerpo empezó a sentir dolores que quise calmar con pastillas que compre en algún quiosco, sin embargo solo hicieron que mi cabeza siga latiendo aun más que antes. Mi cuerpo empezó a deteriorarse cada vez mas, mis piernas, las cuales eran tan poderosas como las de un toro, parecían las de un pollito recién nacido; mis manos, debilitadas, tocaban el aire y se lastimaban en cada caricia. Sentí que el cielo se me acercaba lentamente, miraba las nubes como quien mira al vecino trotar todas las mañanas y escuchaba música desconocida por mis oídos al mismo tiempo que mi corazón se pudría y latía compases puntiagudos a cada instante. Vi al cielo como una gran granja, observe a los patos y a los cerdos, olí sus olores y sentí su asco, viví segundos que parecieron siglos, compartí junto a ellos todo lo doloroso del trance, vi imágenes monocromáticas que se esparcían por mis alrededores formando figuras que se asemejaban a lo deseado que contenían un lado cautivante y otro tenebroso, producían cuerpos inmóviles con los restos que se encontraban escarbando las inexistentes tierras de ahí. Decidí seguir mi recorrido, pero tenia claro que mi lecho todavía no había sido construido. No hay nada más hermoso que transitar por ahí y tener asegurado el pasaje de vuelta, poder ver su escalofriante paisaje y disfrutarlo sin ningún temor, saboreando el indeseable futuro. Luego de varios minutos pude ver la claridad en un diminuto rectángulo, fue entonces cuando decidí mirar por ultima vez los alrededores y despedirme tranquilamente sin hacer mucho bullicio. Con todas las pálidas dejadas en mi reservado lugar abandone ese apasionante lugar que conoceremos todos algún día.
Mis ojos no podían abrirse, mi cuerpo estaba inmóvil, sin embargo mi alma pudo encontrar el camino hacia mi bienestar llenándose de fuerza extraída de mi exterior. Quise levantarme y caminar sin saber a donde, pero mis pies se negaron rotundamente y no se quisieron mover. Solamente poseía la suerte de pensar, transcurría todo el día con infinitos pensamientos ya quemados y finalizados. Mi vida, en ese entonces, era un libro abierto, en el cual se le agregaban hojas escritas a cada instante sin punto final; Con una tapa inquebrantable del color de la oscura cúpula que nos cubre sin regañar, con índices interminables desconocidos por uno, con prólogos fantásticos y enigmáticos, con frases extrañas que encarnan mi vida, con párrafos infinitos y paginas en blanco a completar, ese libro poseía una historia no muy distinta al relato. El día que el libro salga a la venta tendré la oportunidad de sentir mi vida como no la he sentido, vibrare con los peligros y disfrutare de los agasajos.
Vi rostros que rompieron hojas del nudo y manos que las arreglaron, compartí expresiones con quienes me las ofrecían y se las robe a quienes me las negaban. Pense que el final estaba cerca, que mi cabeza ya no produciría argumentos para la humanidad, que mi ser desaparecería y juntaría cenizas con las de otros, las mezclaría y así dejaría de existir. Mis ambiciones desbordaron las ambiciones de los demás, mis miedos se contagiaron de mi futuro y mis alegrías de mi pasado, de modo similar que mis llantos afectaron el infectado presente.
Con anhelos que cumplir y versiones melancólicas dentro del agujero que compartimos todos los sobrevivientes al temor, me levante lentamente sin mover ni siquiera algún viento cercano, trate de movilizar mi mente hacia otros aires y refrescarla de pensamientos vencidos que intente desechar con mucha suerte. Mis juicios, suficientemente renovados, parecían tener la verdad, poseían virtudes escondidas e invertidas que se innovaban en cada avance.
Las incansables noches pasaban por mí, acariciándome con suaves brisas descargadas del choque entre las uniformes perlas nevadas que personificaban la claridad mientras dormía.
Mi interior se potencio lentamente como una mariposa recién nacida, se iba armando como un rompecabezas de millones de piezas.
Por fin mis ojos vieron la totalidad de las mañanas y de las noches, observaron lo precioso, lo desagradable, la calma, lo ostentoso, la oscuridad, lo implacable, los pasos que misteriosamente correteaban por mis lugares y la totalidad de mi ser, aunque todavia no estaba dispuesto a prender mi búsqueda nuevamente. Mire todos los sueños que volaban por mi cabeza y sentí la soledad, nuevamente, inacabable.
Me dedique algunos días a pensar en él, mire su cara en mi imaginación y vibre al escuchar sus llantos. Me canse de ilusionarme en vano, decidí apartar mis pensares, y durante todo esa semana no dejaba de dormir como un bebe.
Un día, el cual no puedo acordarme, los rayos solares atravesaron mi ventana y apuntaron justo en mi cabeza, hicieron que despierte y mire la realidad mediante el camino indicado, el cual solamente nosotros conocemos.
Cuando mis piernas pudieron pisar la tierra y no desmoronarse, cargue mi mochila, más liviana que antes, y seguí el camino iniciado.

II

Los eternos días pasaron sin emociones ni gracias, mis piernas se entrenaban en cada recorrido hacia lo desconocido, buscaba mi salvación en sitios que no encajaban conmigo. Miraba las cosas sin intención, lamía las composiciones de las mismas. Sin superestructuras ni paredes que sostener me pasaba la vida sin conseguir una buena porción de corazón, no sabia donde comprarla ni donde venderla, pero si sabia que compartiendo mis sentimientos, mis ideales y mi carisma podía hacer que el otro quisiera conocerme y sustraer de mi las esencias que no consigo en ningún puesto de venta y poder hacer que ningún párrafo concluya en el punto que todos concordamos, que todos asimilamos sin final oportuno. Mis hojas son inéditas para mí, son solo espacios en blanco que algunos, sin coherencia, llegan a leer e interpretar con mucha fe.
Pensé millones de soluciones como quien piensa en el amor sin usar al corazón, como quien lucha sin fuerza o como quien se defiende sin coraza. Todos los mundos son idénticos en mi mundo, todos son semejantes en mi cabeza, que con o sin soberbia se amoldan e incorporan lo exitoso de este.
Mi cabeza, generadora de pésimos silogismos, fue victima de los hurtos producidos por mi corazón, que agrandándose a pura piratería se adueño de mi ser, el paraíso para cualquier explorador o el desierto para cualquier psicólogo.
Veo interiores dañados de ira, veo diminutos escombros a puntos de unirse sin ninguna razón y siento en lo mas intrínseco de mí, un aire, un gas, con alas, transportando llaves hacia algún rincón iluminado.
Si la mirada fuese arma para todo sujeto y los puños fuesen signos de aceptación, si la humildad significara maldad y la riqueza seria fácil de obtener, tendría a mi lado a la persona que me entiende y que me quiere, que me respeta y que me escucha, esa persona que me conoce como nadie en el mundo. Así podría mirar al mar sin mojarme, podría recorrer cada kilómetro de la tierra sin cansarme y competir en todas las disciplinas olímpicas, sin ningún adversario capaz de ganarme.
Pasos, solos escasos y silenciosos pasos, son la única actividad en mi vida.
Quisiera ver peces volando sobre el mar como gaviotas hambrientas, quisiera tocar infecciosas melodías y que las escuchen los oídos inciertos que reparten sonidos sobrantes, quisiera pintar muros que no caminen y cuadros que no hablen, pero si mañana veo la noche como quien mira el día y oigo las campanadas que no golpean, solo quisiera vivir y soñar con lo que puedo.
Solo sobre caminos no identificados recorrí el día buscando alguna señal conocida por ambos, vi gaviotas sobrevolando mi andar, vi algunas precarias casas y sobre todo vi al aire quebrar mi coraza de acero.
Vi ojos abiertos iluminados por la luna, que tapaban su significado con un angosto rayo de maldad. Quise interponerme, ser un gran doctor, capaz de curar hasta las sensaciones más externas del ser. Mire, minuciosamente, los párpados dañados, apacigüe su dolor, observe sus ruinas, me comunique con ellos y ellos conmigo. Luego me aleje, me pidió afecto, que me quedara y conversara, pero esta vez con palabras. Lo mire nuevamente, vi su rostro pálido y afligido, quise permanecer, pero su poder y mi necesidad de búsqueda se unieron para que retorne a mi pobre objetivo.
Tuve posibilidad de alejarme de el y seguir mi vida con personas que me ofrecieron la suya. Tuve la posibilidad de alejarme en soledad y recluirme de todo lo social posible. Tuve la posibilidad de irme aun más lejos de lo acostumbrado y no volver más.
Mis ojos ya no ven figuras ni elementos, ni personas ni sentimientos. Mi cuerpo, abandono mi ser y huyo igual que él. No puedo distinguir donde estoy ni a quien tengo al lado.
Quiero andar sin remordimiento, sin sueños ajenos ni esperanzas perdidas, quiero volver hacia atrás y caminar hacia delante, voltear la cabeza, ver quien llega y saludar a quien se va. La oscuridad tapa mis inexistentes caricias que tendría que adoptar. La oscuridad, nuevamente conmigo, es mi fiel compañera. Quiero ver claridad dentro de mis ojos, sentir orgullo de lo que tengo y olvidar lo que deje.
Pero ahora me encuentro acá, no sé que día ni que hora es, pero poco me importa, no sé cuanto tiempo paso ni cuan dañado estoy, solo sé que me encuentro sobre estos mantos blancos por todos lados viendo escasas personas que deambulan de acá para allá. Mi cabeza se ha ido a otra parte, no puedo concentrarme ni pensar en lo míos. Mi cuerpo es como un pequeño tejado a punto de quebrarse. Mis sentimientos son imposibles de reconocer, mis sueños son los de otros y mis dolores son imposibles de apaciguar. Seria capaz de ofrecer hasta lo que no tengo por mirar el cielo nuevamente, para poder deleitarme con las decorativas nubes que nos protegen día y noche sin pedir ni siquiera un poco de atención, poder ver las gotas cristalinas que de estas bajan y guardarlas una por una hasta poder navegar sobre ellas, ver como el sol, mediante una sana disputa, destrona al satélite de turno e ilumina cada rostro del mundo sin discriminación alguna y poder observar a su oponente y compañero oscurecer toda superficie que se presente.
Si las escasas vistas que hoy me observan, serian solamente un tercio de los que necesito, sentiría el calor que hoy anhelo y deseo.
Casi sin apuro respiro lentamente todos los segundos que me mantengo quieto en este lecho, que sirve como aposento de mis nulas actividades. Un lecho completamente usado y envenenado por seres que quizás hoy no existan, un lecho olvidado y caracterizado según su usuario, que a pesar de su desconformismo se amolda a los días y a las noches que poco se notan.
Sin compartir habitación ni aires, pernocto entre estas paredes silenciosas y secretas, que sin mucha devoción me alojan sin emociones.
Al abrir mis penosos ojos puedo ver una alfombra de color azul francés muy manchada, sobre ella, además de mi cama, se encuentra un viejo y desmantelado sillón clásico, en el cual parece haber unas bolsas con diferentes telas adentro, mas a la izquierda puedo notar una especie de mesita vacía con dos cajones semiabiertos. Esta es toda mi “casa”, toda mi vida.
Mis ojos son los únicos ojos capaces de ver la oscuridad del lugar, su pobre olor y su antiguo gusto. Soy solo un árbol mas de un inmenso bosque, soy el insecto a curar, que sin sentimiento alguno duermo como un soldado herido de guerra. Quisiera sentir el dolor que se siente al acostarse en estas camas, sentir el ardor en mi pecho y el miedo a no poder levantarme más.
Siempre anhele ser un famoso pintor, como Dalí o Miro, hacer maravillas en paños que luego deleite a millones de personas. Recuerdo cuando de pequeño fui llevado al museo más lujoso de mi ciudad natal, poseía grandes cuadros intocables, los observé como quien mira lo inolvidable, mis ojos, con tan solo 9 años, se llenaron de lagrimas de colores y mi cuerpo tembló al ver Ultima cena. Permanecí adorando cada forma, cada color, mi mente se traslado hacia ese mundo, se sentó y comió cada pedazo junto a los demás. Siempre recordare cuando volví a mi casa e hice que me inscriban en diversos talleres de pintura y leí todo lo que encontré sobre el surrealismo. Me volví un aficionado del lienzo, todas las mañanas mientras el sol se asomaba aprovechaba para pintar y jugar a ser el surrealista más surrealista de todos los artistas.
Mis pobres cuadros se encuentran ahogados con el polvo del cuarto donde los encerré, sin aire ni alimento sobreviven con esperanza de ser vistos por otros ojos que no sean los míos. Al igual que mis sueños, los cuadros son solo eso.

Por la ventana puedo ver como oscurece el día, es de noche, ya comí y mis ojos se van cerrando poco a poco. En este momento puedo ver lo que quiero. Me situó en un viejo bosque sin nada de árboles, una pequeña brisa roza mis hombros y el viento sopla uniformemente. Veo personas muy borrosas, sin alegría alguna, piso el perfecto pasto tratando de no tropezar con los armazones situados ordenadamente en el suelo. El clima es espantoso, parece que el sol nunca alumbra este lugar, corro esquivando cada laja, trato de escapar hacia algún lugar donde pueda descansar solo un rato, donde pueda apreciar el paisaje y llenarme de este. Sigo corriendo, ahora mas lento, pero sin encontrar una salida. Ya resignado, me siento a ver el negro cielo sin estrellas, solo acompañado por la luna de paso, observo caras desfiguradas, solo caras de el, miles de pequeñas y grandes caras con su sonrisa. Quisiera tocarlo como nunca hice, corregir su sonrisa, pintar sus ojos para que solamente mire los míos y hacer que se quede junto a mí como siempre estuvo. Nunca se lo pude presentar a nadie, nunca hubo alguien a quien presentar, solo el y yo, los otros solamente eran otros y no podían apreciarlo. Seguí con mis ojos mirando el oscuro cielo que protege mi cabeza, creadora de los más ingeniosos personajes y aventuras, dueña de mí y de el.
El paisaje es cada vez más tenebroso, sin salida ni alegrías, sigo encerrado en este inmenso cuadrilátero mirándolo y sintiendo su cariño. Mi razón es tan incierta como mi corazón, solo que a este se me es imposible pedirle un poco de lógica. Siento cada vez menos mis latidos, igual no los necesito, creo oír solo zumbidos que se transforman en desconocidos halitos.
Cerré los ojos, mire en mi interior, vi que ya nada había. El vacuo interior no resistía más. Ni sueños, ni mañanas, ni noches, ni lujurias, ni inocencia, ni ternura, ni el ni yo.
Abrí por ultima vez los ojos y ya no estaba, veo escasez en el aire y multitud en el infinito. Escucho murmullos arrebatado por otros, que no hacían otra cosa que olvidar.
Creo darme cuanta que ya no preciso de el, no me puedo acordar de sus ojos ni como me miraba. Mi cerebro ya ha terminado con él, espero que mi corazón no haga lo mismo conmigo
III

La mañana, oscura como nunca, amaneció entre todas esas personas. Individuos que lloran al aire sin saber por que, sujetos que no quería ni conocía. La casa, triste por que si, anida a cada ser humano que quiera observarme por ultima vez. Sus caras, más pálidas que la mía, llenas de lagrimas e imitación ven en mi a un pobre niño.
Puedo observar en cada uno de ellos su ignorancia, su ofusca preocupación. Quisiera levantarme y deslumbrar a cada uno de lo hipócritas que pasaron por esta sala. Quisiera haber amado a alguien y seguir amando en la eternidad. Quisiera ser amado por alguien que haya amado. Quisiera respetar a toda esta gente que hoy ha venido por mí, pero no puedo, ya que nunca hicieron eso por mí.

Hoy la luna y el sol no salen, y yo tampoco. Estancado en la miseria que vivo, ya no lograre ver las estrellas que iluminaron mi camino.

Fin

Texto agregado el 23-08-2003, y leído por 397 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
24-08-2003 Texto largo Leo, creo que hay muchas partes dispersas en él que se dan vuelta en el mismo tema de ese "él" que ya no está. Hay unas metáforas que me gustaron mucho por ahí, creo que son lo más importante del texto, sobre todo las relacionadas con el tiempo, la noche, el sol, el lienzo. Lo demás se hace como girar en círculo. Creo que al final (más por mi culpa que por la tuya) no entendí muy bien la historia que está detrás del relato. Más allá de un abandono y una búsqueda que se hace patente, el personaje se me escapa de los horizontes. Hay un vicio muy molesto eso sí a lo largo de todo el escrito y es el problema con los tiempos verbales, es difícil leerlo así y supongo que en más de una ocasión se mal entiende el contenido por eso mismo. A pesar de todo rescato lo que te mencione de las metáforas y esas ideas que están como locas y vagas intercaladas en el texto. Saludos blanquita
 
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