Chaman Rubio
Jorge Cortés Herce.

Para James, estar almorzando amarillito y chocolate de la abuelita en el mercado de Oaxaca, no era algo novedoso. Lo había venido haciendo en sus constantes viajes a la región durante los últimos tres años. Ya muchos lo conocían y le saludaban.
-Quiúbo güero, a usted si le funcionó lo del tamal de iguana, ¿verdad?- le decían, refiriéndose a la amistosa tradición local que indica que el viajero que come de ese tamal, regresa siempre a Oaxaca.
La fascinación que le producía la cultura y la gente del lugar, se había ido transformando con el paso del tiempo por una necesidad de saber si en verdad él era un ser llamado al mundo esotérico, como le había dicho aquel anciano que conoció en Mitla en su primer viaje.
Durante tres años había venido estudiando temas relacionados con las culturas prehispánicas de la región, y mezclándose con gente cada vez mas cercana a lo que él consideraba sería el futuro de su existencia. Al principio fue sólo curiosidad por entender el porqué mucha gente le escudriñaba el rostro y luego le decía que él era un elegido. Llegó a pensar que era la forma que tenían los lugareños para después sacar algún provecho de él, pero poco a poco se fue dando cuenta que realmente algunas personas le veían algo especial.
Esta vez, había logrado los contactos suficientes para conocer a quien daría el veredicto final sobre sus ideas de trascendencia. Por la tarde le vería en Santiago Suchilquitongo, a unos veintisiete kilómetros de la capital; le habían dicho que debía sentarse en una banca del zócalo y esperara, que alguien lo iría a buscar.
-Güero cara de culo!!- Le gritaban desde atrás de una camioneta dos chamacos a quienes en un principio no les prestó importancia.
-Pinchi gringo!!! Vas a ir o no? Le gritaban, sin acercarse.
-A donde?- por fin se animó James preguntándose si eso era parte del misterioso próximo encuentro con el Chaman.
-A chingar a tu madre!!! Le gritaron los chiquillos, mientras se alejaban corriendo atacados de la risa.
En ese momento se le acercó una joven morena y bajita, con un bebé amarrado a su espalda, quien sin preámbulos le dijo:
-Véngase que Don Juan Millán lo está esperando atrás de la iglesia.
La imagen idílica del que quizás sería su guía, se tambaleó cuando James vio a Don Juan Millán; vestía una andrajosa chamarra de pana y una gorra azul de los cachorros de Chicago. Tratando de evitar los prejuicios se le acercó tendiéndole la mano, al tiempo que se daba cuenta que Don Juan Millán era ciego.
- Qué güerito, no soy como te imaginabas? Vámonos caminando para Huijazoo, y por ahí me vas contando cuales son tus necesidades y para qué quieres la fortaleza.
- Vamos Don Juan, la verdad es que sí lo imaginaba un poco diferente...pero aun no lo conozco, creí encontrarme ante un ser mas...¿cómo decirlo?
- ¿Mas natural?... No existe nadie que todos sus atributos estén libres de alguna influencia cultural, esa idea es solo un modo ficticio de nuestra desarrollada capacidad de abstracción.
Esta vez James se sorprendió del cambio notorio en la forma de expresión de Don Juan Millán.
- Veo que estoy ante un ser docto en filosofía.
- Si vienes a buscar filosofía, estás en el lugar equivocado, señor Jaime. Yo busco la eficacia de la vida, por encima del conocimiento. ¿Cuáles son tus intenciones al encontrarte conmigo? ¿Quieres aprender a ser curativo y equilibrador?, o tu intención es ser un castigador...
- No, Don Juan Millán; yo necesito saber cual es mi camino; desde mi primer viaje a México me han venido diciendo que soy un escogido y que necesito de una guía para mi desarrollo , por eso estoy con usted, para que me ayude a conocer mi sino.
- Eso está claro, y te adelanto que sí tienes la señal, pero es necesario que me digas cual es tu ocupación en tu tierra, y que esperas de ésta iniciación.
- Pertenezco a la alcaldía de una pequeña población, se llama Santa Catalina, en California, la gente de ahí me estima mucho, eso me da margen para poder estar viniendo y mantener en orden a distancia el municipio. Que qué espero de mi iniciación, no sé...supongo que establecer una búsqueda humana en pos de una realidad con mayor sentido y trascendencia, favorecer el contacto directo con lo que llamamos sobrenatural, y básicamente y sobre todo, saber cual es el sentido de mi existencia.
- Deseas conocer el arte de la magia en resumen, estoy bien?
- Puede ser que sí, Don Juan Millán, creo que sí.
El sol se estaba ocultando cuando Don Juan Millán y James llegaron a Huijazoo, la zona arqueológica estaba en esos momentos casi completamente desierta, la magia podía meterse por los poros. El emplazamiento de la ciudad sobre una colina, le sugirió a James un Monte Albán en pequeño, pasaron a un lado de unos trabajadores del INAH, quienes lo saludaron con respeto y decoro, y avanzaron a través del juego de pelota hasta llegar a un adoratorio que aparentaba estar clausurado, Don Juan Millán se deslizó por una estrecha grieta en una esquina del edificio y sacó una mano mostrándole el camino a James. Éste ni intentó entrar por ahí, pues era obvio que su voluminosa humanidad, no cabría a través de esa estrechez.
- Dame la mano, Jaime- dijo desde adentro Don Juan Millán
- ¿cómo cree que voy a pasar por ahí?- contestó un aturdido James.
- No comienzas bien si no empiezas por deshacerte de tus prejuicios, ven.
Y sin entender cómo, James pasó a través de la grieta sin ningún trabajo. Avanzaron aún a través de un largo pasillo hasta llegar a un amplio salón subterráneo, donde solamente la luz de una antorcha iluminaba el lugar. James reconoció ahí de inmediato a la joven que le había ido a buscar a la plaza del pueblo, pero esta vez no veía al bebé por ningún lado.
- Tienes un gran porvenir, señor Jaime, aunque me temo que cuando conozcas todos los secretos de mi entraña te habrás de olvidar del viejo Juan Millán.
- No, don Juan si algo tengo es reconocer y recordar a quien me ha dado algo. No me juzgue usted así. Siempre tendré en cuenta este momento y siempre me tendrá usted a sus órdenes.
- Cruz,- dirigiéndose a la muchacha- prepárate por favor esa salsa de morita que te queda tan sabrosa, vamos a agasajar a nuestro invitado como él se merece; yo te aviso cuando agregues el pollo.
Don Juan condujo entonces a James por una larga escalera descendente hasta otro gran recinto en el que se sentaron y discutieron largo rato. La plática se aderezó con unos hongos que a James le parecieron muy amargos, pero que igualmente comió, conociendo la función enteógena que éstos tenían en una sesión como en la que estaba participando. Había leído que a través de estas sustancias, llegaría a obtener el contacto con un universo paralelo, con los espíritus, y el apoyo de éstos en la gestión de asuntos humanos.
Después de un buen rato de pláticas riquísimas, del aprendizaje de cánticos que llaman al poder de la curación, y al control de las fuerzas externas; dos muchachos entraron con sigilo y respetuosamente pidieron a don Juan Millán les permitiera entregar una carta a James. Éste no tardó mas en leerla que en redactar otra en la que se disculpaba por no poder estar presente en su comunidad en los momentos en que el Alcalde agonizaba.
Días después llegaron otros mensajeros anunciándole que en su ausencia y ante la muerte del Alcalde, era él quien asumiría el puesto por lo que era indispensable su presencia en el pueblo.
- James, que alegría, felicidades!!, eres el nuevo alcalde de Santa Catalina!. ¿Sabes?, tengo un hijo que estudió economía y actualmente está estudiando una maestría en los Estados Unidos, me daría mucho gusto que le ofrecieras trabajo en tu nueva administración. -Dijo Juan Millán
- Lo siento Don Juan, no puedo dar trabajo a gente que no conozco, en todo caso, hay una larga lista de gente que espera por un puesto vacante, pero no se preocupe, usted tiene desde hoy trabajo en mi alcaldía .
Fueron entonces a Santa Catalina, donde Don Juan Millán siguió enseñando los secretos que James iba necesitando; seis meses después, James fue nombrado gobernador de California.
- James, recuerda tu promesa; deja que mi hijo te sustituya en la alcaldía de Santa Catalina, es un hombre preparado y muy dispuesto para las finanzas públicas.
- Lo siento en verdad, don Juan, no me olvido de mis promesas, pero ese puesto está destinado a mi tío George, tiene usted que entender.
Después de tres años como gobernador de California, Mr. James Nead es elegido vicepresidente de los Estados Unidos de América; siempre a su lado, Don Juan Millán le seguía suplicando el puesto para su hijo, pero la respuesta todo el tiempo fue un: “ no, sabes que mi primo Bill ha estado esperando mucho tiempo”.
Cuatro años después, en Washington, el presidente sufre una extraña enfermedad que lo aniquila en menos de dos días. James Nead, es ahora el flamante presidente de los Estados Unidos. Don Juan Millán sigue recordándole su antigua promesa, e implorando un puesto en la administración para su hijo, pero ésta vez, el presidente le amenaza con la cárcel. El viejo brujo lo tiene ya harto con tanta insistencia.
- Está bien, Jaime, me vuelvo para Oaxaca, podrás darme algo para comer en el camino?
- Viejo insano, ¡date de santos que no estas ya encerrado en la cárcel o en una institución mental!, lárgate antes de que mi paciencia termine y tu cuerpo, que no tus muertos ojos, se quede para siempre sin sentir el calor del sol.
- Ni hablar... tendremos que cenar solos Cruz y yo los pollos que encargué para ésta noche.
La oscura sala subterránea en Huijazoo es demasiado fría para el confundido cuerpo de James, El sabroso olor a pollo en chile morita le produce en ese momento un hambre incontrolable, la vergüenza infinita que le produce saberse tan ingrato, le impide siquiera ofrecer una disculpa. Don Juan Millán le pide a Cruz le espere un momento para cenar el delicioso plato, acompaña a James al exterior, y le desea un buen viaje de regreso a su hogar.