Aún lo recuerdo con exactitud...
Me coloque por partes mi brillante armadura, y amarré firmemente a ella, mi espada.
tomé un jarro de té y comí un poco de galletas
y así soportar el largo viaje que me esperaba...
...para poder volver a veros
en el punto de encuentro que acordamos.
También recuerdo que al salir no cerré la puerta,
si alguien necesitaba abrigo... ahí estaba mi hogar
recorrí valles y vados, montañas y cavernas, crucé ríos y ciénagas
solo por el afán de volver a contemplaros... el recorrido era largo
30 soles me tomó atravesarlo, sin corceles, sin carruajes... caminando.
Desde la calidez fría de mi hogar en la Bahía de Hielo de Forochel,
hasta el Cruce del Erul.
Llegué a destino y os esperé... ¡60 vidas humanas vi pasar! Dos grandes guerras vi desarrollar, vi a muchachos a tierras ardientes entrar, solo amparados en un extraño ser de terrible apariencia. Vi a sorprendentes magos con poderes inimaginables, y a valerosos guerreros morir campantes en las sangrientas batallas, vi seres oscuros montados en especies de dragones, también oscuros, como buscando algo, o alguien, quién lo sabe... pero ni rastros de vuestra silueta.
Debía partir... la gente creía que yo estaba loco o algo así... ni los trasgos se me acercaban
Mi armadura... enmohecida, y mi espada, un día brillante, más opaca que mi alma.
Comencé a andar de vuelta... por los mismos caminos
Los brotes de árboles, que algún día saludé, caminando hacia nuestro encuentro, ahora raudos y gigantes me saludaban, y tendían sus hojas como queriendo acariciarme y consolarme de tu ausencia, como queriendo sacar el moho de mi espada y mi armadura.
Fuertes lluvias me acompañaron, y extraños seres luminosos me cubrieron con abrigadoras túnicas grises... no me detuve. El dolor de mis piernas no era mayor al dolor de mi corazón. No iba a esperaros eternamente, no merecía morir en aquel cruce... agradezco al Erul darme de beber.
Seguí con mi camino, seres encapuchados de intensa belleza y majestad me escoltaron por los tramos más difíciles, sin decir una sola palabra...
Al fin... pude vislumbrar mi hogar... todo estaba tal como el primer día... los mismos hielos gigantes, los mismos pastos, la misma casa... y... sentada en el umbral... Tú.
Por El Caballero de la Orden de los Sueños. |